Emilio Nouel 16 de agosto de 2019
@ENouelV
“Sufrimos una forma grave de amnesia y esto hace que seamos
el
continente perdido, o para citar al viejo Baroja, el continente tonto”.
Jorge Edwards
continente perdido, o para citar al viejo Baroja, el continente tonto”.
Jorge Edwards
El
resultado de las primarias (PASO) argentinas es desconcertante no solo para
muchos argentinos, también para quien desde cualquier rincón del mundo haya
pensado que ese país estaba dejando atrás el nefasto legado peronista.
Aun
cuando sabíamos que Mauricio Macri la tenía difícil, habida cuenta de su
performance económica, condicionada por la enorme y espinosa cuesta que debía
remontar luego del desastre kirchnerista, enorme corrupción desatada incluida,
no nos esperábamos tal desenlace, esa gran distancia de votos frente a un
contendor que representa a una dirigencia política y moralmente desacreditada.
Cuatro
años no son suficientes para enderezar los grandes entuertos económicos que
arrastra Argentina, ni para convencer a un país que lleva en su ADN el
populismo peronista, de la necesidad de cambiar su visión cortoplacista de las
cosas.
Pero,
sobre todo, creímos que los grandes escándalos de obscena corrupción de los
Kirchner y su banda, iban a enajenarles el apoyo popular y, en consecuencia, la
mayoría se iba a decantar en las urnas, por una opción política moderna que ha
demostrado ser responsable y trasparente en su ejecutoria gubernamental, a
pesar de los errores.
No fue
así, y como dijo el presidente Macri, el “voto bronca” lo vapuleó en estas
primarias, es decir, el voto motivado por el malestar económico con sus
necesidades inmediatas, el de los que no ven los logros positivos en otros
campos de la actividad del gobierno.
El
respaldo que ha cosechado el kirchnerismo populista y corrompido, hasta cierto
punto, es explicable. Los latinoamericanos seguimos dando muestras de
desmemoria o de que nos importa un bledo que los gobernantes roben a manos
llenas el patrimonio público y trafiquen con el poder en su propio interés.
También
el discurso demagógico, propio de una izquierda anacrónica y trasnochada, se ha
impuesto en Argentina.
“El
perfecto idiota latinoamericano”, ese consumidor inveterado de mitos absurdos,
genéticamente estatista y, por supuesto, antinorteamericano, que nos describió
hace unos años atrás Carlos A. Montaner, Plinio A. Mendoza y Álvaro Vargas
Llosa, ha vuelto por sus fueros (aunque no se haya ido nunca) a la tierra de
Alberdi y Borges.
Los
latinoamericanos continuamos dando estos tristes espectáculos de inmadurez
política, que, por cierto, en años recientes los europeos inexplicablemente
emulan. El nacionalismo populista, incluso en expresiones extremas, con su
estrechez de miras, se ha apoderado también de los espíritus del viejo
continente, y ni hablar de los norteamericanos trumpistas.
Pio
Baroja dijo en cierta ocasión que Latinoamérica es un continente tonto, es
decir, uno que comete muchas tonterías. Y aun cuando esto quizás sería injusto
afirmarlo rotundamente, no parecen exclusivas de los latinoamericanos las
tonterías políticas.
Pero
lo cierto es que este episodio argentino, aún no concluido, pero que ya asoma
un remake de los fracasos tantas veces visto, deja mucho que desear de un
pueblo que pudo haber estado entre los primeros del planeta.
Hoy da
su beneplácito popular a personas incompetentes para las tareas de gobierno y
de una conducta política y moral altamente repudiable. Una escogencia
determinada por lo económico y a lo Barrabás, cuando evidencias de una grosera
corrupción están a la vista en los tribunales.
Ya los
mercados financieros han tenido su primera reacción a lo que avizoran para ese
país. ¿Qué pasará con la deuda, la sempiterna espada de Damocles sobre
Argentina? ¿Qué sucederá con la ayuda condicionada del Fondo Monetario
Internacional, si los compromisos asumidos los desconoce el posible nuevo
gobierno? ¿Será excluida nuevamente Argentina de los mercados financieros
mundiales?
¿Será
Alberto Fernández una marioneta de la corrupta Cristina Kirchner, su
vicepresidente?
“Si
hubiera sabido que eran tan boludos, les robo el doble” es una lastimosa frase
que se lee por las redes sociales.
Obviamente,
no la pronunció quien todos pensamos, pero podría haber sido cierta. Se non é
vero, e ben trovato.
Una
nueva batalla, sin duda, ha ganado el perfecto idiota latinoamericano. Y otra
pareciera haber perdido el latinoamericano del futuro en nuestra querida
Argentina.
Emilio
Nouel
@ENouelV
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