Américo Martín 04 de abril de 2016
¿Improvisación?
¿Taumaturgia? ¿Maniobra pueril para “ganar tiempo”? (cuando lo que ambos
necesitan es no perderlo). ¡Qué va!. A quien haya seguido de cerca los
sobresaltos de la revolución cubana le será fácil advertir que el encuentro
habanero de Obama y Raúl ha sido planificado detalladamente en la marcha ya
difícilmente reversible de las negociaciones. En lo personal, forzado por la necesidad
de llegar a la médula de un fenómeno que tan determinante fue para
Latinoamérica y Venezuela, he dedicado largo tiempo al estudio de la historia
de la accidentada Isla, que desde el gobernador Diego Velásquez hasta nuestros
días se las ingenió para hacer valer su condición estratégica, ya que no
proveedora de oro y plata como otras regiones de la América hispano-lusa.
Que
EEUU levante el embargo y normalice sus relaciones con Cuba es un sentimiento
compartido en casi todo el mundo, incluso en sectores de la colonia cubana en
Norteamérica, cuya posición parece cada vez más realista, sin que ese sutil
cambio afecte su hostilidad contra el modelo castrista. La apertura en sana paz
de aquella fortaleza cerrada de ideología hermética, ha sido aceptada como
posible y deseable no solo en razón de justicia y DDHH sino también por
conveniencia geopolítica y oportunidad para la inversión.
Invocando
cinco décadas de dictadura revolucionaria, sangre vertida, propiedades
confiscadas, separación forzada de familias, se sustentó la tesis de que con
los Castro no habría diálogo posible, idea recogida en la Ley Helms-Burton que
lo condicionaba a que ninguno de los célebres hermanos figurara en procesos de
transición. El fidelismo mencionaba el embargo-bloqueo y Playa Girón para
rechazar cualquier acercamiento, aunque no pocas veces lo solicitara. Remover
semejantes obstáculos era complejo, pero el inmovilismo minaba la posición
norteamericana y fue usado por Cuba para legitimarse. Que Fidel no diera su
brazo a torcer y los gobiernos norteamericanos no hicieran del diálogo una
agenda viva, estancó la situación ad infinitum.
En
puridad el viraje vino con Barack Obama en su segundo período, y Raúl Castro
-oficialmente- desde abril de 2012, cuando el VI Congreso del PCC aprobó su
programa y lo entronizó en el mando. Las causas y etapas del empoderamiento del
silencioso Raúl las he analizado al detalle en mis obras La sucesión de Castro,
una herida abierta (Alfadil, 2006) y Huracán sobre el Caribe. De Fidel a Raúl
(UCAB 2013) Vale la pena revisarlas.
El
problema de los problemas -la resistencia de la mineralizada mentalidad
conservadora- lo desarrollo en la segunda de esas obras. ¿Cómo erradicar esa
lesiva mentalidad? Habría que ampliar el diapasón de las reformas extendiéndolo
a los dominios político y cultural. El restablecimiento de una democracia
pluralista respetuosa de los derechos humanos y la propagación de una plena
libertad creativa. Es evidente que Raúl no quiere actuar en el tema de DDHH,
con la celeridad que en justicia piden los exiliados y perseguidos. El
engranaje lo paraliza. En todo caso la realidad debe disolver ese nudo. Estamos
autorizados a esperarlo. Los acuerdos ya anudados, la presión de los
interesados en invertir y cambiar el modelo, el anhelo de vivir mejor
exacerbado en todos los estratos de la población, imprimirán una velocidad al
viraje que podría sorprender a sus autores.
Pese a
todo, Fidel sigue siendo Fidel. Muchos de sus delfines fueron despedidos. Lage,
Pérez Roque, Ramírez Estenoz, Valenciaga y otros, y el programa de su hermano
es de ruptura, suave pero de ruptura. El fidelismo quedó al margen, pero Fidel
puede retardar, prevenir, preocupar, como durante la inusitada visita del
presidente de EEUU, que arrojó palabras disonantes en contraste con el
recibimiento afectuoso que le brindó el pueblo cubano.
No
detendrán las negociaciones y se olvidarán tal vez con el anuncio de nuevos
logros, pero por el momento golpean el vidrio de las ventanas.
Los
presidentes no presentaron la esplendorosa visita como la solución completa de
seculares antagonismos. Un abrazo efusivo a la vera del avión hubiera sido
excesivo cuando en Cuba la liberalización política sigue siendo pendiente.
Lanzar gritos de júbilo o palmearse ruidosamente la espalda habrían sido
manifestaciones barrocas hoy, quizá probables después. Los preparativos fueron
estrictos hasta para dosificar la alegría. Se consolida la insuficiente reforma
de Raúl y sus colaboradores, entre quienes sobresalen el destinado a sucederlo,
Miguel Díaz Canel y el artífice de la reforma, Miguel Murillo. El proyecto
recibió el aséptico nombre de Lineamientos de la política económica y social
del partido y la revolución. Raúl Castro ha anunciado su retiro. Posiblemente
la nueva generación acelere la reforma. Debe correr, derribando jinetes si
fuere el caso. Cuba no puede regresar al anacrónico pasado ni dejar la tarea a
medio hacer. Lo proclamó el hermano menor:
- Rectificamos o se acaba el tiempo de bordear el precipicio y nos hundimos
Habrá
pensado en los gatos de Den Xiaoping. El color no tiene importancia, siempre
que cacen ratones. Aunque Fidel no lo crea, Cuba importa el 70% de los
alimentos. Con reservas internacionales exangues la trampa se cierra. Se
eliminan comedores populares, bajan rubros de la libreta de aprovisionamiento y
se reducen los fondos para gastos sociales. Para CEPAL Cuba vive un nuevo
Período Especial. ¿Se entiende por qué la noche quedó atrás?
El
17-11-2005, Fidel quiso conjurar la amenaza. Sin mencionar a su hermano previno
contra la reedición de una perestroika cubana.
- ¿Es irreversible la revolución? preguntó. Nadie respondió, pero el temido proceso se convirtió en línea oficial del partido. Al deslizar desagrado por el encuentro Raúl-Obama, Fidel repite aquella pauta. Raúl, probablemente repita la suya.
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