San Josemaría 10 de julio de 2021
@sJosemaria
Aprovéchame
el tiempo. -No te olvides de la higuera maldecida. Ya hacía algo: echar hojas.
Como tú... -No me digas que tienes excusas. -No le valió a la higuera -narra el
Evangelista- no ser tiempo de higos, cuando el Señor los fue a buscar en ella.
-Y estéril quedó para siempre. (Camino, 354)
Volvemos
al Santo Evangelio, y nos detenemos en lo que nos refiere San Mateo, en el
capítulo veintiuno. Nos relata que Jesús, volviendo a la ciudad, tuvo
hambre, y descubriendo una higuera junto al camino se acercó allí. ¡Qué
alegría, Señor, verte con hambre, verte también junto al Pozo de Sicar,
sediento! (...)
¡Cómo
te haces entender, Señor! ¡Cómo te haces querer! Te nos muestras como nosotros,
en todo menos en el pecado: para que palpemos que contigo podremos vencer
nuestras malas inclinaciones, nuestras culpas. Porque no importan ni el
cansancio, ni el hambre, ni la sed, ni las lágrimas... Cristo se cansó, pasó
hambre, estuvo sediento, lloró. Lo que importa es la lucha -una contienda
amable, porque el Señor permanece siempre a nuestro lado- para cumplir la
voluntad del Padre que está en los cielos. (...)
Se
llegó a la higuera, no hallando sino solamente hojas. Es lamentable
esto. ¿Ocurre así en nuestra vida? ¿Ocurre que tristemente falta fe, vibración
de humildad, que no aparecen sacrificios ni obras? ¿Que sólo está la fachada
cristiana, pero que carecemos de provecho? Es terrible. Porque Jesús
ordena: nunca jamás nazca de ti fruto. Y la higuera se secó
inmediatamente. Nos da pena este pasaje de la Escritura Santa, a la vez que
nos anima también a encender la fe, a vivir conforme a la fe, para que Cristo
reciba siempre ganancia de nosotros. (Amigos de Dios 201-202)
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/dailytext/no-te-olvides-de-la-higuera-maldecida/
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