Orlando Viera-Blanco 21 de noviembre de 2024
@ovierablanco
Las
posibilidades de cambio político en Venezuela ante la llegada de Donald Trump a
la Casa Blanca, es plausible. Lo primero es evitar la polarización en el
análisis para contener su banalización. La privatización del crimen no está
sobre la mesa. Lo que sí luce es una recomposición de alianzas globales y correlación
de fuerzas hemisféricas convenientes para abrir el compás.
La
estrategia política hacia Venezuela podría tener un cambio significativo de la
otrora política aislacionista y presión máxima, a la disuasión inteligente.
Tras años de sanciones, presión diplomática y un apoyo visible a líderes de
oposición como Juan Guaidó, surge la pregunta: ¿Puede Trump en un segundo
mandato lograr lo que no se consiguió en el primero? Y, en ese contexto: ¿Cuál
sería el papel de figuras como Edmundo González Urrutia en una eventual
transición política?
El legado de Trump en Venezuela: lecciones de un primer intento
Durante
su primer período como presidente, Trump aplicó una estrategia de máxima
presión contra el régimen de Nicolás Maduro. Las sanciones económicas, bloqueo
de activos y el reconocimiento de Guaidó como presidente interino, llevaron a
momentos que parecían augurar el fin del régimen. Sin embargo, esta política no
consiguió la anhelada transición.
Los
críticos argumentan que la falta de una estrategia militar, sumada a los
errores de liderazgo dentro de la oposición venezolana, limitó el impacto de la
política de Trump. Pero en un segundo mandato, Trump podría venir dispuesto a
lograr la reapertura democrática en Venezuela, considerando el interés
geopolítico, estratégico y energético que representa para EEUU y punto de
acceso para contrapartes como China, Rusia e Irán.
Edmundo
González Urrutia, reconocido como presidente electo por los venezolanos el
pasado 28 J, podría jugar un rol crucial. González Urrutia, un diplomático que
sabe deslizarse por la diplomacia de baranda, institucional, discreto, aboga por
una transición política que incluya reformas profundas en el aparato judicial,
económico y militar de Venezuela. Su visión democrática: emancipación
injerencista, respeto a los DDHH y justicia penal internacional.
Su
misión es ser un puente entre las fuerzas internacionales y EEUU, la Unión
Europea, la unión interamericana de aliados democráticos y las facciones de la
oposición venezolana. González Urrutia aporta credibilidad y visión estratégica
para amalgamar el liderazgo de Maria Corina Machado y líderes de la plataforma
unitaria [no impostores] adversos al régimen de Caracas. Trump tanto se aleja
de una fragmentación política de la oposición venezolana como se acercará a un
frente unido sólido, real y legítimo.
¿Qué
podría hacer diferente Trump esta vez?
En su
segundo mandato Trump podría aplicar un enfoque más agresivo, basado en tres
pilares: i.-Un aislamiento más elaborado del régimen de Maduro, que incluya
naciones aliadas y corporaciones. Esto implicaría el fortalecimiento de las
sanciones secundarias, que buscan presionar a países que dan pulmón a Maduro.
ii.-Apoyo logístico y militar: Aunque una intervención directa podría generar
rechazo internacional, el respaldo a operaciones de inteligencia y
fortalecimiento de negociaciones con las FFAA Venezolanas, es una ruta.
iii.-Consolidación de una oposición renovada: González Urrutia será clave para
pactar un plan de transición unitario.
A
pesar de los posibles cambios en la estrategia estadounidense, la transición en
Venezuela enfrenta varios obstáculos: i-El apoyo militar interno a Maduro;
ii-La fragmentación de la oposición; iii-El impacto de la comunidad
internacional: Cuba, Rusia, Irán y China tienen intereses estratégicos en
Venezuela. Si bien el regreso de Trump podría revitalizar la presión sobre
Maduro, el éxito de una transición dependerá de factores tanto internos como
externos. A lo interno Edmundo González podría ser reconocido como Presidente
electo, pero Trump no reeditará un ‘Gobierno Interino’. A lo externo-teniendo a
Marco Rubio en el Departamento de Estado-se enfocaría en una negociación eficaz
con las FFAA y neutralizar la injerencia de Cuba.
