PEDRO BENÍTEZ 09 de diciembre de 2023
Mientras
que el miércoles 6 de diciembre el canciller de Venezuela, Yvan Gil, por medio
de un comunicado en la red social X difundía su versión de la conversación que
sostuvo con el canciller de Guyana, Hugh Todd, aclarando que la misma se había
dado a solicitud de su colega, pero poniendo en evidencia la actitud positiva
de las dos partes con respecto a la diatriba limítrofe en desarrollo, el Fiscal
Tarek William Saab dictaba órdenes de captura contra varios de los
colaboradores de más confianza de la candidata presidencial María Corina Machado
(Claudia Macero, Pedro Urruchurtu, Henry Alviarez), del presidente de Súmate,
Roberto Abdul (clave en la organización de la primaria del pasado 22 de
octubre), a un grupo de dirigentes del partido Voluntad Popular (todos en el
exilio y con otras órdenes de aprehensión encima), así como a dos ex ministros
chavistas, enemigos jurados de Nicolás Maduro.
Todos son acusados de participar en una macabra conspiración destinada a perjudicar el referendo sobre el Esequibo del día 3 de diciembre que habría sido financiada por la transnacional Exxon Mobil.
Además,
y poniendo en evidencia que la consigna de María Corina, “la soberanía no se
consulta se ejerce”, le pegó, en las horas previas Nicolás Maduro dictó una
serie de medidas a fin de “asegurar” el Esequibo, a saber: la creación de una
Zona de Defensa Integral (militar), de PDVSA Esequibo, CVG Esequibo y designó
como autoridad única del mismo al mayor general Alexis Rodríguez Cabello,
fijando su sede político-administrativa en Tumeremo a unos seguros 75 kilómetros
de distancia del límite con el territorio en disputa. Es decir, están montando
un gobierno imaginario. Una de esas cosas que tanto le criticaron al Interinato
de Juan Guaidó.
Los
anuncios de Maduro
Por
cierto, Maduro efectuó esos anuncios desde Fuerte Tiuna en el marco de una
reunión conjunta del Consejo Federal de Gobierno y el Consejo de Defensa de la
Nación en donde afirmó: “…Guyana debe saber que arreglamos esto por las buenas
o lo arreglamos”. Eso sí, tuvo la prudencia de agregar que “…más temprano que
tarde llegaremos a una solución pacífica…”.
En
medio del torrente informativo hay otros dos detalles que vale la pena
destacar; el día lunes 4 el gobierno guyanés le pidió a Cuba la mediación en la
disputa y el diario Granma publicó una escueta e inocua nota de prensa
informando sobre los resultados oficiales del referéndum efectuado en
Venezuela.
Pero
mientras que en La Habana se preparan para ser los anfitriones de una gran
encuentro de reconciliación entre Maduro y su par Irfaan Ali (este tipo de
cosas a la dictadura cubana le encantan), y luego de 72 horas de haberse
efectuado la consulta popular con carácter vinculante, la FANB no ha empezado
una gran operación militar para recuperar todo o parte de 159 mil k2 despojados
al país en mala hora por la pérfida Albión, sino que ha sido el SEBIN (la
policía política) la que ha salido a perseguir y meter presos a venezolanos
inocentes. Se reactiva así la tristemente célebre puerta giratoria
característica del sistema de represión creado con asesoría castrista.
Maduro
nos empieza a mostrar sus cartas
De
modo que Maduro nos empieza a mostrar sus cartas. En su juego no hay intención
alguna de que Venezuela recupere todo o parte del Esequibo. Mucho menos desea
ir a una guerra o mandar aviones Sukhoi a sobrevolar Georgetown. Tampoco luce
como probable que expulse del país a Chevron por venderle petróleo venezolano a
la Exxon o se pelee con las empresas chinas o con el gobierno del hermano Lula
en Brasil (todos con inversiones en el Esequibo). Estúpido no es. Es más, al
igual que Hugo Chávez está dispuesto a entregar esa reclamación a cambio de
seguir en el poder. El objetivo supremo es ese y no otro.
