Por Chefi Borzacchini /
Maria Yolanda Garcia
El historiador Elías Pino
Iturrieta dice que el final de este gobierno parece lejos. Señala que
"Chávez fue una oscurana, que produce sombras contra las que
luchamos"
A mitad del desarrollo de
esta entrevista, Elías Pino Iturrieta recuerda una frase que una vez le escuchó
decir a su colega y amiga Inés Quintero: "La conmoción chavista ha sido de
tal magnitud que convirtieron la historia en un libro de autoayuda". Y
esta parafraseada viene a propósito del análisis que el historiador hizo de la
actualidad venezolana durante esta conversación con Contrapunto.
Así pues, los historiadores
han vuelto a ponerse en primera fila, le comentamos al historiador. Tal vez
porque basados en el pasado pueden ver más claramente qué nos está pasando hoy
día. Pero para Pino Iturrieta -quien se mantiene actualizado, tiene su cuenta
en Twitter, es columnista y editor adjunto del diario El Nacional y está
presente en todo "jolgorio de intelectuales"- hay otra razón por la
cual la voz de un historiador es buena para estos tiempos.
"La gente elude su
responsabilidad, y dice: 'Yo no soy culpable de este horror'. 'Ah, pero claro
que votaron por él', decimos nosotros. Entonces buscan a un historiador y lo
ponen frente a una cámara y le dicen: 'Señor historiador, explique y líbreme de
culpa, diga quiénes son los culpables de esto: ¿los adecos y los copeyanos, o
el general Gómez? Quíteme los pecados'. Entonces ya los historiadores no
hacemos análisis del pasado sino que hacemos un diagnóstico de la
actualidad", dice.
-Entonces, ¿cómo calibra un
historiador como usted este momento que viven el país y los venezolanos?
-Lo que ocurre en estas
últimas décadas chucutas, es decir estos 17 años, es la postrimería de lo que
pasó antes. Es decir, la idea de que estamos viviendo un proceso nuevo y
distinto es absolutamente artificiosa, eso no existe. El proceso de la
democracia representativa que se restableció en 1958, que tiene un apogeo muy
importante en los años 60, 70, 80 del siglo pasado, comenzó a caer en picada,
es una decadencia que ha llegado hasta nuestros días. Con el divorcio entre la
democracia representativa y la sociedad, lo que van quedando son escombros.
Estamos viviendo el más grande de los escombros de nuestra historia, que
seguramente va a tener un final.
-¿Solamente el final de los
17 años de chavismo, o de todo un gran capítulo de la historia de Venezuela?
-El final no es no solamente
de los 17 años del chavismo, sino de toda las descomposición que se ha venido
acumulando. El que no relacione este declive del pasado próximo con el declive
de la actualidad no puede entender nada. Somos todos criaturas del mismo
proceso y estoy hablando de los políticos, de los creadores, de los
intelectuales y periodistas que no tienen más remedio que presenciar o formar
parte de un proceso de decaimiento de la sociedad venezolana que está buscando
una salida, que debería encontrar una salida pero no solo del régimen chavista
sino de todo lo precedente que viene a ser la misma cosa: la postración
indudable del régimen de Pérez; del parche que fue el tránsito de Ramón
Velásquez, y de acudir de nuevo al anciano Caldera que no tenía vigor físico ni
intelectual para organizar las cuestiones del país. Todo esto provoca lo que
tenemos ahora sin solución de continuidad.
De la fabricación del país a
la decadencia
Le pedimos a Elías Pino
Iturrieta (Boconó, 1944) que, con su vocación innata de enseñar y dar clases,
haga un puente entre la Venezuela del siglo XX y los primeros 16 años de este
siglo XXI. En su caso, ha vivido de manera productiva y participativa la
segunda mitad del siglo pasado e igualmente de manera muy activa estas casi
primeras dos décadas del presente siglo, principalmente en sus oficios como
escritor, profesor universitario e individuo de número de la Academia Nacional
de la Historia de Venezuela.
- En 1958, cuando se echaron
las bases de la institucionalidad en Venezuela, se inicia un proceso de modernidad
que tuvo su esplendor en varias áreas en los años 70, 80 y 90 del siglo XX.
