Por Alejandro Moreno
La orden de perseguir a los
jefes de banda hasta en la cama se está cumpliendo a rajatabla. Ya lo había
anunciado quien esto escribe varios artículos atrás. Los que no querían
reprimir porque el delincuente era una víctima de la sociedad capitalista están
desarrollando la represión más violenta e indiscriminada que se haya conocido
en toda la historia de Venezuela. Un cuento lo de selectiva. Si acaso los
lugares, no las personas. Los derechos humanos por el desaguadero, al albañal.
“¿A cuántas personas has matado?”, le pregunta un periodista de “Venezuela al
día” a un funcionario del Cicpc. Su respuesta da escalofríos: “Más de 90 desde
el año pasado”. ¿Al servicio de una imagen? Porque, de lo que sabemos, la
operación no obedece propiamente a dar paz y seguridad a nuestra gente sino
prioritariamente a dar la impresión de que las procuran. ¿Imagen de criminales,
de gobierno también malandro? Los fines no son los que parecen sino otros.
En Tumeremo la masacre fue
en favor de empresas capitalistas. Una medida socialista al servicio de
transnacionales. Lo ha dicho De Grazia, diputado. Su palabra vaya adelante.
El martes 10 de mayo
Caracas, Miranda y Vargas fueron militarizadas. Nueva fase de la OLP. Otra vez
la 905. La noticia va pasando de cuatro abatidos a seis; luego de ocho a nueve.
Todos, por supuesto, “en enfrentamientos”. ¿Cuántos serán en realidad? ¿Cuántos
muertos van ya allí, en unos meses? ¿No habían limpiado esa “cota” varias
veces? ¿¡Pero cuántos criminales hay en la zona!? ¿Será que vivir allí supone una
patente de malandro?
No hago distinción entre
culpables e inocentes porque nadie tiene derecho a matar a ninguno de los dos.
Ellos sí hacen supuestamente distinciones. La manera de identificar a los
“malos” es impresionante: “Muy fácil –le dice el citado funcionario al
periodista–; cuando nos montamos en la camioneta llevamos una foto reciente a
color y la vamos detallando por todo el camino; ese es el objetivo y tenemos
que acabar con él”. Muy técnica y científica la cosa. Total, como no es para
hacer justicia, mala en todo caso, sino para impresionar…
La verdad oficial la da el
ministro en su peculiar castellano: “…Tiene como misión erradicar el flagelo
terrible que hemos tenido del hampa organizada con connotación paramilitar”.
Sobre la violación de los derechos humanos no le pregunten porque probablemente
saldrá con el inconsistente argumento que usa el policía referido contra la
objeción de su esposa: “¿Dónde están los derechos humanos de sus víctimas?”.
Están igualmente en ellas y
en sus victimarios.
ciporama@gmail.com
17-05-16
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