Por Leonardo Morales
El gobierno, en particular
su timonel, si es que en efecto es quien suponemos, dio señales de haber
encontrado o conocido la forma de superar la calamidad que desde bastante
tiempo están padeciendo los venezolanos.
En algún lado dieron con la receta: había que superar el modelo rentista y sustituirlo por un modelo productivo. A semejante conclusión llegaron en pleno siglo XXI. Toda una proeza. Cuántas neuronas habrán quedado en el camino para llegar y anunciar con cara de intelectuales y científicos, muy a lo Big Bang Theory tal hallazgo. Bien largo al carrizo las barbas de Marx y de Weber, a levantar las copas por los talentos de este siglo, un tal Maduro, un Cabello, un Jaua que entre otros son hoy el ejemplo que el mundo debería estar peleando.
Haber llegado a esa nueva
verdad universal, un modelo productivo, capaz de enfrentar con abultado éxito
el falsacionismo popperiano debería augurar el fin de las todas las penurias.
Que este nuevo modelo ideado por mentes tan brillantes permita que un país
tenga crecimiento económico, supere la pobreza y el hambre, los anaqueles se
vengan al suelo por el peso de la variedad de productos y la gente no haga
colas para adquirir medicinas y alimentos, no es poca cosa.
No solamente el presidente
sorprendió al mundo con esta nueva verdad universal, cosecha de su disimulado
talento, sino que además, enfrentado a la odiosa división social del trabajo,
demuestra que no solo es capaz de manejar una guagua sino que también sabe de
sus entrañas. Es a partir de tan hondos conocimientos desde donde se impulsa la
nueva verdad universal; a través de motores se da vida y sustento eterno al
modelo productivo maduriano, propio de esta nación y no de alguna otra vecina.
Como siempre las guerras, el
egoísmo y seguramente la envidia ante tanto talento junto y nunca visto, hizo
que se manifestarán fenómenos sobrenaturales: Tlaloc, conocido como el dios de
la lluvia y del relámpago entre los aztecas, hizo su aparición negando que sobre
estas tierras caigan torrenciales gotas de agua además, para sabotear el modelo
producto maduriano, un zagaletón a quien mentan “el Niño” se ha encompinchado
con Tlatoc para aguar la fiesta prevista en el Palacio Blanco, no el adeco sino
el rojo rojito, por ahora, claro.
Ante esta estado de cosas,
guerras imperiales y saboteos del más allá, el Comando cívico-militar encargado
de velar por la puesta en marcha de los motores ha tomado medidas para que el
modelo productivo nunca falle: jornada laboral de solo medio día; una Semana
Santa, santísimamente larga, sin trabajar; decreta hasta mayo con fines de
semana largos, iniciados los viernes, con lo que se evita construir puentes,
esto es, la jornada laboral se reduce a solo 4 días. A estas alturas los
operarios de los motores analizan decretar el día lunes 18 de abril no
laborable.
Como habrá notado la
genialidad del modelo productivo maduriano reside en un odio profundo y
desmedido al trabajo, se sustenta en el no trabajo, estimula al reposero, y
tiene a la vagancia y la flojera como valores supremos del socialismo
bolivariano.
08-04-16

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