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jueves, 24 de abril de 2014

Seguir a Cristo...



MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES miércoles 23 de abril de 2014

Hoy publico parte de la Homilía del Cardenal Jorge Urosa Savino en la Vigilia Pascual del pasado Sábado Santo. Un mensaje para reflexionar en este tiempo pascual donde los cristianos nos sentimos inmensamente ¡felices!, a pesar de las dificultades, porque Jesucristo resucitó y está con nosotros.

"Seguir a Cristo, luz del mundo ¡Cristo ha resucitado!,

Por el mundo entero la Iglesia proclama ese hecho fundamental de nuestra fe, el acontecimiento central de toda la historia de la humanidad. Jesús había anunciado su muerte y su resurrección (Mt 16,21). Y en la madrugada del domingo de Pascua, victorioso, rompe las cadenas de la muerte e ilumina con su luz esplendorosa la noche oscura de la dramática historia de la humanidad. Innumerables testigos lo vieron y así lo proclamaron, y dieron fe que quien  había muerto por nuestros pecados, resucitó realmente para nuestra salvación.

Los sagrados oficios de la Semana Santa nos han permitido contemplar los misterios de la Pasión y Muerte del Señor, para culminar en esta solemne ceremonia pascual con la manifestación gloriosa del triunfo de Nuestro Señor Jesucristo sobre la muerte y sobre el mal, sobre el pecado y el demonio.

En esta festiva vigilia, escuchando las lecturas bíblicas, hemos meditado los pasos fundamentales de la historia de la salvación, que de alguna manera representan la historia de la humanidad: la creación y el pecado, la promesa de la salvación, la efusión del Espíritu sobre los creyentes, el anuncio del Mesías y de su muerte salvadora para la redención del mundo. Y esa historia de la salvación llega a su punto culminante en esta noche santa, durante la cual escuchamos una vez más la proclamación de la resurrección de Cristo, que ilumina la historia de la humanidad...

Qué alegría, amadísimos hermanos, tener, como nosotros tenemos, la gracia maravillosa de ser iluminados por el Señor, que rompe las tinieblas de nuestras mentes y corazones para que podamos ver con claridad la grandeza de Dios, de nuestra propia condición humana, y para poder caminar sin tropiezos por el sendero de la vida hacia el Reino de la luz admirable del Señor. Por esa gracia, por nuestra fe, por pertenecer a la Santa Iglesia de Dios, demos rendidas gracias al Señor de la vida, y apreciemos la grandeza invalorable de gozar del don de la fe.

Sigamos a Cristo, luz del mundo

Por su muerte y resurrección, Cristo nos traslada del reino de las tinieblas al reino de su luz admirable (Cfr. 1 Pe 2, 9). La resurrección de Cristo es causa de nuestra salvación. Y para obtenerla efectivamente, es preciso que vivamos en la fe viva, práctica, operante por la caridad y plena de esperanza.

‘Vosotros sois la luz del mundo', nos dice el Señor (Mt 5,14).  Jesús quiere que quienes lo seguimos seamos luz para los demás. Que a través de una vida virtuosa, cumpliendo los mandamientos de la Ley de Dios, escuchando y cumpliendo sus palabras, que son palabras de vida, lleguemos a la salvación y difundamos la luz de Cristo a nuestro alrededor.

Nuestra participación en esta Vigilia Pascual nos llama a seguir a Jesucristo, a vivir a fondo y con autenticidad nuestra vida cristiana. Dejemos a un lado las cosas de abajo, es decir, el pecado, y toda la oscuridad, el dolor y la tragedia y la muerte que el pecado produce. La Iglesia de Cristo, los más de mil cien  millones de católicos que poblamos el mundo, estamos llamados a ser el pueblo de la luz, el pueblo de la vida, en contraposición a las tinieblas y a la muerte, que se manifiestan en la mentira, el desorden afectivo-sexual, el odio, la violencia, el asesinato, el aborto provocado, la guerra y el narcotráfico, entre otras cosas. Que dejemos a un lado la indiferencia religiosa o la vivencia mediocre, inconstante, ocasional, de nuestra fe. Iluminados por Cristo hemos de seguirlo siempre, todos los días, para poder también iluminar a nuestros hermanos con su luz maravillosa e indeclinable.

Gracias a Cristo resucitado la Iglesia vive, se renueva y crece por el mundo entero, en Caracas y en Venezuela. Qué alegría, mis queridos hermanos, ser miembros de ese pueblo santo de Dios, pueblo de la vida, del amor, de la paz y de la luz.

Los invito, pues, en esta solemne Vigilia pascual, a renovar nuestra firme adhesión a la Santa Iglesia, nuestra fidelidad al Señor, nuestra determinación de caminar como hijos de la luz, y de ser luz en el Señor, para todos nuestros hermanos, especialmente para nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo. ¡Seamos siempre luz para el mundo! ¡Vivamos como hijos de la luz! (Ef 5, 8).

Unidos a María Santísima, que al amanecer del domingo de Pascua tuvo el inmenso gozo de abrazar de nuevo a su hijo resucitado, glorifiquemos al Señor en esta solemne celebración, en la que vamos a renovar nuestras promesas bautismales, para seguir a Cristo, Luz del mundo, y gozar de la luz de la vida. Amén"

MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES

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