Escrito por Pompeyo Márquez Viernes, 25 de Abril de 2014
Coincidimos plenamente con el enfoque
de Mario Vargas Llosa y Antonio Ledezma referido al denominado “diálogo entre
gobierno y oposición”.
Es certero el juicio de Vargas Llosa
sobre los gobiernos democráticos de América Latina que tienen una actitud que
puede llamarse de complicidad con un régimen dictatorial, violador de los
derechos ciudadanos, asesino, torturador.
En principio, no se puede llegar al
diálogo con tan alto nivel de escepticismo sobre los acuerdos por lograr, tampoco
con la duda de cómo va a cumplir una dictadura militar los compromisos que se
contraigan.
Resumiremos en una sola frase lo que
hemos venido sosteniendo: esta es una dictadura militar dirigida por una
camarilla militar-civil que se creó a la sombra de Chávez. Igualmente
sostenemos que, con los fracasos del gobierno chavista durante 16 años, se ha
cerrado un ciclo histórico; que la lucha está planteada entre dos modelos de
sociedad, una autocrática y totalitaria -que es la que padecemos actualmente- y
una sociedad democrática donde impere una república civil y un régimen de
libertades, comenzando por la forma como se adelantan las elecciones donde el
abuso y el ventajismo es lo que predomina, además de la utilización por parte
del régimen del miedo y la coacción, a los empleados públicos y beneficiarios
de las llamadas misiones.
La negociación no se puede negar, pero
la lucha debe mantenerse. Hay una razón elemental: el Gobierno está armado con
los más diversos cuerpos represivos y no cesa en aplicarlos contra
manifestaciones pacíficas que reclaman el derecho a protestar. Son muchas las
razones para hacerlo, entre ellas, una inflación desaforada en alimentos que
alcanza niveles superiores a 97%; el desabastecimiento también hace insufrible
la vida de los ciudadanos.
Los estudiantes son la vanguardia de
este movimiento y deben mantenerse la presión mientras se dialoga con un
gobierno insincero. Somos, pues, partidarios del diálogo, pero también de la
lucha sostenida. Dependerá de la habilidad de la dirección política el mantener
la unidad, como dice Antonio Ledezma: “… que en la MUD tenemos claro que no nos
van a dividir”. La unidad es la clave.
Hemos señalado que no hay solución a
la crisis sin un cambio de gobierno y de régimen. En el camino de lograr esos
objetivos, se presentarán diversas incidencias, una de ellas es el diálogo que
actualmente se adelanta.
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