¿Cuándo y cómo se produce el quiebre entre ese "esplendor" y el
comienzo del declive del que usted habla?
-En cuanto a entendimiento
constructivo de la sociedad, ese esplendor comienza a partir de 1958 y se
prolonga hasta el primer gobierno de Rafael Caldera. Estamos hablando de los
periodos constitucionales de Rómulo Betancourt, de Raúl Leoni y del primero de
Rafael Caldera. Durante esos 15 años se corta con la autocracia y con el
militarismo de Pérez Jiménez, entre otros peligros; entonces los venezolanos se
meten en una vida democrática y distinta que nunca había existido. Pero hay un
antecedente, la revolución de los adecos de 1945, que es la clave de todo. Ese
fue el primer gran ensayo democrático participativo que hace la sociedad
venezolana desde los tiempos de la Independencia.
-¿Qué pasó con ese
movimiento de 1945 y por qué desapareció dando paso a la dictadura?
-Ese periodo tuvo
imperfecciones que provocaron su despedida; el proyecto que se retoma en 1958,
y que tiene esa evolución constructiva con estos tres jefes de estado, remienda
ese pasado. La posibilidad de que nos entendamos como colectivo y como
ciudadanos ocurre en ese periodo. Son años de fabricación del país, años que
aún no están amenazados por la bonanza económica. Otro rasgo de ese periodo,
que contrasta con los posteriores, es que son gobiernos austeros y generadores
de confianza: se les da crédito a los partidos políticos, a los administradores
del país y hay una formación de civilidad y democracia, que cristalizó con el
Pacto de Punto Fijo, a través de la cual los actores y grupos políticos
perfeccionaron la convivencia y lograron 15 años de civilización democrática.
Esa fue una hechura de país en colectivo.
-¿En cuál sector del
quehacer nacional se visibilizó mayormente esa intención constructiva de
país?
-Lo vemos claramente en la
vida cultural de Venezuela. Por ejemplo, el gobierno de Leoni crea el Inciba y
se lo encarga a una luminaria, nada menos que a Mariano Picón Salas, y cuando
él se muere asume Simón Alberto Consalvi. Hay una frase que puede ilustrar la
apertura y creatividad colectiva que predominaron en esa época, y fue la que le
dijo Leoni a Consalvi: "Usted está convirtiendo al Inciba en un paraíso de
guerrilleros". En la convocatoria amplia de talentos estuvo el acierto,
como por ejemplo, en la Revista Imagen colaboraron todos, pertenecieran al
pertido que fuera. Esa amplitud de criterios desembocó en logros notables de la
cultura venezolana, como lo fue -por ejemplo- el Fondo Biblioteca Ayacucho,
desaparecido por este gobierno. Hay un florecimiento en todos los sectores. Y
América Latina ve que está pasando algo en Venezuela: frente a una guerrilla
arrinconada, la imposición de la doctrina Betancourt y otras amenazas, estaba
el espíritu democrático; por ejemplo, un CSE que funcionó manejado por todos
los partidos políticos... ¿que había total pulcritud? No la había, pero
funcionaba.
Del ta’ barato al
debilitamiento de los partidos políticos
-¿Cuándo comenzó el declive?
¿Cuál fue el detonante?
-El detonante fue la
economía, y en segundo lugar, el ascenso de políticos sin la relevancia de los
tres presidentes anteriores. Así de simple. ¿Qué cosa pasa con los primeros 15
años que acabo de mencionar? Esos años fundacionales fueron de austeridad. ¿Qué
siguió?: El ta' barato dame dos. Ocurre una distorsión en términos de la
conducta colectiva, la irresponsabilidad y la apatía en relación con los
asuntos púbicos va creciendo progresivamente. Yo no necesito de mi esfuerzo
porque ahora hay un Estado proveedor que me va a dar dólares para ir a comprar
a Miami. Entonces comienza la Venezuela saudita.
