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sábado, 2 de abril de 2016

El venezolano padece de "hambre oculta"


Por Alessandra Perdomo


Según la Encuesta sobre Condiciones de Vida 2015 (Encovi), 87 % de los venezolanos no tiene dinero para comprar alimentos, por lo que ha bajado la ingesta de proteínas. Con este panorama, niños obesos pueden estar anémicos

La seguridad alimentaria era una promesa de la Revolución Bolivariana. Incluso en 2008, el entonces presidente Hugo Chávez promulgó un decreto ley para la Seguridad y Soberanía Agroalimentaria.


Hoy, 87% de los venezolanos no tiene suficiente dinero para la compra de todos los alimentos que requieren, reveló la Encuesta sobre Condiciones de Vida 2015 (Encovi), cuyo capítulo referido a la Alimentación fue presentado este jueves.

El estudio fue elaborado por investigadores de las universidades Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y Central de Venezuela, el Laboratorio de Ciencias Sociales, el Observatorio Venezolano de la Salud y la Fundación Bengoa.


El estudio es avalado por las principales universidades del país

Marianella Herrera, médico y profesora de la UCV, precisó que ese porcentaje de la población que no tiene la capacidad para comprar comida, padece inseguridad alimentaria.

Esa inseguridad alimentaria en el acceso a los alimentos sube a 93% entre los pobres. “Insuficiencia del ingreso, inflación y escasez destruyen la alimentación”, señala una de las conclusiones del informe, basado en 1.488 encuestas de alcance nacional.

Adiós a las caraotas y al perico

Herrera advierte la disminución de la compra de proteínas (carne y pollo). La harina de maíz, arroz, pan, pastas y grasas es lo que más se come en los hogares.

Además, el precio de las caraotas y los huevos, dos alimentos proteicos emblemáticos especialmente para los sectores de menores recursos, está impidiendo que la gente acceda a platos idiosincráticos en la dieta del venezolano, como el pabellón y el perico.

“Están desapareciendo de las clases menos favorecidas, que antes compensaban la parte proteica con huevos y leguminosas”, apuntó la también directora del Área de Desarrollo y Salud del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la UCV.

Entonces, ¿qué estamos comiendo? “El venezolano está sobreviviendo con base en calorías que le permiten rendir la comida que puede adquirir. Estamos hablando de arroz, harina de maíz precocida, una serie de alimentos que permiten reducir las cantidades. Estamos en fase de sobrevivencia alimentaria”, enfatizó la investigadora.

“Nos preocupa, muchísimo, la disminución de la capacidad de alimentarse adecuadamente de los venezolanos. La calidad de la dieta está sumamente deteriorada. También está muy sedentario. Esto es un caldo de cultivo para enfermedades crónicas tipo diabetes, obesidad, malnutrición por déficit y por exceso, y para enfermedades cardiovasculares a futuro”, agregó.


Con este panorama, explica, niños obesos, como los que se observan en las barriadas populares, pueden estar igual de anémicos que aquellos muy delgados que se ven en fotos icónicas de la desnutrición en el África subsahariana. Explica que tienen lo que se conoce como hambre oculta.

Sedentarios y tristes

Los efectos de esta situación se observan hoy, señala el estudio, en el aumento de la mortalidad infantil y materna, el hambre y la desnutrición y, en general, una crisis alimentaria y nutricional, además de una pobreza creciente, que el estudio ubica en 81% y pobreza reciente en un 34,4%.

Afirman que la clase media tiende a desaparecer ante la disminución de su capacidad de compra. Un elemento que refleja esto es el aumento de las comidas fuera del hogar, con un incremento de hasta 497%, por lo que la frecuencia de quienes optan por esta opción para alimentarse se redujo a la mitad.


La pobreza asciende a 81%, de acuerdo con el estudio

El sedentarismo subió 10 puntos porcentuales en un año, y ahora más de la mitad de los venezolanos admite no practicar ninguna actividad física. Mientras, 39% dice que hacen una de tipo “moderado”, que la investigadora señala que es simplemente caminar.

La situación del país tiene su reflejo en el ánimo. Cerca de 30% de los encuestados manifestó sentir constantemente angustia y 23% tristeza.

Herrera destaca la necesidad de reconsiderar algunas políticas públicas relativas a la distribución de alimentos.

“Deben identificarse los grupos vulnerables que deben ser atendidos. También son necesarios cambios para promover la actividad física. Estamos seguros de que el sedentarismo reciente de los venezolanos tiene que ver con ese auge de la violencia que hemos tenido”, expresó la académica.

01-04-16




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