Por Roberto Patiño
El 15 de enero Nicolás
Maduro acudió a la Asamblea Nacional oficialista para cumplir con la obligación
de presentar la Memoria y Cuenta de su gestión durante 2021.
El evento, presentado
por la red de medios públicos como la comparecencia de un monarca a las
“cortes” de su reino, estuvo muy lejos de los estándares de un presidente
democrático obligado a presentar un balance del gasto público, entre otras
razones, porque en Venezuela, desde hace mucho tiempo y por iniciativa del
régimen, no existe una Ley de Presupuestos que obligue al poder Ejecutivo a
manejar de manera transparente las cuentas del Estado, y porque la división de
poderes en el país es apenas un recuerdo tras dos décadas de desprecio revolucionario
por los valores democráticos.
Dentro del compendio de
mentiras enarboladas el sábado, resultó especialmente chocante escucharle decir
que 2021 fue el año del inicio de la recuperación económica, a razón de una
supuesta mejora en los datos en el último trimestre, y la previsión de un
crecimiento en el producto interno bruto venezolano, un dato sacado debajo de
la manga de los propagandistas de Miraflores, que contradice los más optimistas
análisis de firmas especializadas.
La pobreza se ha
instalado en Venezuela con una inflación en dólares que golpea a los
venezolanos, como en ninguna otra parte del mundo. Los bodegones y la vida
nocturna de algunas calles del este de la ciudad de Caracas, no es un síntoma
de la mejora de la economía, sino un indicador de las desigualdades económicas
que se han instalado en el país, al amparo de un supuesto socialismo que ha
sido eficiente sólo en redistribuir la pobreza y dar oportunidades a quienes
están cerca del poder y aceptan jugar bajo sus reglas.
Señalar que en
Venezuela la pobreza alcanza a 17,7% de la población y que la pobreza extrema
está presente en 4,1% de los hogares venezolanos es una bofetada para los
millones de venezolanos que sobreviven en el país o que se han visto obligados
a arriesgar la vida saliendo de nuestras fronteras. Gracias a la rigurosidad de
las universidades autónomas, podemos tener un imagen más completa y compleja de
lo que vemos todos los días en las calles y sabemos que, a diferencia de lo que
dice el régimen, 94,5% de los venezolanos están en situación de pobreza y que
la pobreza extrema, según la encuesta Encovi, lastra el futuro del 76,6% de
nuestros ciudadanos.
Quienes vivimos en
Venezuela sabemos que lo expuesto el 15 de enero es una imagen distorsionada y
grotesca de lo que ocurre en el país, un esfuerzo de propaganda que nada tiene
que ver con la vida de millones de venezolanos que salen todos los días a
luchar por su sobrevivencia. Si en el país subsiste una verdadera organización
popular que lucha y se empodera de su destino es a pesar de la situación
económica a la que nos ha llevado el régimen y por fuera de las aspiraciones de
control de la vida social que tiene Miraflores.
Este abierto conflicto
con el más elemental sentido común y rechazo a reconocer la realidad del país,
forma parte de una política oficialista que está obsesionada con la
preservación del poder. Lo que tuvo que ser un acto de humilde reconocimiento
de la gravedad de la situación económica y social que atraviesa Venezuela, se
convirtió, el pasado sábado, en la auto proclamación de un caudillo que se
percibe a sí mismo como el único capaz de dirigir los destinos de los
venezolanos hasta 2030.
Estas manipulaciones
del 15 de enero reafirman nuestro deber y compromiso por recuperar la
democracia. Sólo en un sistema que de plenas garantías a sus ciudadanos, en el
que exista la separación de poderes, en el que se deje trabajar a la prensa, a
las organizaciones de la sociedad civil y al poder popular organizado, se podrá
garantizar una verdadera contraloría de lo público. Sólo así el acto protocolar
de presentar la Memoria y Cuenta del Ejecutivo recuperará el valor contralor
que tiene en la Constitución y volverá a ser el espacio y el momento para saber
el verdadero tamaño de los retos que tenemos por delante.
El venezolano no quiere
más cuentos ni eventos proselitistas en los que se rinda culto a la
personalidad del hombre fuerte. Quiere un gobierno democrático, que no le
mienta a sus ciudadanos.
Trabajar por este
objetivo es nuestro compromiso.
Cofundador de Alimenta
La Solidaridad y de Caracas Mi Convive.
www.rpatino.com
28-01-22
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