En
última instancia el destino de Venezuela dependerá no sólo de las decisiones
tomadas en Washington. Necesitará la capacidad del pueblo venezolano para
removilizarse. La pregunta no es sólo si Trump y González Urrutia pueden poner
a Maduro “contra la pared”, sino si Venezuela está lista para encarar una nueva
primavera tutelada por Trump, donde María Corina liderará un papel fundamental
de inspiración, reactivación y calle.
Marco
Rubio como Secretario de Estado: ¿Un punto de inflexión para Cuba y Venezuela?
La
designación del Senador Marco Rubio como Secretario de Estado representa un
cambio significativo en la política exterior de EEUU hacia América Latina.
Rubio-conocido por su posición firme contra los regímenes autoritarios de Cuba
y Venezuela-fue defensor de las políticas de máxima presión. Los orígenes
cubanos de Rubio y su posición como líder influyente en el Senado [RREE] le han
permitido moldear gran parte de la política hacia la región.
Como
Secretario de Estado, tendría una plataforma más poderosa para ejecutar una
agenda más eficiente y de pronto menos aislacionista. Intensificar la presión
sobre aliados claves como China, Rusia, Irán, México, Colombia, Brasil y
Turquía, es una alternativa, al tiempo que incentiva las alianzas con El
Salvador, Argentina, Panamá, Costa Rica, Ecuador, Perú, Guatemala y otras islas
del Caribe.
Aunque
EEUU no es parte del Estatuto de Roma, igual podría realizar aproximaciones
diplomáticas con la Corte Penal Internacional y otros países tenedores de
jurisdicción Universal [12 en total entre ellos: Canadá, Alemania, Argentina,
Países Bajos, España y Suiza]. También podría fortalecer acuerdos de
cooperación en materia de Justicia Internacional Penal: crimen organizado,
narcotráfico, trata de personas, tráfico de dinero sucio, etc. La vigilancia
policial y militar se intensificará contra el tráfico ilegal de drogas, oro,
derivados de petróleo, armas, minerales, cuyo eje de servidumbre es Venezuela.
No más ignorancia deliberada. En otro sentido, protegerán a Citgo, evitando sea
rematada patio estadounidense.
El
caso de Venezuela: ¿puede Maduro resistir?
El
régimen de Díaz-Canel enfrenta una crisis económica y social sin precedentes.
La dupla Rubio/Trump podría acelerar el colapso del sistema cubano, su
aislamiento financiero, limitación del turismo y otras exportaciones claves
para la economía cubana. Bueno resaltar exportaciones de países como España [1
Billón de dólares], Rusia Canadá [295 Millones], Italia [327 Millones], China
[760 Millones] e incluso desde EEUU [280 Millones]. Cuba exporta 1.2 Billones
de dólares, que no es poca cosa en un país de 11 Millones de habitantes y
recibe 5.2 Billones en inversión, por cierto, embriagado de petróleo venezolano
por más de 20 años. Estas variables están en la mira del nuevo inquilino de la
Casa Blanca.
Rubio
enfrentará desafíos importantes: i.-El costo político de una postura dura: La
presión máxima podría ser vista como una agresión innecesaria dificultando la
construcción de coaliciones multilaterales; ii.-La resistencia interna en ambos
regímenes: Tanto en Cuba como en Venezuela, las élites políticas y militares
resistirán las presiones externas, mientras mantienen el control interno;
iii.-La política interna en EEUU: Rubio podría enfrentar oposición en el
Congreso, donde sectores republicanos y demócratas podrían colegir, interferir
o desmarcarse del balance de estas políticas.
La
triangulación diplomática como factor de cambio.
Cualquier
estrategia para lograr un anhelado cambio en Cuba y Venezuela dependerá de
factores claves como el nivel de unidad de la oposición, el papel de las FFAA
en Cuba y Venezuela y la capacidad de disuasión que logre EEUU en países
afectos a Cuba y Venezuela.
