Por Karla Franceschi C
Fernando Mires vive en
Alemania pero conoce lo que pasa en Venezuela. Sigue a diario la situación del
país y escribe sobre la crisis en su blog, polisfmires.blogspot.com y
en prodavinci.com. Profesor
emérito de la Universidad de Oldenburg, Mires llegará esta semana al país a
presentar su libro El cambio, en el que recopila textos posteriores a la
muerte de Chávez y hasta las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
El historiador chileno tendrá
dos actividades en el VIII Festival de la Lectura de Chacao. El domingo 24 de
abril, a las 6:00 pm, presentará su libro junto con Tulio Hernández; y el
domingo 25 a la misma hora participará en el conversatorio Mires por Mires con
Ramón Guillermo Aveledo. Ambas se realizarán en el Anfiteatro de Altamira Sur.
–Viene a una de las más
importantes ferias editoriales del país, que se realiza en un contexto de
muchas dificultades ¿qué espera encontrarse?
–Estoy bastante bien
informado, sé que en Venezuela hay muchas carencias. Sé que no son producto de
la casualidad, que hay deficiencias en el manejo de la economía. Pero creo que
en el fondo el problema no es tanto económico sino político, en el sentido que
muchas veces se piensa que la política está determinada por la economía pero
pocas veces se piensa que en muchos casos es lo contrario.
–Entonces puede parecer que lo
que sucede en Venezuela es algo programado
–Exactamente. Para que un
empresario quiera invertir tienen que existir ciertas condiciones previas:
estabilidad, seguridad, confianza, son factores que tiene que irradiar
cualquier régimen político, cualquiera sea su color o su ideología. Ahora mismo
los capitalistas europeos invierten en Cuba; yo no creo que sea por simpatía
por el gobierno cubano sino porque se les abre un espacio en donde ellos pueden
gozar de ciertas ventajas que no encuentran en otros países.
–La llegada de capitales
extranjeros a Cuba es evidencia de que todos los regímenes tienen una fecha de
vencimiento
–Yo me baso en unos ejemplos
que conozco casi mejor que el caso cubano. Me refiero a Hungría, Polonia y
Checoslovaquia antes de que cayera el muro de Berlín. Sobretodo en Hungría,
bajo el gobierno del partido comunista, existía una notable liberalización en
las relaciones culturales: prácticamente no existía la censura. Antes de que
cayera el muro de Berlín habían caído muchos muros ideológicos y se podía decir
que Hungría ya era capitalista incluso antes de que apareciera Gorbachov.
–Hay especialistas que aseguran
que la ciudadanía venezolana ya se acostumbró a la crisis.
–Lamentablemente así
pareciera. Aristóteles decía que el ser humano es un animal de costumbre, nos
podemos acostumbrar a cualquier barbaridad. Incluso puede suceder que si la
carestía no es de un 100% sino de un 99.9% la gente igual va a estar feliz.
–¿De qué manera considera que
los reveses que ha sufrido la izquierda latinoamericana puedan influir en
Venezuela?
–Yo no sé decir la forma qué
va a tomar esa situación pero creo que el gobierno de Venezuela, en América
Latina, se encuentra políticamente aislado. Muy aislado. Lo que sucede no se
compara con la época del ex presidente Hugo Chávez, en la cual él contaba con
el apoyo abierto y entusiasta de distintos gobiernos, cosa que a Maduro no le ocurre.
Solamente goza de la amistad política de Evo Morales, que acaba de sufrir una
fuerte derrota; Nicaragua no se pronuncia, Correa tampoco lo hace. Esos
son síntomas que señalan que el gobierno de Maduro se encuentra aislado. Y el
problema es que no veo intentos por lograr una nueva relación internacional con
algunos países latinoamericanos.
–Pareciera que no les
interesara conseguir nuevas alianzas.
–Sí, eso o están siguiendo el
ejemplo cubano, pero antes de que Fidel Castro le cediera el poder a su hermano.
El gobierno está apostando a una especie de aislacionismo que le permitiría, de
cierta manera, subsistir. Porque una cosa es que los gobiernos latinoamericanos
no apoyen al venezolano y otra es que se movilicen para que el país cambie de
rumbo.
–En algún momento se dijo que
Venezuela no sería como Cuba porque no es una isla, pero parece que en eso se
ha convertido el país: se aleja de antiguos aliados políticos, se cierra la
frontera, las comunicaciones con el extranjero fallan por falta de mantenimiento
en las telecomunicaciones…
–Sí, pero hay que recordar
algo: en Cuba nunca hubo una oposición como la que hay en Venezuela. Después de
la brasileña, la oposición venezolana es la mejor organizada que existe en la
región y los venezolanos no se han dado cuenta. Políticamente es muy
interesante desde el punto de vista democrático, cómo ha ganado espacios de a
poco. Es cierto que es difícil pero yo creo que se puede.
–Sin embargo, luego de que la
MUD lograra la mayoría calificada en la AN, todos los actos son declarados
anticonstitucionales por el TSJ y la colectividad se siente desesperanzada.
–Se trata de una Asamblea
acorralada. Es cierto que no se ven muchas perspectivas pero, de una u otra
manera, hay una diferencia con respecto a la situación anterior. Y eso es que
el gobierno sabe que está en una situación de cuasi ilegalidad al usar de
manera directa al poder judicial.
–Es algo que se ha hecho en
estos 17 años
–¡Siempre! Pero con un aval
político importante detrás. Ahora lo está haciendo sin ese aval social que
caracterizó toda la época del chavismo. Yo no pierdo la esperanza que al
interior de las fuerzas del gobierno va a llegar el momento en el que se van a
producir diferencias, si es que no existen ya. Ahora, esas diferencias están en
directa relación con el desarrollo de la oposición política porque lleva a la
oposición a una situación de enfrentamiento total. Creo que eso es lo que mejor
le podría convenir en este momento: gobernar en estado de excepción y suplantar
la institucionalidad política por la institucionalidad militar.
–En su opinión, ¿cuál es el
papel que juega el intelectual en una crisis como la venezolana?
–Hay que ser cuidadosos con el
concepto de intelectual porque yo creo que en cierta medida es un poco
elitesco. Hay situaciones en la que la intelectualidad puede convertirse en un
problema porque, en muchos casos, los académicos se dejan llevar por sus
fantasías y no son todo lo político que deberían. Es decir, no saben reconocer
los momentos por los cuales se está atravesando, piensan que las cosas no se
hace por falta de moral o por exceso de cobardía. Es decir, no saben hacer un
análisis político objetivo.
–A veces ni los analistas
políticos lo hacen.
–Sí, se dejan llevar por las
pasiones y por lo que ocurre en el momento. Además que hay algunos que son
extraordinariamente agresivos con la oposición venezolana y eso no lo entiendo.
Cuando en Chile nos oponíamos a Pinochet existía una fuerte solidaridad
interna, de una u otra manera estábamos unidos por el mismo objetivo. Esa idea de
que todos formamos parte de un todo no la veo en muchos intelectuales
venezolanos.
–Sin embargo, hay incluso
opositores que fustigan cada actuación de la MUD
–Sí, yo estoy de acuerdo en
que hay que criticar a la oposición, yo lo he hecho, pero desde la correlación
de las fuerzas. Yo no puedo pedir movilizar a las masas si no tengo idea de si
ellas están realmente organizadas
18-04-16
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