Alexander Cambero 10 de mayo de 2016
El
músculo descansa en el sarcófago que guarda las cenizas de la flojera
gubernamental. El régimen clausura el trabajo fecundo para escudarse en el
reposo embrionario, que caracterizó la rutina laboral del actual presidente de
Venezuela, Nicolás Maduro Moros. La nación envuelta en una pavorosa crisis de
dimensiones incalculables, lo cual la obligaría a esforzarse para poder lograr
el camino al éxito, sigue orientada a perder el tiempo en medidas absurdas que
lo que hacen es complicarla más. La administración primitiva del socialismo
mandó a la casa a millones de laborantes, que ahora se dan la mano con los 9
millones de desocupados que tenemos producto de la desquiciada política
económica que desoló el campo hasta hacerlo un desierto donde solo existe
ruina. Con sus descabelladas ideas hicieron posible el quiebre de las empresas
básicas de Guayana, la destrucción del sistema eléctrico nacional que también
contribuyó a que 18.000 empresarios terminaran colocando un candado en sus
portones.
El
planeta mira con estupor lo que ocurre en Venezuela. ¿Quién puede venir a
invertir en semejantes condiciones? La imagen de la nación deteriorada en grado
sumo son esas políticas las que fortalecen la palanca que nos empuja hasta el
abismo. Caímos hasta las honduras de lo imaginable. Con la mayor tasa de
desempleo del hemisferio, en contubernio con una galopante inflación, mandar a
los trabajadores a disfrutar de parones reiterados es la tercera pata de un
trípode de torpezas. Fue esta concepción absurda la que nos llevó de las
enormes posibilidades hasta la ruina. Pasamos de estar entre las primeras
veinte economías del planeta a deambular entre los países más pobres. ¿Cómo
hicieron para desbancarnos? Sencillamente se escudaron en algunas realidades
sociales de la época, para volcar todo su odio a través de un proyecto
hegemónico que busca construir una idea sobre el cadáver humeante de la
república, son las mismas teorías que llevan fracasando doscientos años y que
estos revolucionarios presentan como novedad.
Entre
lunas y disparates se tragaron nuestros incalculables recursos, aquí robó desde
el portero hasta el más encumbrado cisne rojo. Son una máquina dispensadora de
desaciertos. En el amplio camino de los desaguisados consiguieron un buen
escudero en el narcotráfico, son muchos los investigados que están próximos a
caer. Venezuela es la ruta segura que tienen los envíos para llegar a los
mercados de Asia y Europa. Según un informe de la oficina antinarcóticos de
Francia, los diez cargamentos más importantes detectados por el organismo galo
salieron de nuestro país. Con una característica fundamental: casi siempre los
detenidos son individuos sospechosos de terrorismo, que llevan entre sus
pertenencias pasaporte venezolano emitido de manera reciente.
Desde
Miraflores prosigue el reposo. Descansa el estado sin tener un ductor con
ideas. Duerme perdidamente, mientas el país sigue acorralado. La falta de seso
gubernamental hace que la única idea que se les cruce por la mente es declarar
días no laborables. Es el culto a la flojera como olivo del Olimpo de estos
individuos sin mesura. Es invitar al ocio para que suministre su dosis letal de
veneno para la sociedad. Quizás Nicolás Maduro crea que dirigir los destinos de
la nación se asemeja al puesto de chofer que tenía en la compañía Metro de
Caracas. El presidente se imagina que sigue durmiendo en el sofá gris en la estación
de Las Adjuntas. No estamos para que un hombre se duerma entre los brazos de su
incapacidad. Y más cuando su elección y nacionalidad están en entredicho.
Cuando más de 80% de los venezolanos pide a gritos su salida inmediata de
Miraflores.
El
músculo del país sigue durmiendo en el sarcófago. Casi amordazado como las
momias en el valle de la muerte; el régimen quiere que entre las esencias de su
purificación, esté el sándalo que hace que dormiten las voluntades. En un
rótulo amarillento se puede leer: Venezuela no laborable. Ese es el plan de los
que nos desgobiernan. Que nuestra patria termine aplaudiendo a la inmovilidad como principio de vida…

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