Por Henrique Capriles
No han pasado demasiados
días desde marzo de este año, expresidenta Michelle Bachelet, cuando una
comisión asignada por usted anduvo por acá… pero vaya que el Pueblo venezolano
ha sufrido en mayor escala la indolencia de un régimen que una parte de la
comunidad internacional no termina de retratar como lo que es: una dictadura
usurpando el Poder.
Creo que esa palabra,
“régimen usurpador”, debería estar entre sus apuntes iniciales de este viaje.
Sé que se trata de una etiqueta que muchos han ayudado a esquivar, siempre
mediante trampitas ideológicas y tibiezas de la política. Sin embargo, ahora
que ha decidido venir hasta este país, que para muchos no es más que un botín petrolero
pero que para nosotros es casa, patria y nación, quizás le resulte conveniente
saber que muchas cosas han cambiado entre el día de hoy y la visita de aquella
Comisión enviada por usted.
Lo advierto porque quizás a
usted le corresponda actualizar muchos renglones de aquel informe sobre la
situación de Venezuela que presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la
ONU. En especial porque también recuerdo que, en aquel momento, usted exigió
“que el equipo tenga acceso total e irrestricto, y que no se den represalias
contra ninguna persona que se haya entrevistado o haya tratado de entrevistarse
con ellos”. Y quizás le toque volver a exigir lo mismo.
En su agenda pública ha
quedado establecido que va a reunirse con los principales responsables de esta
desgracia. Y seguramente esa reunión tendrá lugar en alguno de los palacios que
usurpan acá en Caracas, donde desde hace algunas semanas el régimen intenta
mantener un espejismo de normalidad, donde hay agua y electricidad casi siempre
y “nadie” se queja.
Quien sepa de su lucha y de
su historia política, expresidenta Michelle Bachelet, puede pensar que no es
necesario explicarle cómo las dictaduras se esfuerzan en simular normalidades,
siempre ajenas a la verdad, mientras mantienen los calabozos llenos de presos
políticos torturados y reprimen cualquier intento de protesta que evidencie la
crueldad de quienes están a cargo de imprimirle el miedo a cada ciudadano.
Es por eso que intentarán
mantenerla en Caracas, pasearla por las fachadas que ya empezaron a pintar y
mantenerla ajena a lo que se vive en el estado Zulia, por poner un primer
ejemplo, donde son más las horas que pasan sin electricidad que las que tienen
el servicio, con una media de temperatura que suele estar por encima de los
32°C y que puede llegar a los 40°C sin ninguna dificultad. Ahí se han perdido
electrodomésticos y mucha comida, como es natural que usted intuya, pero
también se han perdido vidas.
Hay cifras que lo indican
claramente: Zulia, esa región que jamás se ha arrodillado políticamente a la
maldad del régimen, ha sido el estado más golpeado por una crisis que tiene en
los usurpadores a sus únicos responsables. Y no hay mayor diferencia al
infierno que se vive en Guayana, donde la vida no vale nada y las cosas han
empezado a tasarse en gramas de oro, como en cualquiera de las más violentas
naciones africanas del siglo veinte. Ni a lo que se vive en Oriente, donde las
familias no tienen gas para cocinar en el mismo suelo donde ese gas es extraído
y enviado a países aliados del régimen usurpador. Ni a lo que se vive en los
Llanos, donde no hay qué comer. Ni a lo que se vive en los estados fronterizos,
como Táchira, con la gasolina y el paramilitarismo.
Estoy seguro de que el
asunto de las regiones es un tema que intentarán evitarle en sus reuniones con
el régimen, pero en caso de que lo asuman como un punto de debate, prepárese
para la excusa de las sanciones estadounidenses. Se lo dejo por escrito porque
en marzo, hace apenas unas semanas, usted se manifestó “sumamente preocupada
por la magnitud y la gravedad de la repercusión de la crisis actual sobre los
Derechos Humanos, que constituye además un inquietante factor de
desestabilización regional”.
