Por Roberto Patiño
En el país vivimos una
crisis sistémica. Afecta todos los aspectos de nuestra vida, manifestada en un
caos y colapso inducidos y aprovechados por el régimen de Nicolás Maduro para mantenerse
en el poder.
Una de las consecuencias de
esta situación es la orfandad institucional a la que estamos expuestos: los
fallos y los problemas no son atendidos por el Estado, cuyas instituciones no
tienen ni la voluntad ni las capacidades para cumplir con sus funciones. Por el
contrario, en muchos casos se convierten en canales de hostigamiento y chantaje
a los ciudadanos, así como de implementación de sistemas de control, represión
y sometimiento como los CLAP, las misiones, las FAES, etc.
En este sentido, el papel de
las redes de apoyo y las organizaciones civiles se ha redimensionado,
adquiriendo una importancia y prioridad significativas para la gente, en este
contexto de indefensión social, sobre todo en los sectores más vulnerables de
nuestra población, golpeados con más dureza por la crisis.
Pero también se empieza a
producir una articulación entre organizaciones y diversos sectores sociales,
ante la necesidad de abarcar a más personas; así como de sumar conocimientos y
capacidades, ante la evolución de la emergencia nacional que padecemos, de
dimensión y complejidad cada vez mayor.
Redes o grupos con objetivos
específicos en áreas como alimentación, salud o derechos humanos diversifican
actividades o se complementan con otros actores, para dar alivio no solo a los
problemas que abordan en lo particular, sino también a los problemas de otros
ámbitos, que acaban solapándose entre sí por la crisis.
Por ejemplo, nuestra
iniciativa de Alimenta la Solidaridad está enfocada en aliviar la emergencia nutricional
en niños y jóvenes, en un modelo de organización y articulación de madres,
comunidades, voluntarios, organizaciones civiles y donantes. Sobre la
implementación de comedores, y de las actividades relacionadas directamente a
estos objetivos, se han desarrollado programas de capacitación, jornadas de
salud, actividades culturales, emprendimientos, recuperaciones de espacios
públicos. De igual forma, se han aliado redes de apoyo o se ha reproducido el
modelo alrededor del programa en otros ámbitos distintos a la emergencia
alimentaria. Nuestro ejemplo es el de la gran mayoría de las organizaciones que
hacen vida en el país, que en muchos casos amplían el rango de sus acciones o
incluyen sectores que no están directamente relacionados con su trabajo.
Es fundamental señalar que
el contexto de radicalización del modelo de hambre, destrucción y violencia del
actual régimen, la profundización de la crisis escala a condiciones cada vez
más extremas. Sin un cambio político, avanza el deterioro de las condiciones de
vida y es imposible la viabilidad del país. La necesidad de organización y
articulación civil se hace más necesaria, ante la consolidación del Estado como
factor principal de inestabilidad, represión y colapso.
Es prioritario generar,
fortalecer y continuar estas redes e iniciativas organizacionales, así como
propiciar que se articulen entre sí y con los diversos sectores de la sociedad.
Esta vía permite utilizarlas al mismo tiempo como herramientas de renovación
social, política y económica. Debemos entender que la articulación y la
organización de las personas y sectores sociales constituye no solo una
respuesta coyuntural para el abordaje de la crisis. De igual modo, significa
también la expresión de la propia sociedad en la construcción de una nueva
convivencia para el país, que siente las bases para una nueva Venezuela:
inclusiva, democrática, productiva y solidaria.
robertopatino.com
16-08-19
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