-Esto tiene que ver con la
moral de los venezolanos líderes en ese momento…
-Claro… hay unos resortes
morales existentes anteriormente que se vuelven muy elásticos y comienza un
bamboleo que permite un movimiento en el que cabe todo; en el que cabe la
complicidad, por ejemplo; sobre todo, se abre un gran boquete para la
corrupción administrativa. No hay casos fundamentalmente escandalosos durante
los 15 primeros años de la democracia. Pero sí hay muchos casos de corrupción
que ustedes conocen cuando termina el gobierno del presidente Pérez. Entonces
el líder fundacional, Rómulo Betancourt, se escandaliza y convoca a la
moralidad de Acción Democrática para poner correctivos; eso nos indica que la
cosa no está bien. Hay una bonanza sin control que, además, le da un poder
inimaginable al Presidente de la República, en este caso Carlos Andrés Pérez.
-¿Entonces el germen de ese
debilitamiento moral estaría en los partidos políticos?
-No es fácil contestar esa
pregunta, quizá no sea una respuesta satisfactoria la que yo de aquí. Pero algo importante que pudiera
ayudar al entendimiento de esa situación es que los partidos políticos son
organizaciones férreas, cuya dirigencia se comportaba de manera uniforme,
tenían una orientación que no se discutía. El debilitamiento de esas
estructuras partidistas comienza con los sismos, y entonces lo que era una
fortaleza se convierte en debilidad. Los partidos dejan de ser los rectores de
la sociedad para convertirse en clubes de contratistas cuando nos inundamos de
dólares.
-Y cuando esos partidos y
sus líderes tienen acceso directo al poder…
-Así es. Los partidos
provocan el nacimiento de grupúsculos que quieren ese control y ocurre algo
fundamental: Rómulo Betancourt resuelve salirse del juego y les dice:
"allí les dejo esa maravilla" y se va para Berna… y deja esto de la
mano de los demás y AD comienza a dar un viraje total que lo reduce y lo va
alejando de la ciudadanía y de los mismos adecos; entonces ya no es un partido
homogéneo sino el partido de los “romulistas” y de los “carlosandrecistas”, y
luego de los “lusinchistas”, y lo mismo pasa en Copei , aunque Caldera no se va
… Hubo un choque interno de los partidos fundacionales que redujo la mirada
panorámica del proyecto y de la problemática nacional. Descuidaron el proyecto
nacional que se habían planteado en 1958.
-Pero surgen partidos de
izquierda, como el MAS.
- Eso lo debieron ver los
partidos fundacionales, pero no fue así. Esos partidos lograron
representatividad en el Congreso, y para lo que sería el sentido de la
pluralidad política estaba bien, pero significaba el menoscabo de los partidos
reinantes: AD y Copei.
De los nuevos a los viejos
protagonistas
Elías Pino Iturrieta explica
que, a partir de la primera presidencia de Pérez, nuevos actores y líderes
políticos no se sienten cómodos en el seno de las organizaciones fundadas por
sus padres y sus abuelos. "No son rupturistas; no plantean un divorcio
tajante con el pasado, porque ese divorcio significaría un divorcio tajante con
la obra de sus padres, pero dicen 'algo hay que hacer'".
-¿Cuándo y cómo comienza la
ruptura de los nuevos actores de la política con los partidos reinantes?
-Esto ocurrió como un
planteamiento de renovación producto de la formación que esa generación tuvo en
el extranjero, y aquí mismo. Ellos fueron creciendo mientras los partidos
políticos se iban debilitando. Esto es muy importante porque es una hechura del
pasado reciente y, a la vez, protagonismo de la actualidad. Y en ese
protagonismo de la actualidad, que no tuvo cronológicamente posibilidad de
asiento en el pasado, puede estar la salida del país. Me refiero,
fundamentalmente, a dos partidos nuevos: Primero Justicia y Voluntad Popular.
Son organizaciones nacionales integradas, la mayoría, por una generación aun
muy joven, que no tuvo nada que ver con la democracia representativa, pero que
aprovechando las últimas ofertas educativas de la democracia se prepararon. He
allí un tesoro provocado por la misma historia.
- La degradación de
esos partidos engendra a esos muchachos mejor preparados, pero también surge
Chávez. ¿Son productos de un mismo proceso?
- Tanto Chávez como ellos
son producto del mismo proceso. Aquí no hay novedades, no hay marcianos.