Antes de ese informe de
marzo, la Comisión que usted lidera no había hecho un informe sobre Venezuela
sino en junio de 2018. Hoy lo único que cambia es que esos mismos canallas que
viajaron por todos lados negando la Emergencia Humanitaria la van a recibir en
sus despachos, dispuestos a mentirle con cifras maquilladas y un parque
temático dispuesto para que usted no pregunte por el Hospital infantil J.M. de
los Ríos, por la extorsión que sus esbirros le hacen al personal y a los
familiares de niños enfermos, ni por lo que sucede en cualquier centro
asistencial del país.
Su intención será ocultar la
muerte que destilan en cada acción indolente, porque la única verdad aquí es
que desde Miraflores están matando a nuestra gente. Y estoy seguro de que la
actualización de las cifras de asesinatos que usted ya denunció, llevados a
cabo por la policía política de la dictadura, no la obtendrá en los despachos.
En nombre del dolor de los
familiares que viven el duelo de estos asesinatos de Estado, haga un esfuerzo
por entrar en contacto con las ONG’ s serias. Así también sabrá de las
mutilaciones y asesinatos en las zonas mineras, de los secuestros en las
fronteras, de los pacientes terminales que mueren al serles negada la atención
que en cualquier hospital de la región sería normal.
Actualice y revise de nuevo
la lista de los presos políticos, incluyendo a los diputados perseguidos
mediante allanamientos inconstitucionales de su inmunidad. Aproveche y pregunte
cómo fue ese proceso de allanamiento de inmunidades y cómo funciona esa
inconstitucional asamblea constituyente.
Sobre los apagones que
sirvieron de marco a la visita de aquella Comisión, a usted van a hacerle creer
que todo pasó. Es la dictadura alterando la realidad a conveniencia, algo que
usted conoce bien desde el siglo pasado, pero hoy en las regiones el grito de
desespero es infinito y doloroso.
También le harán creer que
las cifras del éxodo son falsas o que las protestas se han apaciguado,
reduciendo su idea de país a las pocas cuadras de Caracas que mantienen bajo su
dominio a punta de violencia y miedo. Cada día hay más presos por protestar: el
hambre, la gasolina, los servicios, los asesinatos, la corrupción. Son causas
que hoy mantienen presos a hombres y mujeres decentes que sólo quieren la vida
que merecen tener para sí y para los suyos.
Y si a pesar de todo esto
usted cree, expresidenta Bachelet, que las trampas ideológicas se mantienen
ahí, en el espejismo de una falsa solidaridad, pregúntese por los grandes temas
del pensamiento progresista y averigüe cuál es la posición de los
transportistas, las maestras, los campesinos, los pescadores, las madres de
familia, las enfermeras, los líderes obreros, los trabajadores públicos, los
pensionistas, la clase trabajadora. Sólo entonces le voy a pedir, expresidenta
Bachelet, que busque en su memoria los referentes dictatoriales que surjan de
su vasta formación política.
Ya con esas ideas en la
cabeza, luego de ver si su agenda le permite reunirse con los principales
líderes de las fuerzas democráticas que luchan por un cambio político
inmediato, luego de evaluar que se tratará de liderazgos amenazados,
perseguidos e inhabilitados, déjenos saber a los venezolanos honestos cuál es
el dibujo que se lleva de esto que vivimos en una tierra que fue referente de
progreso y democracia.
Hágalo pronto.
No se deje seducir por
quienes esperan verla bailando encima de los mismos muertos que ellos celebran,
mientras se ponen medallitas de hojalata ideológica.
Un país entero cuenta con
que su visita no sea el inicio del turismo político estéril, sino una señal de
que el cese de la usurpación está cerca y de que pronto la Democracia y la
Libertad nos permitirán escoger el mejor destino para esta tierra bendita.
16-06-19
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