Por Econ. Jesús Alexis González, 31/03/2013
En
procura del Desarrollo se han instrumentado en el campo económico distintos
modelos, tales como el “austriaco” el “keynesiano” el “marxismo-comunismo” y
más recientemente modelo de impresión de dinero inorgánico. En lo específico
del caso venezolano la historia nos muestra un primer modelo que podemos
denominar “Estado-Providencia” el
cual prácticamente se desintegra a finales del 70 para dar paso al “Rentista-Consensual” que muestra su
ineficiencia a partir del 80; lo cual indujo a partir de 1998 (momento en el
cual ocupábamos la cuarta posición entre los países ricos de América Latina)
una “ilusión de cambio” que fue
adquiriendo una orientación estatista-socialista
(el Estado interviene directamente en el terreno económico) que profundizó el
capitalismo de Estado (propiedad estatal de los medios de producción) en aras
de instaurar un Modelo Socialista de
Producción sustentado en la impresión de dinero inorgánico para estimular
el crecimiento económico, en complicidad con las reiteradas devaluaciones
fiscalistas a los efectos de apuntalar un gasto público marcadamente populista.
Es de resaltar, que en cualquier modelo que se pretenda ha de armonizarse la economía política (estudio
y análisis del comportamiento real de la economía) con la política económica (empleo de estrategias y herramientas
relacionadas con política fiscal, cambiaria, monetaria, entre otras).
La
construcción constitucional de un Estado
Socialista (ya rechazado en nuestro país en el Referendo de 2007), es
ideológicamente distinta a un gobierno
socialista donde el aparato estatal no tiene que obligatoria y necesariamente transitar hacia
ese tipo de Estado, donde rige una economía capitalista planificada y altamente
regulada. Sirva de referencia que durante el lapso comprendido entre 1989 a
1992 ventidos (22) países revirtieron
esa forma de Estado, y para 2012 de los 193 países que existían según
la ONU, sólo cinco (5) de ellos (2,6%!!)
fueron calificados como Estados Socialistas;
mientras que otros cinco (5) países (2,6%) aspiraban alcanzar tal
condición: Venezuela, Bolivia, Ecuador,
Nicaragua y Nepal.
La
pretensión de instaurar en Venezuela un modelo socialista (u otro) requiere de
un liderazgo político, es decir la
presencia de una persona que tenga la capacidad de movilizar e inspirar a la
gente hacia un cambio de pensamiento que les permita alcanzar ciertos objetivos
en función del bienestar de la población, afianzado en una economía política
que sustente una clara política
económica. Tal acción ya de por sí dificultosa e imposible de dirigir por Tele-prompters de dudosos contenidos muy
alejados de la economía como ciencia, se agrava habida cuenta de considerar el
actual gabinete económico al gremio de economistas (al cual con pleno orgullo
pertenecemos) como “fantoches” (petulante, presuntuoso) y “mercachifle”
(mercader de poca importancia), a la par de incentivar una “guerra mundial
económica y monetaria” contra nuestro país (¿?).
La
polarización política imperante en Venezuela
obliga a la instrumentación de un diálogo
inteligente para abordar la realidad económica más allá de los dogmatismos,
en aras de generar una visión política integrada a la economía política y que
en apego a la Constitución le devuelva
la economía a la sociedad.
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