Por Fernando Martínez
Móttola
1.
La crisis hace estragos. El descontento popular crece en forma exponencial. El
gobierno no emite señal alguna de rectificación y bloquea cualquier iniciativa
de transformación proveniente de la Asamblea Nacional. La oposición propone
alternativas para cambiar el gobierno. El Ejecutivo se muestra resuelto a
contener cualquier intento que amenace su permanencia en el poder. Cunde la
desesperanza.
2.
La sociedad venezolana enfrenta un gran dilema ante dos escenarios antagónicos,
básicos. El continuismo: la crisis se agrava hasta niveles extremos, el país se
desliza progresivamente hacia la pauperización, reinan el caos y el desaliento.
El cambio: el país produce un giro y comienza un proceso de transformación –no
exento de serias dificultades y duros sacrificios– que progresivamente lo vaya
sacando de la crisis y lo reinserte en el camino de la prosperidad.
3.
El primer escenario solo beneficia a una ínfima minoría, aferrada a las
prerrogativas del poder, que se siente amenazada por la justicia nacional e
internacional en caso de que ocurriera un cambio político en el país. Este
grupo de privilegiados se sostiene en el poder valido del control de las
instituciones del Estado y de las fuerzas encargadas de mantener el orden
público.
4.
Datanálisis (27-2-2016) reporta que 90,9% de la población evalúa negativamente
la situación del país. Dos tercios evalúan insatisfactoriamente la gestión de
Nicolás Maduro. 63,6% opina que el presidente debe culminar su mandato en este
mismo año, mientras solo 29,3% piensa que debería permanecer hasta 2019. 63,4%
de la población se manifestaría a favor de revocar en caso de un referéndum,
ante 36,6%, que votaría en sentido contrario.
5.
La oposición recurre a los instrumentos institucionales que provee la
Constitución, que a duras penas sobreviven dentro de un régimen autoritario
cada día más restrictivo, para plantear un cambio de gobierno este mismo año.
6.
¿Se resignará la sociedad venezolana, acostumbrada a vivir en libertad y
democracia durante más de cuarenta años, a someterse ante un régimen represivo?
¿Se conformará con vivir sumisamente en la miseria?¿Aceptará vivir en medio del
caos y la anarquía en beneficio de unos pocos, entregando el futuro de las
generaciones presentes y futuras?
7.
Dada la negativa del presidente a renunciar, en los próximos días las fuerzas
democráticas convocarán a concentrar los esfuerzos en la realización de un
referéndum revocatorio. De antemano se sabe que el oficialismo se valdrá de los
mecanismos que tenga a su alcance para evitarlo.
8.
La dirigencia y la sociedad en su conjunto deberán enfrentar este reto con
convicción y coraje. El resultado será decisivo en el destino de la nación.
No
es tiempo para dudas ni derrotismos; tampoco para cálculos personales.
En buena
medida, el éxito o fracaso dependerá de la determinación con que el reto sea
asumido, no solo por la dirección política sino por la sociedad en su conjunto;
dependerá de cómo cada ciudadano asuma su responsabilidad individual de acuerdo
con sus propias posibilidades. Ese es el gran dilema en el que se debate la
suerte del país en los próximos años. Todos somos protagonistas. Cada quien
elige el papel que le corresponde.
08-04-16

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