Orlando Viera-Blanco 26 de enero de 2022
@ovierablanco
Amartya
Sen, premio Nobel de Economía, ha escrito una obra extraordinaria: “La idea
de la Justicia”. De ella rescatamos las bases fundamentales del valor
superior de la justicia y de la humanidad en tiempos de modernidad y post
ilustración.
Vale
entender que tanto las dictaduras como las revoluciones perdieron vigencia.
Modelos de poder moralmente alguna vez justificados por venir colmados de la
“ética” de lo que T.S. Eliot dice: “no viajéis bien, pero seguid adelante”. La
humanidad tomó otra dirección. El juicio consecuencialista del guerrero de la
India, Arjunta. Viajar, pero hacedlo bien, sin destruir a nadie…
La guerra justa
La
tesis “moralista”, viajar, no importéis cómo, basada en la contención del
cuerpo social derramado institucionalmente [Juan Donoso Cortes 1847
discurso en defensa de la dictadura, ver infra], va de la mano con el
ideal deontológico citado por Sen. Krishna, consejero de guerra de Arjunta, le
dice a este guerrero invencible de la epopeya india, “hay que combatir sin
importar las consecuencias”. Lo que importa es la dignidad de los pueblos, su
resistencia. Es la “legalidad de la guerra”, de la “guerra justa”, de una
sociedad que, según Donoso, debe inmunizarse del hecho corrosivo e invasivo del
anarquismo de fachada republicana. Es la lógica de la razón, la “sociedad al
servicio de la ley” y no la ley al servicio de la sociedad que legaliza el
dictador “en todas sus barbaries, en todas las ocasiones y en todas las
circunstancias”.
Exalta
Donoso en su tribuna parlamentaria [1847]: “Cuando la legalidad basta para
salvar a la sociedad, la legalidad; pero cuando no basta, la dictadura.
Señores, esta palabra tremenda, que tremenda es, aunque no tanto como la
palabra revolución, que es la mas tremenda de todas…” Donoso -discípulo de
Joseph Maistre- elevado exponente de la divinidad por encima de todo-que piensa
en el hombre como un mal irracional, dotador de guerras y demonización de la
historia, pone en conflicto “el instinto a su razón y su razón a su instinto”,
cuando concluye que las revoluciones-“que estad seguros vienen del cielo y que
vienen por culpa y para castigo de todos”-deben ser contenidas por “la vida
social, la vida humana, luminosa e indestructible que es la dictadura”. La
vacuna entonces según el erudito de Salamanca no es la ley sino el orden
gendarme y conservador, que es la ley del sable apadrinada del monarca, que es
la ley de dios.
Esa
moral de la guerra y la paz de Tolstoi [también influenciado según
Isaías Berlín por Maistre], de la dictadura, la fuerza, como pústula de la
revolución, que ha sido superada por el pensamiento liberal y moderno, esto
es, la democracia como cosa de todos (J. Stuart Mills). La humanidad
ha entendido que ni la ética de la guerra justifica la paz, ni la
ética de la justicia redime el exterminio revolucionario o fascista de las
clases sociales o la raza. El tema es prevenir, comprehender y medir las
consecuencias de la violencia, incluso de la ley al servicio de la persecución
[apartheid, Slavery Fugitive Act/Siglo XIX, Ley contra el odio], para
reforzar el camino de la institucionalidad.
Mas
vale prevenir…
Comparto
la tesis de Sen apoyado en Arjunta, que emplaza el consecuencialismo. “No
es lo mismo morir de hambre por otras circunstancias que morir de hambre por
alguien que busca un resultado […] No es lo mismo capturar a un
hombre, que detenerlo arbitrariamente y torturarle”.
El
pensamiento de Amartya Sen nos conduce a una inevitable reflexión: La guerra,
las dictaduras, las revoluciones, son un medio para lograr un fin impropio. Aun
conquistando paz o libertad, lo es en apariencia, siendo el costo de
“culminación” del antiguo régimen, muerte, barbarie, devastación y terror. Peor
el remedio que la enfermedad contrariando a Donoso. La argumentación india
resume la expresión peninsular, “mas vale prevenir que curar”.
Sobre
la Revolución Francesa sentencia Juan Donoso Cortes: “Las revoluciones son
enfermedades de los pueblos ricos; las revoluciones son enfermedades de los
pueblos libres. El mundo antiguo era un mando en que los esclavos componían la
mayor parte del género humano; citadme cuál revolución fue hecha por esos
esclavos”. Y volvía con la dictadura como respuesta, como gobierno legítimo de
acción y reacción, de flujo y reflujo de fuerzas invasoras. ¿Lo falaz?: Las
revoluciones, sean de ricos o pobres, traen caos, arbitrariedad y violación de
DDHH: La justicia revolucionaria, de los comités de salud, las comunas.
Adam
Smith, Condorcet y Wollstonecraft lanzan al mundo una visión diferente a la
defensa de la Dictadura de Donoso. Es “la prevención de la injusticia
manifiesta en lugar de buscar lo perfectamente justo. Por ejemplo, cuando la
gente se movilizó por abolir la esclavitud en los siglos XVIII y XIX no lo hizo
por la ilusión de un mundo perfectamente justo, sino porque una sociedad con
esclavitud resultaba totalmente injusta. Lo realmente justo entre Estado y
ciudadanos, es lo que Sen llamó el institucionalismo trascendental. Es la
justicia la que determina, fortalece y consagra las instituciones. Para Smith,
Condorcet y Wollstonecraft, esa fue la trascendencia de la abolición de la
esclavitud. La justicia como institución trascendente que evita e impide
sangre, dolor y lágrimas.
El
poder de los hombres
Salir
de la dictadura de las masas o de los sables, demanda un salto a la democracia
de las cosas, que es la justicia. La democracia a
diferencia de la guerra, la dictadura o las revoluciones, es un fin en sí
misma. Por eso la justicia de los modernos no es normativa sino inmensamente,
maravillosamente liberal, que conduce a una sociedad no perfectamente justa,
pero sin duda, no totalmente injusta…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco.
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