Eddie A. Ramírez 25 de enero de 2022
El
dogmatismo pareciera tener cada día más adeptos. No es extraño, ya que esa
tendencia ha aflorado en muchos países en tiempo de crisis. Cuando determinada
situación nos agobia y no se visualiza una salida nos abocamos a identificar un
culpable. Por lo general ese culpable es quien nos ha causado daño, pero a
veces señalamos a quienes endosamos, con razón o sin ella, la responsabilidad
de obstaculizar la vía para salir del atolladero.
Culpables por acción: Tenemos claro que la dictadura de Maduro es la culpable del desastre. Curiosamente, muchos compatriotas exoneran a Hugo Chávez, responsable del inicio de la debacle. La devaluación de nuestra moneda y la caída de la producción petrolera evidencian la responsabilidad del teniente coronel. La pérdida de valor del bolívar la conocen todos, pero algunos ignoran lo sucedido con el petróleo o achacan a las sanciones el colapso de la producción.
El
colapso petrolero: Según cifras de la Opep, la producción en el
año 2001 fue de 2.862.000 barriles por día (b/d) cayó a 2.586.000 b/día en el
año 2002 como consecuencia del paro petrolero de abril y del paro cívico de
diciembre; se desplomó a 2.305.000 b/d en el 2003, como consecuencia del
despido ilegal de casi 23.000 trabajadores. En el 2005 subió a 2.633.000 b/d,
por inercia y por estar las instalaciones en perfectas condiciones, lo que
demuestra que no hubo sabotaje, como todavía afirman los fanáticos rojos.
Después del 2005, la producción petrolera ha caído año tras año por falta de
inversión, de personal capacitado y la politización. Hoy es de solo 681.000
b/d. Maduro terminó de hundir al país. Eso lo reflejan las encuestas, los
resultados en votación total el 21 de noviembre y los recientes de Barinas.
Culpables
por omisión: Por estar consciente del rechazo el régimen
tenía que hacer abortar el referendo revocatorio que lo hubiese defenestrado.
Al respecto, lo que extraña es la conducta del liderazgo opositor. Lo lógico
hubiese sido que todos cerraran filas para apoyar esta iniciativa. Unos se
hicieron los desentendidos, otros lo rechazaron. Algunos alegan que no se
pronunciaron porque era imposible que tuviese éxito. Cierto, las condiciones
ilegales impuestas por el CNE, de que deben recogerse el 20 por ciento de las
firmas en cada estado, que los firmantes deben acudir a los pocos centros
establecidos por el sumiso organismo electoral y que el régimen tenía derecho a
conocer la identidad de los solicitantes, lo hacían inviable. Pero lo que los
demócratas exigimos a nuestra dirigencia es que luche por derogar esas
condiciones inconstitucionales y no que permanezca pasiva. A última hora el CNE
estableció otro obstáculo infranqueable, como es la recolección en un solo día
de las firmas en puntos limitados. Quizá, en una maniobra de propaganda engaña
bobos, el sumiso CNE acuerde más días y más puntos para la recolección de
firmas, pero ese no es el principal escollo.
La
Constituyente: Queda apelar a una Asamblea Constituyente. No
es la vía que preferimos en estos momentos, pero hay que apoyarla. Sus
proponentes son ciudadanos bien intencionados, aunque algunos dan declaraciones
como si fuesen los dueños de la verdad. Se oponen a elecciones organizadas por
el CNE. No les faltan razones, pero no toman en cuenta que en plena popularidad
de Chávez lo derrotamos en su primer intento de reformar la Constitución y en
el 2015, con Maduro en el poder, ganamos las dos terceras partes de la Asamblea
Nacional. Además, cuando hemos ido unidos, con organización, testigos en todas
las Mesas, y candidatos apropiados hemos ganado varias gobernaciones y
alcaldías. ANCO quiere organizar la elección sin participación del CNE. Ojalá
lo logre y la comunidad internacional apoye para que el régimen reconozca los
resultados. Otro punto de atención es lograr candidatos de la unidad
democrática.
La
Corte Penal: Un distinguido amigo indica que es necesario
tomar en cuenta que la Corte Penal Internacional pareciera querer acelerar sus
procedimientos y quizá decida enjuiciar a Maduro y a otros. Hay señales
alentadoras. Esto debería producir una implosión en el régimen para lograr una
transición pacífica. ¿Es posible? Sí. ¿Es probable? No lo sabemos y no depende
de nosotros, pero es deseable.
Elección
adelantada o en 2024: La otra opción es presionar y conseguir en la
negociación en México una elección adelantada. No es fácil. Hemos rechazado
prepararnos para la elección del 2024, con liderazgos renovados. Cuando un
distinguido compatriota como Ismael Pérez Vigil y otros, consideran que hay que
considerarla no debemos descartarla. Sin embargo, hay que presionar para que se
adelante.
La
gran crisis nos ha vuelto dogmáticos, unos más, otros menos. Como sabemos por
la historia, el dogmatismo, político o religioso, ha traído muchas desgracias.
En el caso de nuestra política hay seguidores de Torquemada, tanto en la
dirigencia, como en los dirigidos. Si no deponemos nuestros dogmas, se hará más
difícil salir de esta pesadilla. El fanatismo ha impedido la unión. Sin la
misma se dificultará ejercer presión para salir de la usurpación.
Como
(había) en botica: El dogmatismo fue factor importante en
nuestra guerra Federal e impidió la unidad en la lucha contra la dictadura de
Gómez. La lograda contra Pérez Jiménez costó muchos años; Copei solo se integró
cuando el dictador suspendió la elección e impuso el referendo. Nos complace el
éxito en Francia de la joven periodista Andreina Flores y de la cantante lírica
María Fernanda Brea. Felicitaciones. ¡No más prisioneros políticos, ni
exiliados!
Eddie
A. Ramírez
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