Por Fernando Luis Egaña
Nicolás Maduro le ha
encargado a Jorge Rodríguez un trabajo muy específico: sabotear el proceso del
referendo revocatorio. La pretensión es que no se haga, lo cual, por cierto es
una pretensión muy difícil de realizar, al menos que se logre diferir la fecha
del referendo revocatorio para el 2017, cuando ya no tenga la misma eficacia
política. En ese caso, el revocatorio quedaría malogrado.
Estas cosas no suenan
gratas, pero hay que decirlas ahora, porque sería absurdo subestimar la
capacidad de maniobra de Jorge Rodríguez, en particular con un CNE que está
dispuesto a secundarlas. Lo cierto del caso, es que ya el proceso del referendo
revocatorio es más complicado que el efectuado en el bienio 2003-2004.
Por la vía reglamentaría, la
hegemonía se ha encargado de hacerlo más tortuoso. Recuérdese que el proyecto
de Reforma Constitucional de 2006, reforzaba las exigencias para su
convocatoria, y como ese proyecto fue electoralmente rechazado, las exigencias
se establecieron a través de reglamentos, y no nos deberíamos de sorprender si
surgen nuevas complicaciones normativas.
Mucha gente piensa que el
reciente firmazo es el definitivo, más no es así. Inventaron un “pre-firmazo”
para someterlo a un escrutinio de mala fe, siempre con el fin de encaratar las
cosas. En no poca medida, eso fue lo que hicieron durante el primer
revocatorio, y eso es lo que están haciendo en el segundo, sólo que en el
presente la situación política es extremadamente adversa al oficialismo, lo que
los motiva más a incrustarse en el poder.
En ese sentido, la presión
socio-política es indispensable para que se haga valer la voluntad popular.
Pero no una presión declarativa o meramente deliberativa, que al fin y al cabo
presionan poco. No. Una presión que encauce y demuestre el masivo descontento
social, y la correlativa aspiración de cambio político. Se están dando pasos en
ese camino, pero los pasos pueden ser más efectivos.
Minusvalorar al alcalde
Jorge Rodríguez, en su misión de verdugo del revocatorio, sería una estupidez.
Lo que corresponde es impedir que se salga con la suya, y ello no depende de
los legalismos burocráticos, sino sobre todo de la expresión política de la
abrumadora mayoría de los venezolanos.
Esta tiene que hacerse sentir,
hay que impulsar que ello sea así, hay que evitar que el pueblo venezolano sea
nuevamente burlado por el poder establecido, hay que producir el cambio
sustancial, con revocatorio o con renuncia.
05-05-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico