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jueves, 21 de abril de 2016

Un balance del Socialismo del siglo XXI en Venezuela (I) por @aroliveros


Por Asdrúbal Oliveros y Carlos Miguel Álvarez



La bonanza económica y resultados sociales

En un país donde en los últimos 16 años ha reinado la misma ideología política y los resultados han sido, al día de hoy, poco alentadores, es necesario ir varios años atrás para entender el porqué de este cambio tan severo que comienza con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia venezolana en 1999. Por este motivo, estudiamos el entorno económico, político y social de Venezuela desde el año 1970.

La economía venezolana, durante el período 1970-1986, puede ser dividida en etapas según el dinamismo económico. El período 1970-1973, de recuperación y expansión moderada; 1974-1978, de expansión pronunciada y cambios de carácter nominal en la economía; 1978-1982, una recesión económica en términos reales en contraste con una expansión nominal;
y 1983-1986, un período marcado por la recesión y los ajustes económicos. En este sentido, el período entre 1979 y 1986 fue de una caída profunda en la actividad económica, con un alto deterioro en el bienestar social, un descenso en la calidad de vida del venezolano, de ampliación de la brecha entre ricos y pobres, con presiones inflacionarias agudas, de considerables desajustes del sector externo y de políticas públicas notablemente contradictorias.

En el período previo al socialismo del siglo XXI resaltan diversos episodios como el primer intento fallido de estabilización macroeconómica en 1989, debido a los shocks petroleros negativos de los ochenta y la incapacidad de la economía venezolana para manejarlos; la Apertura Petrolera en Venezuela que se desarrolló en el período 1992-1999 y la crisis financiera 1994-1996. Desde 1999, el cambio político que ha experimentado Venezuela ha provocado una redefinición de la estructura institucional y de las bases y principios del sistema económico venezolano.

Los precios del petróleo, el factor más relevante

Por una parte, contrario a lo ocurrido durante los ochenta y la mayor parte de los noventa, desde que el presidente Chávez fue elegido, se ha presenciado un aumento significativo en los precios del petróleo (a excepción de 2001 y 2009). En Venezuela, en febrero de 1999, el precio de la CPV rondaba los US$8,4/bl, alcanzando su punto máximo en 2012, cuando promedió los US$103,5/bl.


Esto se tradujo en un incremento importante en los ingresos del gobierno que alcanzaron niveles nunca antes vistos en la economía venezolana, lo que promovió el gasto público de manera exagerada. Sin embargo, estos grandes ingresos no fueron suficientes para el sostén de su modelo y el financiamiento tanto de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) como del Estado venezolano fue un factor común durante el período 2001-2011. Al día de hoy, tanto Venezuela como Pdvsa han cumplido con todas sus obligaciones por servicio de deuda, pero a costa de una posición externa vulnerable. Esto hace pensar que el Estado se enfrenta a un problema de liquidez más que de solvencia. Por otro lado, actualmente, el acceso a financiamiento internacional se encuentra cerrado dados los altos niveles de riesgo que representa invertir en deuda venezolana.

El tipo de cambio, una historia de distorsiones

Otro factor que cobra especial relevancia en el contexto económico de Venezuela a la llegada de Hugo Chávez a la Presidencia es el tipo de cambio. Desde junio de 1996, en Venezuela se había establecido una política de anclaje del tipo de cambio a través de un esquema de bandas, donde la cotización de la moneda extranjera variaba libremente dentro del rango establecido por el BCV. Este mecanismo buscaba garantizar la estabilidad del tipo de cambio, priorizando el objetivo anti-inflacionario por el cual fue implementado. Para ello la política monetaria debía mantener un perfil restrictivo y así evitar un posible exceso de oferta monetaria que pudiese afectar la estabilidad del tipo de cambio. En este sentido, el esquema fue efectivo, ya que le permitió a la economía pasar de niveles de inflación por encima de los tres dígitos en 1996 a cifras de 35,8% en 1998 y de 12,3% para el año 2001, la tasa más baja en Venezuela desde 1986.

