Escrito por Trino Márquez (sociólogo) Jueves, 06 de
Febrero de 2014
@trinomarquezc
Los gobiernos comunistas son
incompatibles con una prensa crítica que exprese con libertad sus juicios sobre
las políticas que ponen en marcha los jerarcas. Antes de que el Muro de Berlín
fuese derribado por los brazos de los alemanes cansados de ese oprobio y de que
la Unión Soviética se desplomara por el peso de la incapacidad y corrupción de
su burocracia, la prensa privada simplemente no existía en los países tras la
Cortina de Hierro. Uno de los primeros decretos de Lenin, una vez instalado
junto al resto de los bolcheviques en el Palacio de Invierno, fue redactado
para acabar con los periódicos de la era zarista, numerosos y variados, a pesar
de la dura represión existente. Lo mismo hizo Fidel Castro, quien cerró a la
famosa Bohemia, la revista más importante de América Latina a finales de la
década de los años sesenta.
Los métodos aplicados en los tiempos
de Lenin y Castro han cambiado. En la actualidad se utilizan mecanismos más
sofisticados, pero igualmente eficaces para acabar con los periódicos críticos
y el pensamiento cuestionador. El tándem cubano venezolano ha optado por
fórmulas más refinadas para doblegar a los medios de información. A algunos los
ha comprado, a otros les aplica el alicate negándoles la propaganda oficial o
amenazando a potenciales anunciantes, y a todos los controla restringiéndoles
las licencias el acceso al papel.
La escasez de ese insumo que afronta
la mayoría de los periódicos nacionales y de provincia, debido a la
imposibilidad de acceder a los dólares oficiales para importar, los ha llevado
al cierre o a reducir drásticamente su volumen.
El Nacional, por ejemplo, parece un diario escolar. Este atropello
tiene que ser motivo de preocupación
para todos los venezolanos que no concebimos vivir en un mundo sin libertades.
Las denuncias y advertencias las han enunciado con toda claridad los dueños de
los medios impresos, los trabajadores, el Colegio Nacional de Periodistas, la
Conferencia Episcopal y diversas organizaciones políticas con representación en
la Asamblea Nacional. El país se ha puesto alerta.
La falta de insumos no puede ser
interpretada como un hecho casual y aislado, pues forma parte del cerco
intencional a la propiedad privada, la inducción a la autocensura y la
hegemonía comunicacional, metas trazadas como estrategia por el Gobierno hace
varios años. La finalidad ha sido homogeneizar el país en torno a un
pensamiento único que reconozca y exalte los valores promovidos por el régimen.
La última finalidad consiste en lograr que el país acepte el Plan de la Patria,
engendró socialista que, para ser aceptado, necesita que todo el aparato
comunicacional público y privado lo exalte y lo convierta en el desiderátum.
Tras la búsqueda de este propósito, el régimen asumió el control de una amplia
cantidad de medios radio eléctricos e impresos. Los medios oficialistas no
padecen las penurias de los privados. A las televisoras y radios gobierneras,
se les aprueban o renuevan las licencias sin dificultad. A los periódicos
oficialistas, que se regalan en las estaciones del Metro de Caracas y otros
espacios públicos, les sobra papel y no confrontan dificultades financieras
porque los subvenciona el Estado, es decir, los venezolanos. En cambio, a los
medios privados el Gobierno los presiona y chantajea de diferentes maneras. Una
de ellas es negándoles la posibilidad de obtener papel a precios accesibles y
competitivos.
La libertad de expresión e información
constituyen derechos humanos inviolables, que el Estado tiene la obligación de
garantizar. La protección de ese derecho implica la existencia de medios
plurales que reflejen la diversidad de visiones y opiniones existentes en una
sociedad. La conquista de la prensa libre de presiones se logró luego de
incontables refriegas con los gobiernos dictatoriales que negaron su
existencia.
La dupla conformada por los Castro y
Maduro, a pesar de que lo intente con todos los recursos que posee, no podrá
imponerle a país una prensa monocolor y una forma de pensar basada en la
unanimidad de criterios. Volverán a fracasar. Los rojos siempre han sido unos tigres
de papel.
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