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lunes, 16 de mayo de 2016

Nueva mayoría y cambio en paz por @garciasim


Por Simón García


A punto de concluir la imposición de su hegemonía, la fortaleza relativa del gobierno comenzó a crujir. Su éxito consistió en pasar de ganar el gobierno por los votos a invadir todo el Estado por la astucia, controlar la economía y cautivar a la sociedad para controlarla. Pero, en este último punto peló el peldaño.

El proceso ganó muchas batallas y perdió la guerra. El control totalitario del poder en vez de generar igualdad nos empobreció; la confiscación y la destrucción del aparato productivo nos impuso el tiempo de las colas y la escasez; el manejo populista de los ingresos nos llevó al record mundial en inflación; la adulancia y las distorsiones en nuestra Fuerza Armada hicieron que ella cediera el monopolio del uso de la fuerza a bandas que controlan diversos territorios.


Millones de venezolanos abandonaron el proceso a medida que fueron comprobando la incompetencia, los errores y la debilidad ética de una cúpula que, empeñada en replicar el modelo político y económico cubano, comenzó a destruir sin construir, a poner en crisis en todo lo que tocaba, a permitir el mayor festín de corrupción perpetrado por un Gobierno en y contra Venezuela. 
Sin embargo, un cuarto de población, a pesar de que también andan descontentos y algunos piden rectificación, todavía no cambia de posición.

La pérdida de la mayoría y la reconquista democrática de la Asamblea Nacional, puso fin a la comodidad para seguir tratando a la democracia como una apariencia. Esa pérdida parcial de poder obligó a Maduro y a Diosdado a negarla rotundamente porque la democracia es el antídoto específico contra el totalitarismo.

El desconocimiento de la Asamblea Nacional y la obstrucción del referendo marcan la fase terminal de Maduro y su cúpula. Escogió violar el mandato chavista de que fuera de la Constitución nada. Pretende sacrificar el papel actual y el futuro del PSUV al pasar a un ejercicio del poder abiertamente contrario a la ley. A menor apoyo popular, mayor necesidad de apelar a su naturaleza totalitaria.

Si ilegalmente el CNE impone el aplazamiento del referendo, con el apoyo del TSJ y el silencio dela F.A, se habrá consagrado la desaparición de la democracia. El primer deber del pueblo, cualquiera sea el proyecto político al que se adscriba cada quien, es cumplir con la obligación de restituir la democracia y lograr la vigencia plena de la Constitución Nacional.

Maduro no podrá eludir por mucho tiempo su revocación. Si el CSE avanza en su desafuero, la lucha por el cambio pasará a tener cuatro objetivos: la realización del referendo; la elección de gobernadores, la sustitución de la polarización por la convivencia y la formación de un nuevo gobierno producto de un entendimiento que reunifique al país y lo saque de la crisis. Cuatro elementos de una lucha que necesita presión de calle y diversificación de la movilización social y la protesta desde el barrio hasta la Asamblea Nacional.

La vía del cambio pacífico no está agotada, pero salvarla supone doblegar las provocaciones oficialistas. Es una vía que requiere, desde ya, la participación del pueblo chavista. Una vía plural y aferrada a la Constitución para encontrar juntos soluciones a la catástrofe que en materia de medicinas, alimento y seguridad están sufriendo los venezolanos. Con votos y en paz.

16-05-16




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