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lunes, 1 de abril de 2013

El efecto rebote


Por Mario Villegas, 31/03/2013
Columna de Puño Y Letra


Hace poco menos de un mes, los venezolanos se vieron estremecidos por la muerte del presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Todo el país se conmovió ante la impactante noticia de que había fallecido aquel hombre controversial que determinó sus vidas cada segundo de los últimos catorce años. De inmediato, una manifestación de sincera y creciente solidaridad humana se extendió por todos los rincones de la geografía nacional. Con sus minúsculas excepciones, un auténtico y espontáneo duelo hermanó en la distancia a chavistas y no chavistas.

Por aquellos días no había espacio ni ambiente sino para Chávez y el chavismo. El gobierno nacional, con el heredero Nicolás Maduro al frente, aprovechó al máximo la coyuntura y le sacó el más grande provecho político electoral. La jerarquía oficialista se encargó de encadenar todo lo encadenable y puso a respirar a todo el país su oxígeno rojo rojito, que tenía efectos energizantes para los chavistas y anestésicos para la disidencia. Se impuso una sola voz y con ella una sensación de aparente unanimismo. Decir cualquier cosa que no fuese alabanciosa hacia Chávez y el chavismo era estigmatizada por la cúpula oficial como un pecado o un irrespeto. El propósito del gobierno era que el país no chavista se metiese el rabo entre las piernas.

Sacudida también por los acontecimientos, la oposición se veía disminuida y apabullada. Tras dos derrotas seguidas por el pecho, el fervor oficialista que provocó la muerte del Presidente parecía representar una descomunal estocada a las esperanzas opositoras de levantarse en el corto o mediano plazo. La inminencia de una nueva elección presidencial se apersonaba ahora como un trámite desolador. El derrotismo era el lugar común. No faltaron quienes aconsejaron incluso que la Mesa de la Unidad Democrática no postulase candidato.

Contra todas las adversidades, la MUD acordó por unanimidad la candidatura de Henrique Capriles Radonski, quien terminó por aceptar el escabroso reto. Y aunque han transcurrido apenas veinte días desde su inscripción ante el Consejo Nacional Electoral, la precampaña de Capriles ha evidenciado un vuelco anímico en la oposición. Del apabullamiento en que se encontraba, ha pasado a un masivo y espontáneo activismo, como lo refleja diariamente la cobertura de los medios de comunicación. Si el aturdimiento había hundido en un foso espiritual al pueblo opositor, lo cierto es que éste parece haber tocado fondo y ahora ha saltado a la escena con inusitada fuerza. Se trata de un descomunal efecto rebote, de un formidable impulso que ha terminado por elevar a Capriles y a su proyecto de cambio progresista a disputar de verdad verdad la victoria el 14 de abril.

Cuando Maduro llama seria e insistentemente al chavismo y a sus partidos a no caer en el triunfalismo, no lo hace como un mero ejercicio retórico de quien se siente ganador sino como un dramático alerta ante el notable, veloz y peligroso crecimiento cualitativo y cuantitativo de las movilizaciones que viene realizando la alternativa democrática a lo largo y ancho de todo el país. El pueblo opositor se echa animado y en masa a las calles, lo cual moraliza y energiza a su militancia y a su electorado, en una dinámica contagiosa que evidencia que el propósito gubernamental de desmoralizarla y silenciarla lejos de tener éxito ha resultado contraproducente. El tiro le ha salido por la culata.

Que gane o no Capriles es cosa que está por verse. Imposible predecir cómo le afectarán electoralmente el escaso tiempo que resta para las votaciones y el gigantesco ventajismo oficialista. Lo sabremos en apenas dos domingos.

Cualquiera sea el resultado, esta experiencia ha de constituir una ejemplarizante lección para la jerarquía pesuvista-gobiernista. Envalentonada y prepotente como es, tendrá que acostumbrarse a la irreversible realidad: sus esfuerzos por aniquilar política, electoral y moralmente a la oposición han terminado siendo tan costosos como inútiles.



Mario Villegas

Twitter: @mario_villegas

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