Por Luisa Pernalete
La señora Ana, en
Barquisimeto, trabaja limpiando en casas de familia por día. Es verdad que no
tiene toda la semana comprometida, pero en una jornada, en donde le dan
desayuno y almuerzo, le pagan 30 bolívares (poco más de 6 dólares). La señora
Eva es peluquera: corta pelo a domicilio, cobra 4 dólares por un corte. El otro
día se juntaron 4 personas, y ella en unas dos horas, ganó 4 dólares. ¡Qué
bueno que Ana y Eva puedan vivir de su trabajo! Aunque no tengan reconocimiento
social. Hay que decir que ambas son buenas en lo que hacen.
Me quedé pensando en
esos casos, y lo comparé con los ingresos actuales de los docentes de escuelas
oficiales y subsidiadas. Les hago un resumen: un docente I, o sea el primero en
el escalafón, esos que tienen entre 1 y 5 años de servicio, gana al mes, con
salario de base y primas y bonos, unos 10 dólares; un docente V, lo más alto
del escalafón, que supone más de 20 años de servicio, con bonos y primas, unos
22 dólares al mes; un directivo, con toda la responsabilidad que tiene, al mes
entre 26 y 27 dólares.
El dato del párrafo
anterior da para pensar y preocuparse, y son base para entender por qué las
renuncias de educadores. Eso, en el mejor de los casos, pues a veces ni
siquiera envían su carta de renuncia, simplemente abandonan, pues las
liquidaciones son tan ridículas, que no vale la pena buscarlas. Cuando a la
profesora Olga, de Ciudad Bolívar, la jubilaron, recibía una cantidad tan
pequeña que ir a Caracas a hacer trámites resultaba más costoso que lo que le
darían…No fue.
No sabemos cuántos
profesionales de la educación han abandonado las aulas en los últimos años,
pero son miles de miles… Se dé liceos públicos que han reducido secciones
por falta de docentes, sé de escuelas que han cerrado turnos por falta de maestros…
Aunque no tengamos estadísticas nacionales.
Crece mi admiración y
agradecimiento por esos educadores que están subsidiando al Estado cuando,
además de atender a sus alumnos, hacen otras cosas para poder seguir educando.
Como Luzmary, de la escuela de Fe y Alegría en la isla de Margarita, además de
ser excelente como maestra, y muy servicial, hace dulces criollos y los fines
de semana va por las calles de su comunidad vendiendo el producto de su trabajo
extra. O el caso de Edward, licenciado en Educación, con postgrado, subdirector
de un colegio de Fe y Alegría al oeste de Barquisimeto, además de su rol de
directivo, está sustituyendo a profesores de su área que han renunciado, y por
las tardes, trabaja en una pizzería… Subsidia pues su vocación de educador.
Uno los admira, pero comprende que no se puede pedir heroísmo eternamente, como
bien dice el padre Alfredo, cuando ve el heroísmo de docentes de La Vega, en
Caracas.
También están los casos que simplemente renuncian y se dedican a otra cosa para poder mantener a sus familias. Como el caso de Julio, profesor de Biología en un liceo oficial de Caracas. Su caso lo reseñó Efecto Cocuyo hace unos meses. Renunció a las aulas, sintiéndolo mucho, y trabaja como vigilante. El sueldo supera con creces el que tenía como profesional de la educación. ¡Qué pena!
Sin maestros no hay
escuela, sin maestros no hay educación ni presencial ni a distancia. Sin
educación no hay presente ni futuro para los niños, niñas, adolescentes y
jóvenes. Sin docentes formados no se puede tener “educación integral de
calidad”, como lo dice la CRBV en su artículo 103. Sin educación no se
sale de ninguna crisis.
Si queremos educación
para nuestros hijos, nietos, para el país, tenemos que cuidar a los educadores.
Exigir al Estado que cumpla con sus obligaciones, que destine recursos
suficientes para la educación -salarios, infraestructura y servicios- pero
también la sociedad tiene que activarse en esa defensa de la educación y de los
docentes: empresarios, familias, medios de comunicación… Tener una buena
educación nos favorece a todos.
Por eso, si usted, que
no es ministro, pero puede hablar, si tiene hijos, hermanos, nietos en edad
escolar, reconozca el trabajo de los maestros, hágales saber que valora lo que
hacen. Eso ayuda, y si además forma parte de alguna organización o utiliza las
redes sociales, no deje pasar la oportunidad para reconocer esa labor, y pida a
las autoridades que cumplan con su deber. Recordemos que la educación oficial
es el 85% de la educación nacional, y es la que está más huérfana.
Me gusta recordar que
en Japón, los tres oficios mejor pagados son el de policía, porque cuida a las
personas, el de médico, porque las cura, y el de maestro, porque forma a las
personas.
Defender a la educación
del país pasa por defender a los educadores y cuidarlos.
22-01-22
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