Gustavo Yepes, 01/04/2014
Iba a
comenzar el escrito haciendo referencia a los nobles principios democráticos y
de defensa de los DDHH que supuestamente inspiraron la creación de unasur, pero
la verdad pretendo que este artículo sea serio, muy serio, y no desearía
comenzar provocando carcajadas. La realidad es que este club de presidentes ha
reaccionado en defensa de sus asociados con la agilidad de una gacela, y ha
mostrado la pasividad propia de una pereza cuando uno de ellos asesina a sus
instituciones y a sus ciudadanos.
Cada uno de
los miembros del club tiene una trayectoria que lo ha conducido a su alta
investidura, desde donde, con su decidido o moderado apoyo, o con su silencio,
se han hecho cómplices de la terrible situación que hoy sufrimos los
venezolanos. Hoy quiero dedicarle a cada uno de ellos, con base en su
particular trayectoria, un pedacito de nuestra miseria.
A Cristina
de Argentina le voy a dedicar la desesperación de nuestros enfermos que no
encuentran medicinas, de nuestras madres que no consiguen leche o alimentos
para sus hijos, de nuestros compatriotas que pasan largos periodos de tiempo
sin agua, sin electricidad, sin gas. El dinero que ha debido destinarse a esos
menesteres ha ido a parar en menudencias como pagar una gran porción de la
deuda externa de su país o se ha escapado en maletines para engrosar las arcas
de sus campañas, esto sólo como un ejemplo de las ingentes cantidades de dinero
que el finado y su heredero han regalado a otros gobernantes para asegurar sus
apoyos y su complicidad.
A Evo de
Bolivia le dedico el atropello, el sufrimiento y la humillación que sufre
nuestro pueblo cada vez que sale a protestar, utilizando el mismo derecho
que él, en su momento, ejerció en su país y que finalmente lo catapultó a la
obtención de una membrecía en el exclusivo club.
Dilma de
Brasil comenzó su carrera política cuando era estudiante y tuvo una activa
participación en contra de la dictadura militar en su país, lo cual le valió
persecución, tortura y cárcel. A ella le dedico el futuro de nuestros valientes
estudiantes, que hoy son perseguidos, torturados y encarcelados por gorilas que
no se diferencian en nada de quienes fueron sus perseguidores. También quiero
dedicarle la ruina de tantos empresarios y la pérdida de tantos empleos de
venezolanos que han beneficiado enormemente a sus empresarios y a sus
trabajadores.
A Michelle
de Chile le voy a dedicar el dolor y el sufrimiento de los familiares de todos
los perseguidos políticos que se encuentran en la cárcel o en el exilio, muchos
de ellos acusados de “traición a la patria”, el mismo crimen que le fue
imputado a su señor padre como pretexto para encarcelarlo, torturarlo y dejarlo
morir. En su carácter de supuesta defensora de los derechos de la mujer,
también le dedico la valentía, el espíritu y la entereza de la mujer
venezolana, que se puede resumir en la frase de la madre de un joven fallecido
durante las protestas: “No me den el pésame, sigan con la lucha de mi hijo".
Juan Manuel
de Colombia nos demostró en su momento, en contra de toda lógica, que “el amigo
de mi enemigo es mi mejor amigo” y a él le dedico los sufrimientos de tantas
familias víctimas del secuestro, el asesinato y la vacuna, a ambos lados de la
frontera, por la guerrilla que ha desangrado al hermano país y ha pretendido desangrar
al nuestro, con el apoyo decidido de su mejor amigo y de su fiel heredero.
A Rafael de
Ecuador le quiero dedicar el desastre económico que hoy ahoga a nuestro país en
unos índices de inflación y desabastecimiento desmesurados, mientras él,
graduado de economista en el imperio, se rindió al odioso dólar como su moneda
nacional, ha logrado índices económicos muy positivos para su país, y tiene la
desfachatez de aplaudir y apoyar decididamente la gestión que ha conducido a
nuestro desastre económico.
A Donald de
Guyana, antiguo Secretario de la Unión de Agricultores en su país, le dedico el
despojo que ha hecho el régimen a una inmensidad de terrenos que antes eran
productivos, así como el abandono criminal del sector agrícola, lo cual ha
agravado la crisis alimentaria y nos ha hecho cada vez más dependientes de
otros países para poder llevar comida a nuestra mesa.
A Horacio
de Paraguay, exitoso dirigente deportivo, le dedico la situación de nuestro
deporte, merecedor de algunos indudables éxitos individuales y colectivos, cada
vez más condicionado a la ideología o al desembolso de dinero a manos llenas,
que no siempre va a quien debería ir.
A Ollanta
de Perú, un militar que siguió el mismo camino del difunto venezolano y
consiguió el mismo objetivo, le quiero dedicar la ignominiosa huella de sangre
y de corrupción que están dejando muchos de nuestros militares al darle la
espalda al pueblo que debe defender, sumisamente arrodillados ante un poder que
es controlado desde una pequeña isla caribeña.
A Desi de
Surinam, actual presidente pro tempore de unasur, quien por
cierto no puede salir del país que gobierna porque tiene una orden de captura
internacional por el delito de narcotráfico, le dedico la total y absoluta
impunidad superior al 90% en los más de 200.000 asesinatos cometidos
durante los últimos 15 años. Esa dedicatoria incluye el dolor de todas las
familias venezolanas víctimas de esa impunidad que se ha convertido en “marca
registrada” del régimen.
A José,
Pepe, de Uruguay, miembro prominente de los originales Tupamaros
uruguayos, lo cual le costó 15 años de prisión, le dedico el terror y las
muertes causadas por los colectivos organizados y financiados por el régimen.
También le dedico el horror de nuestras cárceles, antros de muerte y
corrupción, y escuela de asesinos al servicio del poder.
A todos,
sin excepción, les dedico los recuerdos de la solidaridad, la generosidad y la
hospitalidad que el pueblo venezolano y sus gobiernos democráticos les
brindaron a tantos suramericanos perseguidos y desplazados por las dictaduras y
por sus conflictos internos, sin distingo de creencias políticas. Les dedico
las cuantiosas fortunas que han hecho propios y extraños a costa de nuestras
miserias. Les dedico nuestro presente y nuestro futuro.
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