Desde febrero de 2003, se implantó un control de cambios con tipo de cambio fijo que se estableció en VEF 1,60/US$ y se creó la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi). El control de cambios fue implementado en un momento histórico en el que el paro petrolero afectó de manera importante los ingresos de divisas, y en el que el tipo de cambio fijo y sobrevaluado (en ese momento en VEF 1,33/US$) llevó a una merma de 17,9% en el stock de reservas internacionales. Desde que se instauró el control de cambios se han llevado a cabo cinco devaluaciones.

Política económica

Por su parte, la política fiscal perseguía un incremento de los ingresos ordinarios, especialmente los no petroleros, y una reorientación del gasto con el objeto de aumentar su productividad mediante la reducción de organismos públicos, simplificación de los trámites y aumento del gasto de capital en el presupuesto. Frente a la posibilidad de una necesidad de financiamiento, la misma sería cubierta con financiamiento interno y externo. Sin embargo, la alícuota del IVA no varió y las metas no fueron cumplidas.

Sin lograr sus objetivos, en parte por la caída de los precios del petróleo, se abrió un espacio para la incorporación de un nuevo programa, el Plan de Desarrollo Nacional 2002-2007 basado en la iniciativa privada y con presencia del Estado en industrias estratégicas, pero con apertura a la inversión privada en el desarrollo aguas abajo del tejido industrial. En este sentido, el plan buscaba una redistribución de los recursos y factores que determinan los niveles de consumo e inversión. Sin embargo, luego de tres años con tasas de crecimiento altas y superados los efectos del paro petrolero, el Estado plantea el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013. En este nuevo plan se busca orientar a Venezuela hacia la construcción del “Socialismo del Siglo XXI” y se plantean sus lineamientos, la nueva ética social, la suprema felicidad social, una democracia protagónica y revolucionaria, el modelo productivo socialista, una nueva geopolítica nacional, Venezuela como una potencia energética mundial y la nueva geopolítica internacional.

Resultados económicos y sociales

Por otra parte, durante el período de bonanza, el crecimiento en Venezuela ha sido impulsado a través del gasto público, ubicando al país en una situación peligrosamente dependiente de los precios internacionales de crudo. En 2000 y 2001 el PIB creció y en 2002 se desplomó 8,9% debido al paro petrolero iniciado a finales de ese año. La economía no mostró signos de recuperación hasta 2004. A partir de allí, la tasa de crecimiento fue bastante alta durante varios años, aunque desacelerándose levemente (debido a frenos del consumo y la inversión). En 2009 y 2010 la economía venezolana retrocedió 3,2% y 1,5% respectivamente, como consecuencia de la crisis financiera internacional y el debilitamiento de los precios del petróleo.

Más adelante, la caída de los precios del crudo en 2009 arrastró al PIB en ese año y en 2010. Hasta diciembre de 2009, las preocupaciones de la mayoría de los analistas se centraban en los impactos sobre la economía de las intervenciones bancarias realizadas ese año. Además, siendo el 2010 un año electoral, se esperaba una fuerte expansión del gasto público con su correspondiente impacto en la actividad económica. Sin embargo, en materia cambiaria el Ejecutivo realizó un cambio sustancial estableciendo un régimen dual en Cadivi y permitiendo al BCV intervenir de forma más directa en el mercado permuta. Con esta modificación vino la devaluación en el tipo de cambio y un reacomodo de los actores participantes en este mercado. Aunado a lo anterior, la crisis eléctrica hizo implosión, con el reconocimiento por parte del Ejecutivo y el establecimiento de planes de racionamiento y de ahorro. Los resultados negativos de 2009 y 2010 estuvieron enmarcados en una suerte de incertidumbres políticas y sociales, bajos niveles de demanda, problemas para la obtención de divisas, racionamientos eléctricos, entornos de conflictividad laboral, desaparición del mercado de valores y la contracción real del gasto público. Estas variables orientaron las directrices de la producción.

