San Josemaría 15 de agosto de 2020
@sJosemaria
Un
querer sin querer es el tuyo, mientras no quites decididamente la ocasión. -No
te quieras engañar diciéndome que eres débil. Eres... cobarde, que no es lo
mismo. (Camino, 714)
El
mundo, el demonio y la carne son unos aventureros que, aprovechándose de la
debilidad del salvaje que llevas dentro, quieren que, a cambio del pobre
espejuelo de un placer -que nada vale-, les entregues el oro fino y las perlas
y los brillantes y rubíes empapados en la sangre viva y redentora de tu Dios,
que son el precio y el tesoro de tu eternidad. (Camino, 708)
Otra
caída... y ¡qué caída!... ¿Desesperarte?... No: humillarte y acudir, por María,
tu Madre, al Amor Misericordioso de Jesús. -Un "miserere" y ¡arriba
ese corazón! -A comenzar de nuevo. (Camino, 711)
¡Muy
honda es tu caída! -Comienza los cimientos desde ahí abajo. -Sé humilde.
-"Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies". -No despreciará
Dios un corazón contrito y humillado. (Camino, 712)
Tú
no vas contra Dios. -Tus caídas son de fragilidad. -Conforme: pero ¡son tan
frecuentes esas fragilidades! -no sabes evitarlas- que, si no quieres que te
tenga por malo, habré de tenerte por malo y por tonto. (Camino, 713)
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