Lester Toledo 09 de diciembre de 2022
@LesterToledo
Confieso
que me sentó muy bien la noticia de ese pedacito de justicia que empezó a
llegar por el sur del continente con la condena a Cristina Fernández de
Kirchner, así como también llegó a Perú, apenas horas después, con la detención
de quien intentó dar un golpe de Estado. Sin duda, es un respiro y una señal de
que la justicia siempre alcanza a los delincuentes.
La
vicepresidenta de Argentina ha sido condenada por haber defraudado a su nación,
sólo en lo demostrado, por más de mil millones de dólares. Definitiva o no la
sentencia, aunque aún falten instancias por judicializar, esa es la gran
verdad.
Lo hemos dicho al referir a Nicolás Maduro, y lo ratificamos hoy con estos casos de Argentina y Perú, la justicia tarda, pero finalmente llega, y en el caso de Cristina Fernández de Kirchner, el yugo de la justicia le está llegando muy de cerca.
Ella
respondió, claro que respondió como era de esperarse, con evasivas, huyendo de
sus propias culpas, lavándose el rostro y las manos, argumentando persecución y
saña de la justicia y su oposición. El argumento al que dio más fuerza, y en el
que insistió, era que no pensaba lanzarse a nada, pero es que ese no es el
detalle, el detalle es que robó descaradamente, es que ella y su familia
amasaron fortunas metiéndole la mano a la riqueza de ese país y a los bolsillos
de los argentinos, a esos mismos que le quitaron la comida de la boca para
ellos enriquecerse.
Fue
una condena, a mi juicio muy sutil para lo que en realidad merece, pero condena
al fin. La ex jefa de Estado recibió condena de seis años de cárcel y la
inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos por haber participado,
junto a su difunto marido, el expresidente Néstor Kirchner, en varios delitos,
destacando la adjudicación de 51 obras públicas a varias firmas de su amigo, el
empresario Lázaro Báez. Resulta que se demostró que esta empresa habría
recibido 80% de todos los contratos públicos de construcción de carreteras en
Santa Cruz, lugar de nacimiento de Kirchner.
La
pareja logró amasar una fortuna producto de comisiones y sobreprecios. Al punto
de que se habla de un fraude al Estado de mil millones de dólares. Así lo
describe bien la fiscalía, mil millones de dólares.
Si
bien, ver tras las rejas a Cristina, tal vez resultará improbable por lo
establecido en el código penal argentino, con esta condena, se convirtió en la
primera vicepresidenta en ser condenada por corrupción en el ejercicio de su
cargo.
Y tal
decisión la incluye en la lista, junto a sus otros aliados de la izquierda
latinoamericana conocida como “marea rosa de la izquierda”, que han sido
condenados por delitos de corrupción, entre ellos el presidente electo de
Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el exmandatario de Ecuador, Rafael Correa.
Sin dejar de mencionar las acusaciones de corrupción que existen en contra del
difunto Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, y citando el famoso caso del maletín
con 800.000 dólares, que iban destinados a la campaña de Cristina Fernández, y
que fueron incautados en el aeropuerto de Buenos Aires al empresario
venezolano-estadounidense Guido Antonini Wilson.
Lo
triste de este episodio de Argentina es que mientras Cristina goza de los
beneficios y de dinero mal habido, y podría quedar impune, esta nación se
enfrenta a un fin de año con 40% de su población viviendo en términos de
pobreza, con ingresos, que en su mayoría, no le alcanza para llegar a final de
mes. En medio de una crisis desatada por quienes dirigen ese país y allí,
Cristina Fernández, está metida hasta el cuello. En este caso, la justicia
tardará en llegar, pero llegará y Cristina será juzgada y condenada por lo que
realmente es y los delitos que ha cometido. Ha sido condenada por robar y de
eso, no hay duda.
Lester
Toledo
@LesterToledo
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