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viernes, 6 de mayo de 2016

Militarismo vs. Socialismo por @oscarbastidas25


Por Oscar Bastidas-Delgado


Manejar el panorama de los socialismos posibles cobra vigencia en nuestro país para diferenciarlos del mal denominado Socialismo del Siglo XXI, que no es más que la franquicia comunista cubana adquirida por el fallecido mandatario Chávez: liderazgo eterno, dominio y centralización de los poderes públicos, partido único, militarismo, y nacionalizaciones entre otros rasgos. Chávez siempre amasó un proyecto militarista, lo de socialista fue un comodín.

Con su innegable memoria y posesión del código militar —código del que Maduro carece y Cabello no tiene meritos para mostrarlo— rediseñó la carrera militar convirtiendo las escuelas de formación de oficiales en máquinas de cursillos dizque marxistas, asignó altísimos presupuestos a un armamentismo no justificado y podó las líneas de mando sacando militares que no lo seguían o le hacían sombra, plagando así de militares la administración pública central y descentralizada, labor continuada por Maduro.


Su concepción militarista encuadró con el modelo burocrático, propio del ejército y de la estructura del PSUV, de quienes no creen en la división de los poderes, la democracia y la participación sino en mandar y subordinar a otros; modelo que funciona con la opacidad del secreto burocrático que facilita las adhesiones automáticas y la corrupción, que uniforma a los seguidores al extremo de colocarles capuchas para que no se diferencien ni siquiera por las caras; modelo para el que los oponentes y los muertos son simples cifras de una batalla.

Con esas condiciones, la tardía e inconstitucional propuesta socialista del fallecido no pasó de ser un militarismo ramplón. Militarismo del jefe único y de su rosca, despersonalización en pasta, uniformar seguidores con atuendos militares y franelas rojas como Mussolini con sus camisas negras; bastaba ver al mandón Cabello en la Asamblea Nacional para entender que militarismo es órdenes e imposiciones. Ante el militarismo los civiles que no se ponen firmes son objeto de listas Tascón y Maisanta, decoacción y presidios; de él deriva toda suerte de totalitarismos.

Los militaristas transmitieron sus valores a los colectivos, a sus milicianos, unas guerrillas bolivarianas de las que no se habla, y a los camisas rojas que rellenan las marchas oficialistas. Militarismo es negación de la supuesta participación protagónica: ¿Militares impulsando participación?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¡jamás!, la manipulan a conveniencia, solo creen en ella cuando quien participa obedece sus órdenes. ¿Militares socialistas?, ¿dónde?, ¿cuándo?: ¡jamás!, ellos no creen en el precepto marxista de que el primer paso al socialismo es el primero hacia la extinción del Estado.

Deslindar comunismo de socialismo es una necesidad para quienes proponemos un socialismo democrático que se nutra de participación y autogestión. Socialismo no es modificar el escudo, la bandera ni la historia, no es cambiar nombres de instituciones o destruirlas sin crear sustitutas, tampoco reproducir la pobreza ni aprovecharse de la inseguridad del lumpen - malandros para abonar con miedo la huida de jóvenes del país; tampoco es construir sistemas represivos e ineficientes. Socialismo no es cercar las universidades y amenazar con allanarlas por temor a que el conocimiento universal desplace gobernantes de visión reducida.

Socialismo es subir la calidad de vida de la población mediante el estudio y el trabajo; impulsar el emprendimiento individual y asociativo para constituir empresas socialmente responsables y cooperativas genuinas en aras de una economía variada que rompa con la mono producción; es respetar el conocimiento y la autonomía universitaria e impulsar la libre circulación de ideas en universidades y el país. Socialismo debe ser un proceso con claros valores y principios democráticos, de libertad, participación, respeto y solidaridad, con claras oportunidades de formación y capacitación para el trabajo, la cultura y la vida.

Una propuesta socialista solo es posible sobre un eje participativo. El modelo participativo es impulsor de la democracia por voluntad propia, con igualdad y autonomía de condiciones al decidir y actuar, respetuoso de los derechos individuales y colectivos; su mejor expresión en micro son las Organizaciones de Economía Social (OES), particularmente las cooperativas genuinas; ¡no las 400.000 registradas del cementerio chavista!, tampoco las falsas capitalistas y de maletín constituidas por los dizque socialistas gobernantes para evadir impuestos de verdaderas ganancias por sus jugosos contratos con los oficialistas, por cuyas culpas Maduro pasará al historia como el más nefasto gobernante anticooperativista por imponerles impuestos cuando las cooperativas ni constituyen capital para generar ganancias, ni generan rentas pues lo que les queda al final del ejercicio es un excedente.


06-05-16




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