Es por
eso que, luego de varias semanas en las cuales el tema de la primaria y hasta
el nombre de la ganadora de esa jornada habían desaparecido en los medios oficiales
y oficiosos, así como en sus respectivas cuentas en las redes sociales (a
excepción del espacio semanal de variedades y chismografía del primer
vicepresidente del PSUV), y poner a hablar a todo el mundo del Esequibo, el
Fiscal se sacó de la carpeta de pendientes el asunto de la primaria y arremetió
contra la ganadora de esa jornada ciudadana.
Si a
los mejor informados, o más memoriosos, la operación en marcha contra María
Corina les recuerda lo que se hizo con el equipo de colaboradores de Henrique
Capriles por allá en 2013 y con los de Juan Guaidó en 2019, no es casualidad.
Es la misma táctica. No meterla presa, pero sí hostigar a los que la rodean.
Tampoco lo es que el referéndum sobre el Esequibo del pasado 3 de diciembre
guarde significativos parecidos en su ejecución, opacidad y dudas con la
“elección” acontecida el 30 de julio de 2017 de los 545 integrantes de la hoy
olvidada Asamblea Nacional Constituyente. “Elección” en la cual el CNE de la
época cumplió un papel protagónico.
El
plan
Es el
mismo plan, con más o menos el mismo reparto actoral, pero con ajustes en el
libreto y una puesta en escena más ambiciosa. Sin ánimo de ofender a los
admiradores de Samuel Beckett o Eugène Ionesco, es algo así como una versión
libre del teatro del absurdo donde la trama no parece tener significado alguno
y la secuencia no tiene ningún sentido. Eso sí, la ausencia de humor es
absoluta, porque no se trata de una comedia sino de un drama para millones de
venezolanos.
En
aquel teatro que fue esa Constituyente se discutió de la nada y sobre la nada.
Puede que sea el único cuerpo de esas características donde nunca se redactó
siquiera un borrador de constitución y fue disuelta pacíficamente sin pena, y
menos gloria. A su alrededor se tejieron todo tipo teorías sobre sus auténticas
intenciones, que no podía ser otras que las de consagrar la elección indirecta
del presidente e instaurar definitivamente el modelo institucional cubano en
Venezuela. Nada de eso ocurrió.
Pero
sí cumplió su objetivo: dividir a la oposición y lanzarla al terreno de la
abstención en el siguiente ciclo electoral (regionales y municipales,
octubre/diciembre 2017 y presidenciales mayo 2018).
Maduro
no se plantea entregar el poder, ni a otro candidato chavista
Eso es
lo que se busca hoy. Maduro no se plantea entregar el poder, ni a otro
candidato chavista (tipo PRI), ni a un candidato opositor “aceptable”. Sus
mensajes entre líneas son: el CNE está a mi servicio, con votos no me van a
sacar y votar no sirve de nada. Es una guerra contra la psiquis de la
población. Alimentar la desesperanza y la resignación colectiva. De eso se
trata.
Está
dispuesto a que vuelvan las sanciones si la alternativa es perder el poder,
pero no cree que eso ocurra. Calcula que a la administración Biden le interesa
más aliviar el tema de la migración venezolana, mejorar el suministro petrolero
y evitarse un conflicto armado en esta parte del mundo. Es parte del farol.
Pero
por encima de todo, sacar una vez más a la oposición de la ruta electoral. En
noviembre de 2017 el preso fue Roberto Picón, principal asesor electoral de la
MUD. Ni coincidencia ni casualidad. Su temor principal es que la oposición se
organice y vote. Mientras se insista en que hay que votar contra viento y
marea, más subirá él la apuesta hasta que la liga se le rompa porque nadie
tiene el don de la infalibilidad.
PEDRO
BENÍTEZ
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