Tulio Ramírez 24 de enero de 2022
No hay
nada que genere más morbo que una teoría de conspiración. Por más
inverosímiles y rocambolescas que parezcan esas explicaciones, el cerebro nos
coloca en el sabroso dilema de acariciar lo misterioso, lo insólito y lo
absurdo, aun a sabiendas de que la probabilidad de que sean ciertas, sea
remota.
Pareciera
que necesitamos una dosis de adrenalina con triqui traquis, para que nuestra
psiquis no se muera del aburrimiento. El asunto es que de creerlas nos puede
impulsar a realizar conductas erróneas o estúpidas.
Por ejemplo, mi compadre Güicho asegura que hubo una maléfica componenda entre su suegra y su esposa para que comprara, al vago de su cuñado, un motor de lancha inservible. Le insistieron que debía prepararse para el nuevo diluvio universal que Trump estaba organizando, para acabar con nosotros, los latinos.
El
compadre se comió el cuento. Le hicieron pagar una fortuna por una chatarra que
nunca usará ya que no tiene lancha ni casa en la playa. Está convencido de que
alguna mente cochambrosa (por razones de seguridad prefirió omitir nombres), le
convenció de que ese cataclismo inducido artificialmente por unas fulanas
fuerzas del mal, era inminente.
Les
aseguro que no, el compadre no ha sido el único en actuar torpemente por culpa
de alguna teoría de la conspiración. En películas como el «Código Da Vinci», se
deja caer la bomba sobre la posibilidad de que Jesús haya tenido un jujú con
María Magdalena. Les aseguro que más de un sacerdote se frotó las manos. “Si
pudo él, por qué no, nosotros”. Allí comienzan los problemas.
Otro
caso es el de los asiduos a los documentales en TV, que intentan demostrar la
presencia de alienígenas en el planeta. Aseguran que algunos gobiernos lo han
mantenido en secreto porque no “estamos preparados para conocer la verdad”.
Ante esta Teoría más de uno habrá visto con desconfianza a Udaldrico, el
raspadero de Macuto o al sargento Peláez, el policía recoge borrachos de Betijoque,
ya que “podrían ser Kriptonianos que nos espían”.
Hay
Teorías de Conspiración para todos los gustos. Cada quien se puede aferrar a
una y socializarla en cumpleaños, bautizos, velorios y colas para cobrar la
pensión. Que sean falsas o verdaderas es lo de menos. Lo importante es
compartirlas hablando en voz baja como si estuviéramos revelando un gran
secreto.
Sobre
el covid-19 hay varias teorías conspirativas. Para unos, fue
elaborado en un Laboratorio de Wuhan, financiado por unos tipos con mucho
billete. La idea fue esparcirlo por el planeta y, después de la mortandad,
crear un Nuevo Orden Mundial.
Para
otros, el fulano virus nunca ha existido. Ha sido una estrategia mediática para
mantenernos a merced de una vacunación que solo favorece los grandes
laboratorios transnacionales.
Usted
puede anotarse en cualquiera de estas dos Teorías, pero le aconsejo que se
vacune, aunque sea a escondidas, digo porsia.
La política
nacional no está exenta. Para algunos, la victoria de Barinas es el producto de
una componenda entre gobierno y oposición, orientada desde La Habana. Según
esta teoría Arreaza se caló el sol inclemente, regaló neveras y lavadoras y
prometió construir puentes donde no había ríos, solo para simular una reñida
campaña electoral. Como ven, teorías conspirativas hay, como
para tirar pal´ techo. Escoja la que quiera.
Tulio
Ramírez
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