Orlando Viera-Blanco 06 de julio de 2021
@ovierablanco
“Fue
la resistencia a la ocupación, la sumisión, la humillación al acatamiento
colonial y el desplazamiento cultural, lo que inspiró el grito de la
soberanía.”
Cuatro
patriotas del Congreso de la República de Venezuela de 1811, fueron claves para
la declaración de nuestra independencia del imperio español. Juan Antonio
Rodríguez, Presidente del Congreso, Luis Ignacio Mendoza, Vicepresidente; Juan
Germán Roscio, corredactor de la Constitución de 1811 y Francisco Isnardo,
Secretario del Congreso Constituyente.
Después
de la firma del Acta de Independencia [A.I.] aquella tarde del 5 de Julio de
1811 en la Capilla de Santa Rosa de Lima, nace la I República que rápidamente
cae con la capitulación de San Mateo del Generalísimo Francisco de Miranda, el
25 de Julio de 1812. Bolívar marcha a Colombia e inicia la fundación de la II
República [1813] tras la campaña admirable. Desde la Batalla de Cúcuta y la
recuperación del río magdalena, Bolívar lidera las victorias de las Batallas de
Agua de Obispo, Niquitao, los Horcones y Taguanes, y mil km de ruta gloriosa.
Finalmente entra triunfante a Valencia, La Victoria y Caracas, donde es
proclamado el libertador…
No
hubiese habido 5 de Julio de 1811 sin 19 de Abril de 1810, cuando fue
sustituido Vicente Emparán otrora Gobernador de la Capitanía General. Bueno
destacar que Venezuela fue el primer país latinoamericano en declarar su
independencia de España. El A.I. consagró tres valores fundamentales: i.-La
justicia como instrumento sanador de la infamia, la instigación y “la guerra
entre hermanos”; ii.- El ideal de soberanía [sin negar nuestra esencia hispana,
mestizaje y el catolicismo como misma religión] y iii.- La felicidad como
derecho y anhelo de los pueblos autónomos. En los caminos andados por los padres
de la patria está la ruta para refundar la nueva república. Virtudes
republicanas sembradas en el A.I. de 1811, donde libra el deber histórico de
rebelión y emancipación.
La
guerra y La paz.
Rodriguez,
Mendoza, Roscio e Isnardi redactaron el A.I sobre los valores de dignidad de
los hombres, igualdad de los individuos, libertad de expresión y prohibición de
la censura. Marca el inicio de nuestra soberanía constitucional, un estado
libre, independiente y federal. Nace nuestra primera constitución [1811], que
nos emancipa de las prácticas coloniales impuestas durante trescientos años de
la América española.
La
influencia por las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa, fueron
historia viva y precursora. Recordemos el texto del acta: “Sordos siempre a los
gritos de nuestra justicia, han procurado los gobiernos de España desacreditar
todos nuestros esfuerzos declarando criminales y sellando con la infamia, el
cadalso y la confiscación, todas las tentativas que, en diversas épocas, han
hecho algunos americanos para la felicidad de su país”. Historia de
independencia, libertad y soberanía de los pueblos, que es historia de rescate
de la verdad…
Continúa
el acta: “Conducidos a la horrorosa suerte que vamos ya a apartar de nosotros
para siempre; con esta atroz política [sordos a la justicia], han logrado hacer
a nuestros hermanos insensibles a nuestras desgracias, armarlos contra
nosotros, borrar de ellos las dulces impresiones de la amistad y de la
consanguinidad, y convertir en enemigos una parte de nuestra gran familia.” Dos
siglos más tarde, Venezuela reedita esa política aterradora de oídos sordos a
la justicia que “hace a nuestros hermanos insensibles a nuestras desgracias”.
Sentencia
el Acta de Independencia: “Mas nosotros, que nos gloriamos de fundar nuestro
proceder en mejores principios, y que no queremos establecer nuestra felicidad
sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y declaramos como amigos
nuestros, compañeros de nuestra suerte, y partícipes de nuestra felicidad, a
los que, unidos con nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la
religión, han sufrido los mismos males en el anterior orden…” Un credo con
plena vigencia en nuestros días: rescatar nuestro sentido familiar por ser
nación de “una misma lengua, sangre y religión”, y nuestra voluntad de redimir
diferencias como pueblo amante de la amistad y de la paz. Valores sensiblemente
libertarios pero profundamente humanos, presentes ayer y hoy por nuestra
independencia.
La
guerra se impuso por el empeño de la corona de conservar sus dominios y
usanzas. Fue la resistencia a la ocupación, la sumisión, la humillación al
acatamiento colonial y el desplazamiento cultural, lo que inspiró el grito de
soberanía. La política de “la infamia, el cadalso y la confiscación de todas
las tentativas”, como negación del derecho fundamental de vivir en paz y
prosperidad, selló el levantamiento repuplicano.
Demos
nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro honor…
Concluye
el Acta del 5 de Julio de 1811: “Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y
autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente
al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de
derecho, Estados libres, soberanos e independientes, absueltos de toda sumisión
y dependencia de la Corona de España…y que como tal, tiene pleno poder para
darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus
pueblos, para hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las
naciones libres e independientes […] Para hacer válida, firme y subsistente
esta nuestra solemne declaración, demos y empeñamos mutuamente unas provincias
a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor
nacional”.
Es
Hora de hacer y ejecutar la paz, hora de romper cadenas y restituir la
república, de una misma sangre, de un mismo corazón, una misma lengua y
religión. No más ocupación.
¡Cúmplase!
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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