Pese a que Venezuela fue una de las economías de América Latina que percibió un mayor volumen de ingresos como resultado de la mejora en el precio del petróleo a partir de 2010, paradójicamente también fue a la que más se le dificultó recuperarse de la crisis. Queda en evidencia que los elevados precios del petróleo ya no son una condición suficiente para que la economía recupere su senda de crecimiento y mucho menos para que ese crecimiento sea sostenible en el tiempo. Las cifras de inversión pueden también explicar este rezago de la economía venezolana en comparación con otros países de América Latina. La inversión en Venezuela ha presentado un declive persistente desde que comenzó el segundo mandato del presidente Hugo Chávez en 2006, la mayor caída ocurrió en el primer trimestre de 2010 cuando retrocedió cerca del 25,0% con respecto al mismo periodo del año anterior. A partir de este momento, la inversión tanto pública como privada se encuentra prácticamente estancada.

De esta forma, el modelo de crecimiento en Venezuela, con alta incidencia del gasto público y poca inversión, está lejos de ser estable. Los altos ingresos en divisas, producto de las ventas de crudo y el tipo de cambio fijo, aumentaron la masa monetaria presionando los precios al alza a través de un aumento en la demanda interna. Aunado a esto, los altos precios del petróleo permitieron al Gobierno importar todos los productos que la economía necesitaba, al tiempo que la industria doméstica redujo su competitividad frente a productos extranjeros más económicos debido a la sobrevaluación del tipo de cambio real. Dado que las necesidades internas eran satisfechas a través de importaciones, la industria se fue degradando poco a poco, perdiendo la capacidad de generar empleo y diversificar la producción del país.

Los precios y la dinámica inflacionaria

En el ámbito de inflación, desde que la administración actual tomó el poder, ésta se ha comportado volátilmente. Ante este escenario de presiones inflacionarias, el Ejecutivo marcó la pauta a seguir: luchar contra la especulación y profundizar la política de control de precios y de incremento de subsidios públicos. Además, las reformas aplicadas a la Ley del BCV desde 2002 han tenido como objetivo principal obtener dinero nuevo para monetizar el financiamiento del déficit fiscal del Gobierno, complicando aún más el tema inflacionario. De igual forma, los aumentos en los salarios desde el Ejecutivo Nacional cada año, junto con las pérdidas de competitividad, impactan negativamente en la inflación.

Por último, pero no menos importante, la falta de incentivos a la producción y a la inversión ha empeorado la situación a nivel de oferta de productos. Expropiaciones, intervenciones, controles de precios, restricciones en la adquisición de divisas, inseguridad jurídica y las continuas amenazas al sector privado se han unido al debilitamiento del sector productivo causado por la sobrevaluación del bolívar.


En lo social, todo parece haber sido un mito

Una de las herramientas utilizadas por el “Socialismo del Siglo XXI” para demostrar sus virtudes y ventajas que representa su ideología política y la manera de enfrentar la economía son las cifras relacionadas con empleo y pobreza. Durante los primeros años de gobierno la situación empeoró y en el año 2002, año en el que se dio inicio al paro petrolero, la pobreza llego a su punto máximo con una tasa de 31,2%, pero aún más grave es que la tasa de pobreza extrema se disparó hasta alcanzar el 13,0% mientras que la tasa de los pobres no extremos bajo hasta 18,2%.

Como hemos visto, según las cifras del INE, Venezuela en la década pasada tuvo un comportamiento muy positivo en el mercado laboral, con una reducción constante de la tasa de desempleo y de la informalidad. A pesar de las suspicacias sobre esta cifra, la metodología de medición del empleo usada en Venezuela se fundamenta en la norma de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que estipula que una persona se considera ocupada si trabajó al menos una hora la semana previa a la encuesta. Sin embargo, en el estudio se “escudriñan” estas cifras y se suman indicadores que hablan de una situación no tan positiva.

El problema real surge cuando la pobreza pasa a ser estructural. En el caso específico de Venezuela, según el estudio, utilizando el Método Integrado (Pobreza Coyuntural/Pobreza Estructural) se observa un aumento muy importante de la pobreza reciente, que de no ser atendida podría pasar a ser pobreza estructural.

18-04-16




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