Por Alberto Lovera
Abrirle espacio a una
solución constitucional, democrática y electoral a la actual crisis nacional se
ha convertido en un camino minado y lleno de obstáculos, pero hay que persistir
hasta lograr concretarla. Nadie dijo que sería fácil, y si alguien lo creyó
estaba equivocado.
El debilitamiento progresivo
y la pérdida de apoyo popular al actual régimen han conducido a los inquilinos
del poder a una búsqueda desesperada por atornillarse a casi cualquier precio a
sus hilos cada vez más frágiles. Con enorme irresponsabilidad se empeñan en
persistir en políticas que han demostrado hasta la saciedad que conducen al
fracaso.
Haciendo uso de los recursos
de poder que les quedan, que no son pocos aunque debilitados, pretenden que se
confunda el norte y los instrumentos de las fuerzas democráticas, pero están
lejos de lograrlo.
El Gobierno sigue buscando a
quién echarle la culpa de sus fracasos y desvaríos, pero la realidad es
inocultable. Bien harían en mirarse al espejo para descubrir el rostro de los
responsables. Sus operaciones propagandísticas ya no logran que la gente se
confunda. Acumularon tanto poder y tanta discrecionalidad que ya no es posible
evadir sus culpas. No son otros, es la cúpula del poder quien nos ha conducido
a esta calamitosa situación nacional y ciudadana.
La guerra económica que
tanto nombran es la que ellos mismos impulsaron. Destruyeron el aparato
productivo nacional, escondieron mientras pudieron la fragilidad de una
economía rentista, pero la realidad les explotó en la cara. Ahora se quedaron
guindados de la brocha. El mejoramiento pasajero de ciertas variables
económicas mostró su fragilidad. La reducción de la pobreza que se produjo no
fue sostenible, y ahora nos encontramos en una situación peor que cuando llegó
este elenco político. Más pobres en los sectores populares, más empobrecimiento
de la clase media. Cifras inocultables que constatamos los ciudadanos en
nuestra vida cotidiana llega de penurias.
El cinismo con el cual
pretenden ocultar los indicadores de una crisis humanitaria que en la carencia
de elementos básicos de alimentación y medicinas no puede ocultar la gravedad
de la situación. Requiere de una atención urgente que toda posposición la
convierte en aún más delicada.
Frente a la incapacidad
gubernamental para acometer una rectificación a fondo, se impone la necesidad
de abrirle espacio a una opción que nos permita a los venezolanos un cambio de
rumbo. Si el nudo de los problemas tiene componentes de diferente tipo, es en
el terreno de la política donde encontraremos el punto de quiebre para la
reconstrucción y renovación nacional. De allí la fuerza que ha tomado en todos
los sectores la urgencia de un referendo revocatorio.
Que la cúpula del poder
intentará por todos los medios evitarlo está fuera de duda. Harán lo imposible
para escapar del veredicto popular crecientemente adverso: manipulación desde
los poderes donde aún tienen influencia, intimidación a la población para que
no se manifieste. Lo que no parecen poder lograr es que la gente se deje
arrebatar este instrumento de resolución de la crisis de gobernabilidad. No
será fácil, habrá que vencer el empeño de un poder cada vez más deslegitimado
de perpetuarse. Hacerlo con empeño y con inteligencia. Haciendo uso de los
derechos ciudadanos conquistados, presionar por todos los medios legítimos,
convirtiendo este futuro evento electoral en la llave para iniciar un nuevo
rumbo. En esperanza y voluntad de cambio.
No será fácil, pero no hay
que desmayar ni por un instante para que se exprese la voluntad popular y
encontremos una ruta democrática para un desenlace en paz de esta calamidad en
la que nos encontramos. Venciendo todos los obstáculos que levantan quienes
sólo piensan en los privilegios del poder y cómo perpetuarlos sin importarle
las privaciones del pueblo. Vendrán mejores tiempos.
08-04-16

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