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lunes, 23 de mayo de 2016

Un CNE muy morrocoyudo @goyosalazar


Por Gregorio Salazar


Que Tibisay está criando una insólita especie de morrocoy ya nadie lo duda. No hace falta que nos lo diga Animal Planet mediante uno de sus famosos videos llenos de colorido y espectacularidad, porque a ese triste animal desde hace rato se le están viendo las cuatro patas.

La cosa es que Tibisay, sempiterna e impúdicamente conchuda, tiene su particular ejemplar de morrocoy. Y no es una mascota cualquiera, ni mansa ni inofensiva. Todo lo contrario, ellas y sus jefes están desafiando todas las leyes de la ecología política, del ecosistema de una democracia por el empeño de permanecer en el poder, reinando en un territorio que ellos mismos devastaron y cuya población hace esfuerzos por sobrevivir en medio del hambre y todo tipo de calamidades.


Me duele tener que usar la figura de un tipo tan buena gente como es el morrocoy para hacer gráfico el inmenso abuso que se está cometiendo contra el sentimiento mayoritario de los venezolanos. Y es que a este personaje de caparazón acampanada, de andar tan decente y parsimonioso, como asegurándose de cada paso que da, sin agredir a nadie para perpetuar la permanencia de su especie, uno lo quiere y lo admira.

Nuestra indignación no es, por lo tanto, contra el quelonio que nos regaló el reino animal, sino contra la repudiable, detestable, condenable, delictuosa y, en consecuencia, inaceptable maniobra de dilación con la cual se pretende facilitar que Maduro burle la voluntad de un pueblo que agobiado por el fracaso, la corrupción y los abusos de su Gobierno exige un cambio de rumbo.
La gente, la más humilde y sencilla gente de nuestro pueblo sólo aspira a vivir, progresar, convivir, aprender, procrear y ver crecer a sus hijos y los hijos de sus hijos en sana paz. ¿Por qué los ciudadanos de otros países tienen derecho a eso, señora Lucena, y nosotros no?

Lo que estamos viendo es una infame operación o “misión morrocoy” que el Gobierno le exige a sus cuatro dúctiles piezas del ente electoral y que ellas aceptan dócilmente, pretendiendo convertir la demostración de fuerza de la oposición, que recogió nueve veces el número de firmas necesarias para echar a andar el revocatorio, en una desventaja.

Lo anterior quiere decir que mientras más gente hubiera expresado su voluntad de convocar un referéndum más tortuoso y difícil, por no decir imposible, sería llegar a la consulta popular. Mientras más firman ustedes, más nos tardamos nosotros, mientras más gente quiera el revocatorio más lo vamos a retrasar, revela el absurdo e ilegal comportamiento del CNE.

¿Cómo puede ser bautizado, entonces, el extravagante ejemplar que están criando en el CNE? ¿El Tibicoy? ¿El Morrosay? Sea como sea, lo resultante es un adefesio que está causando honda indignación en el pueblo venezolano. Basta ver las etiquetas que se han posicionado últimamente, de lado y lado, en el Twiter para percatarse de que la temperatura del clima político está subiendo peligrosamente.

De manera canallesca se atiza el fuego: “el referéndum es una opción, no una obligación”. “La Asamblea Nacional perdió vigencia histórica”. “Este año no habrá revocatorio”. Y han llegado a insólito extremo de decir que las firmas han sido recogidas de forma tramposa, a pesar de que todo el planeta vio la forma abrumadora como la gente se volcó a estampar su rúbrica hasta cumplir tan sólo en horas con este primer requisito.

El pueblo venezolano se ha lanzado a la calle. Mientras hilamos esta nota vemos a la multitud enarbolando el tricolor nacional y desplazarse a lo largo de la avenida Libertador bajo una nube de gases lacrimógenos. La represión, que en otras oportunidades ha sido ejercida con ferocidad, es el último recurso que le queda a este Gobierno que sucumbirá estrepitosamente bajo el peso de su descomunal fracaso y entreguismo: la mayor operación de empobrecimiento y traición a la patria que se ha visto en Venezuela.

22-05-16




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