domingo, 20 de abril de 2014

Tiempo de justicia y perdón

FÉLIX PALAZZI sábado 19 de abril de 2014
Doctor en Teología Dogmática
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi


Cada día enfrentamos una realidad más profundamente polarizada ante la cual pareciera que la única salida es agudizar la confrontación. Para una parte importante de nuestra sociedad, las razones no solo son de índole política sino también económica, y advienen oscuras, pesadas, desesperanzadas y desmotivadoras. Ante el peso de la realidad, el diálogo, la tolerancia, la reconciliación, la convivencia lucen como soluciones vacías, de un imaginario iluso, con escaso valor y eficacia ante lo complicado de nuestro panorama nacional.

Junto a esta realidad, la imagen manipulada de una sociedad dividida en buenos y malos no solo ofrece una falsa comprensión del día a día sino que se funda en la más nefasta ideología que busca ganar o mantener cuotas de poder a costa de cualquier precio. Así se ha instaurado, evocado y hasta justificado el uso de la violencia que se configura como la forma ritual del poder. Desmontar la lógica del poder requiere renunciar a la dinámica de la violencia que coloca al otro como un adversario y no lo reconoce en su identidad. Desmontar la lógica del poder es colocar el poder al servicio del otro. Si no sirve imparcialmente, el poder acaba desvirtuándose en principios mezquinos, particulares y sectarios, y su único fruto es irremediablemente la violencia.

La justicia en estos días es fácilmente confundida con la venganza. Parece entenderse que aplicar justicia es aislar al máximo los derechos del otro. Cuando la justicia y la ley se colocan al servicio de la lógica de la violencia estas pierden estabilidad y autoridad moral. Por otra parte, reducir la justicia a la simple función de aplicar sanciones según la interpretación arbitraria de las leyes puede ser causa de grandes y profundas desigualdades e injusticias. La finalidad de la justicia no es únicamente el otorgar a cada quien lo que le corresponde, sino también el restablecer las relaciones entre las partes en conflicto. La ausencia de esta dimensión reconciliadora y sanadora que posee la justicia permite que ésta sea fácilmente analogada a la venganza y la represalia. Es un equívoco común con consecuencias nefastas separar ambas dimensiones de la justicia. Recuerda santo Tomás: "la justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción" (Catena Aurea, vol. I, p. 247).

De modo tal que también hay justicia cuando desde la misericordia y el perdón se busca sanar, reconciliar y restablecer las relaciones entre las partes en conflicto. Recordaba Juan Pablo II: "el compromiso a favor de la justicia debe estar íntimamente unido con el compromiso a favor de la paz". Si queremos construir la paz tan deseada, ésta debe ser el horizonte que permita abrir paso a la justicia en el restablecimiento de una sana relación que fomente la convivencia.

Doctor en Teología Dogmática
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi

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