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lunes, 4 de abril de 2016

La Democracia y el madurismo, por @OmarBarbozaDip



Omar Barboza Gutiérrez 03 de abril de 2016

Ha quedado probado que el funcionamiento de una verdadera democracia es incompatible con el régimen que han tratado de implementar en Venezuela quienes desde una supuesta inspiración en el marxismo leninismo, han utilizado la participación en los procesos democráticos con la intención de destruir la pluralidad y la alternabilidad, e implantar además proyectos totalitarios contrarios al ejercicio de esos principios que les permitieron llegar al gobierno, con el objetivo prioritario de controlar desde el Poder Ejecutivo al resto de los poderes públicos destruyendo las instituciones que deben garantizar el equilibrio y el ejercicio de todos sus derechos por parte de los ciudadanos.


Cuando, a pesar del ventajismo y todas las presiones indebidas, pierden el control de uno de los poderes públicos, la falta de una auténtica voluntad democrática no les permite aceptar esa circunstancia que es normal en el funcionamiento de una democracia, realizan todo tipo de maniobras utilizando el Poder Judicial, al cual controlan, para impedir o minimizar el ejercicio pleno de sus facultades al Poder Legislativo, que por excelencia representa la soberanía popular. Eso está ocurriendo actualmente en nuestro país.

Esa conducta del madurismo en Venezuela le agrega a la grave crisis que ya vivimos, el ingrediente de la inestabilidad política que genera la pretensión del Ejecutivo de desconocer la soberanía popular representada en la Asamblea Nacional, violando así la Constitución vigente, lo cual erosiona su propia legitimidad como gobierno, ya muy afectada popularmente por el fracaso de una gestión que se caracteriza principalmente por la escasez, el alto costo de la vida, la inseguridad ciudadana y la galopante corrupción con impunidad.

La vocación totalitaria y el sectarismo de la “macolla” que hoy gobierna a nuestro país, no les permite entender que la democracia es, por su propia naturaleza, un sistema en el cual el poder está repartido, y ese hecho es el que genera el equilibrio necesario para que las libertades ciudadanas se mantengan vigentes sin que ningún derecho sea negado para complacer la voluntad arbitraria de quien tenga el control de todas las decisiones.

Todas las Constituciones democráticas del mundo están orientadas a evitar la concentración del poder en pocas manos, y menos en una única mano o en un único partido político, para así hacer posible el respeto a las opiniones de todos, incluyendo la de las minorías, las que siempre tendrán garantizada la posibilidad de llegar al ejercicio del gobierno democrático, para tratar de hacer valer las ideas que defienden. De tal manera que ningún gobierno democrático está autorizado por sus electores a comprometer a la colectividad nacional con una vía irrevocable en lo ideológico o como modelo político, puesto que ello sería igual a que la democracia estableciera un camino hacia su desaparición en beneficio de una ideología única o de la voluntad de un tirano.

Por todo ello es que se hace necesario comprender y practicar, sobre todo desde el ejercicio del poder, que la democracia supone la posibilidad de armonizar los intereses antagónicos de los individuos y de los diferentes sectores sociales. Teniendo siempre presente que es deber del Estado, defender los derechos de todos, y de manera especial los de los más débiles, de los más necesitados, quienes son los que más requieren protección gubernamental para superar sus dificultades, sin promover irresponsablemente la llamada lucha de clases que tiende a dividir la sociedad, y que solo le sirve a los demagogos y populistas para estimular la violencia entre hermanos de un mismo país, sin renunciar a exigir a todos los ciudadanos las contribuciones necesarias para que la justicia social avance sin liquidar el estado de derecho.

Los supuestos revolucionarios que hoy se identifican con el madurismo, solo han visto en la democracia una ventaja táctica que utilizaron para llegar al poder en nombre del pueblo, no para gobernar en favor de una mejor calidad de vida para los venezolanos, que hoy son la principal víctima del fracaso de la actual gestión de gobierno.

Lo más lamentable del cuadro que hoy observamos en el país, es la comprobación en los hechos de que el interés principal en controlar todos los poderes públicos y en resistirse a reconocer y aceptar que la Asamblea Nacional ejerza plenamente sus atribuciones, es porque están conscientes de su complicidad y amparo a la más grande corrupción en la historia de Venezuela que se ha cometido durante este gobierno, y necesitan impedir que el Poder Legislativo investigue lo que ha pasado y lo que está ocurriendo, porque de esa manera pueden garantizar impunidad a los jerarcas del gobierno y a sus testaferros por el asalto a los dineros públicos.

Omar Barboza Gutiérrez

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