Una
estrategia interesante podría ser la “triangulación diplomática”, es decir,
negociar con actores internacionales claves, incluso divergentes como Rusia,
Brasil [Lula], Colombia [Petro], México [Sheinbaum], Trudeau [Canadá], Sánchez
en España, Meloni en Italia, Borrell en el Parlamento Europeo; sumando Milei
[Argentina], Boric [Chile], Bukele [EL Salvador], Noboa [Ecuador], Mulino
[Panamá], Chaves Robles [Costa Rica], La Calle Pou [Uruguay], Santiago Peña
[Paraguay] y Bernardo Arévalo [Guatemala].
La
triangulación diplomática pasa por diferentes incentivos dependiendo de cada
interlocutor. Moscú podría obtener garantías sobre sus inversiones en la
industria petrolera y minera venezolana; reducción de sanciones económicas y
evitar una intervención militar directa o indirecta de EEUU en conflictos
rusos, activando una negociación solapada en esas disputas. Es la política a
cuatro manos: Ucrania, Israel, Irán y Latam. Trump ha demostrado capacidad para
negociar con Rusia. Preservación de los intereses económicos de Rusia vs.
neutralidad en la transición.
Lula
Da Silva, exhibe una “postura más moderada” hacia Venezuela que su predecesor
Jair Bolsonaro. Ha evitado una confrontación directa con Maduro, pero busca
evitar el colapso del país vecino, generando una crisis migratoria regional.
Los posibles incentivos para Lula: i.-Liderar un esfuerzo diplomático regional
que refuerce su protagonismo en América Latina; ii.-Garantías de que cualquier
transición en Venezuela respete la soberanía del país y no implique una
intervención militar extranjera; iii.-Beneficios económicos y comerciales en la
reconstrucción de Venezuela. Trump ofrecería una alianza pragmática con Lula
consolidando la economía sureña representada en Argentina , Brasil, Chile,
Uruguay y Paraguay [la nueva Venezuela incluida].
Gustavo
Petro sería el vecino incómodo. La relación que ha mantenido con Maduro es
ambivalente. Ha promovido el restablecimiento de relaciones diplomáticas con
Venezuela pero también ha señalado la necesidad de reformas democráticas en el
país. Posibles incentivos: i-estabilización de la frontera colombo-venezolana
afectada por el contrabando, la inseguridad y el flujo migratorio;
ii-Participar en la reconstrucción económica de Venezuela (beneficiando
empresas colombianas) y iii-Consolidar su liderazgo regional. Trump podría
ofrecer a Petro colaboración en temas fronterizos y de seguridad, mientras lo
incluye en un marco de negociación multilateral para legitimar el proceso de
transición.
Es
probable que México mantenga una postura de no intervención [Doctrina Estrada]
similar a Andrés Manuel López Obrador. Pero los incentivos serían:
i.-Participación en un esfuerzo regional que refuerce la imagen desconocida de
Sheinbaum; ii.-Garantías de estabilidad regional y comercial;
iii.-Posibilidades económicas en la reconstrucción de Venezuela. Trump al
incorporar a México en la negociación podría revisar aspectos geopolíticos y
económicos, aliviando las cargas fiscales, tarifarias y migratorias.
En
conclusión, Trump podría construir una estrategia progresiva, integradora y
multidisciplinaria: reconocimiento de intereses comunes con cada uno de los
actores involucrados en una transición pacífica, democrática y económicamente
estable en Venezuela; garantías para Maduro y su círculo cercano de inmunidad o
exilio seguro; creación de un marco multilateral que involucra a organismos
internacionales como la ONU, la OEA o el Grupo de Contacto Internacional, más
el apoyo a un liderazgo opositor renovado donde Edmundo Gonzalez Urrutia tendría
una misión consensual y María Corina un rol de redención política histórico
bajo la tutela de Donald Trump.
En
pocas palabras recordando aquella “invitación” a estar y marcharse que le
hiciera el ex presidente Mexicano Vicente Fox a Fidel Castro, cuando quiso
participar en la Cumbre de las NNUU sobre el Financiamiento al desarrollo en
Monterrey, Donald Trump también podría convidar a Maduro: ¡Comes y te vas…!
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico