Por Alessandra Perdomo
Según la Encuesta sobre
Condiciones de Vida 2015 (Encovi), 87 % de los venezolanos no tiene dinero para
comprar alimentos, por lo que ha bajado la ingesta de proteínas. Con este
panorama, niños obesos pueden estar anémicos
La seguridad alimentaria era
una promesa de la Revolución Bolivariana. Incluso en 2008, el entonces
presidente Hugo Chávez promulgó un decreto ley para la Seguridad y Soberanía
Agroalimentaria.
Hoy, 87% de los venezolanos
no tiene suficiente dinero para la compra de todos los alimentos que requieren,
reveló la Encuesta sobre Condiciones de Vida 2015 (Encovi), cuyo capítulo
referido a la Alimentación fue presentado este jueves.
El estudio fue elaborado por
investigadores de las universidades Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y
Central de Venezuela, el Laboratorio de Ciencias Sociales, el Observatorio
Venezolano de la Salud y la Fundación Bengoa.
El estudio es avalado por
las principales universidades del país
Marianella Herrera, médico y
profesora de la UCV, precisó que ese porcentaje de la población que no tiene la
capacidad para comprar comida, padece inseguridad alimentaria.
Esa inseguridad alimentaria
en el acceso a los alimentos sube a 93% entre los pobres. “Insuficiencia del
ingreso, inflación y escasez destruyen la alimentación”, señala una de las
conclusiones del informe, basado en 1.488 encuestas de alcance nacional.
Adiós a las caraotas y al
perico
Herrera advierte la
disminución de la compra de proteínas (carne y pollo). La harina de maíz,
arroz, pan, pastas y grasas es lo que más se come en los hogares.
Además, el precio de las
caraotas y los huevos, dos alimentos proteicos emblemáticos especialmente para
los sectores de menores recursos, está impidiendo que la gente acceda a platos
idiosincráticos en la dieta del venezolano, como el pabellón y el perico.
“Están desapareciendo de las
clases menos favorecidas, que antes compensaban la parte proteica con huevos y
leguminosas”, apuntó la también directora del Área de Desarrollo y Salud del
Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la UCV.
Entonces, ¿qué estamos
comiendo? “El venezolano está sobreviviendo con base en calorías que le
permiten rendir la comida que puede adquirir. Estamos hablando de arroz, harina
de maíz precocida, una serie de alimentos que permiten reducir las cantidades.
Estamos en fase de sobrevivencia alimentaria”, enfatizó la investigadora.
“Nos preocupa, muchísimo, la
disminución de la capacidad de alimentarse adecuadamente de los venezolanos. La
calidad de la dieta está sumamente deteriorada. También está muy sedentario.
Esto es un caldo de cultivo para enfermedades crónicas tipo diabetes, obesidad,
malnutrición por déficit y por exceso, y para enfermedades cardiovasculares a
futuro”, agregó.
Con este panorama, explica,
niños obesos, como los que se observan en las barriadas populares, pueden estar
igual de anémicos que aquellos muy delgados que se ven en fotos icónicas de la
desnutrición en el África subsahariana. Explica que tienen lo que se conoce
como hambre oculta.
Sedentarios y tristes
Los efectos de esta
situación se observan hoy, señala el estudio, en el aumento de la mortalidad
infantil y materna, el hambre y la desnutrición y, en general, una crisis
alimentaria y nutricional, además de una pobreza creciente, que el estudio
ubica en 81% y pobreza reciente en un 34,4%.
Afirman que la clase media
tiende a desaparecer ante la disminución de su capacidad de compra. Un elemento
que refleja esto es el aumento de las comidas fuera del hogar, con un
incremento de hasta 497%, por lo que la frecuencia de quienes optan por esta
opción para alimentarse se redujo a la mitad.
La pobreza asciende a 81%,
de acuerdo con el estudio
El sedentarismo subió 10
puntos porcentuales en un año, y ahora más de la mitad de los venezolanos
admite no practicar ninguna actividad física. Mientras, 39% dice que hacen una
de tipo “moderado”, que la investigadora señala que es simplemente caminar.
La situación del país tiene
su reflejo en el ánimo. Cerca de 30% de los encuestados manifestó sentir
constantemente angustia y 23% tristeza.
Herrera destaca la necesidad
de reconsiderar algunas políticas públicas relativas a la distribución de
alimentos.
“Deben identificarse los
grupos vulnerables que deben ser atendidos. También son necesarios cambios para
promover la actividad física. Estamos seguros de que el sedentarismo reciente
de los venezolanos tiene que ver con ese auge de la violencia que hemos
tenido”, expresó la académica.
01-04-16
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