- Al inicio usted dijo
que estamos viviendo la etapa histórica de los escombros. ¿Es Chávez parte de
los escombros...?
-Chávez y el chavismo, como
los adecos y los copeyanos, para meterlos a todos en el mismo saco, son todos
parte de los escombros que no se pueden filtrar...Tenemos que meterlos a todos
en el camión de la basura.
-¿Hay algo positivo o
rescatable de esos escombros?
-Sí: que no hay un edificio
que debamos derrumbar, porque ya se está tambaleando.
-¿Cuál cree usted que es la
figura política más atractiva para la sociedad venezolana en estos momentos?
-Henry Ramos Allup. Qué
figura más representativa de ese pasado histórico que odiamos y del cual nos
quisimos distanciar, y parece que lo escogimos con pinza. Y resulta que una
figura que dependía de Gonzalo Barrios y que dependía de Canache Mata ahora se
convierte en el portento del cual depende la sociedad venezolana. Eso hay que
estudiarlo; eso significa que pasado y presente están allí. Hace unos meses
usted podía preguntar : "¿Tú eres adeco?", y la gente te respondía:
"Zape"… y ahora resulta que lo más lucido es salir con la franela
blanca. Son cosas muy complicadas de entender y de explicar, son cosas de la
incertidumbre.
-¿Puede ser una emoción
trasnochada?
- Es una confusión.
-¿Chávez fue un trasnocho de
las decisiones histórico-políticas de los venezolanos que lo eligieron?
-Chávez no fue un trasnocho.
Chávez fue una oscurana y esa oscurana nos produce este juego de sombras del
que queremos y luchamos por salir. Pero es importantísimo que uno vea que aún
hoy le seguimos dando crédito al pasado otra vez.
-¿Cómo interpreta usted que,
a pesar del surgimiento de nuevos actores, de nuevos partidos políticos, el
presidente de la AN, Ramos Allup, va a una universidad y es aceptado y recibido
como un líder, los muchachos hacen cola para tomarse fotos con él y abarrotan
el auditorio para escucharle cual cantante de rock?
-Tal cual, así es... ni al
padre Barnola, ni Andrés Bello le rendirían tanta admiración. Pero es tan
grande el agujero que sentimos, que cualquier escalera sirve. Estamos tan mal,
que yo me agarro de este pañito. Ramos Allup rebusca en la retórica vieja de
algunas épocas de oro que tuvo en el Parlamento para acercarnos, y acercarse a
esos jóvenes con su discurso familiar, el discurso en el que crecieron nuestros
abuelos y nuestros padres. Él es una aproximación a la seguridad, a la
confianza que me dio la palabra de mi padre, la palabra de mi abuelo, y yo no
voy a criticar la palabra de mi padre ni de mi abuelo, yo vengo de ellos, ¿por
qué voy a desconfiar?. Entonces el Aula Magna de la UCAB se hace pequeña para
recibir a una figura del pasado convertida en estrella del presente.
-¿Cree entonces que los
venezolanos preferimos darle más crédito al pasado, aunque sepamos que ese
pasado errático nos trajo a esta grave situación que estamos viviendo?
-Es que todos nos decimos:
"¿qué broma, cómo salgo de aquí ahora?". Y entonces me aferro a la
primera salida que encuentro. Se apagó la luz y ¿cómo hago yo para salir de
esta oscuridad? Entonces viene un amigo y me ofrece una linternita. Y esa
linternita se convierte en el Faro de Alejandría. ¿Cómo es eso? ¿Cómo hago? No
tengo otra. Porque, por ejemplo, yo fundo un partido nuevo que se llama Primero
justicia; fundo un partido nuevo, que se llama Voluntad Popular. ¿Cuál es el
problema con ellos?: la novedad. Ese es un liderazgo con el cual la sociedad
venezolana no estaba familiarizada. Pero hay que reconocer que esos carajitos han
hecho la hazaña de establecerse en el país, de forjar estructuras que se
encuentran en toda Venezuela y cuya movilización es evidente y se comprobó en
las elecciones parlamentarias, pero a la vez no confío todavía. Y nos
preguntamos: ¿cómo nos van a sacar del barro en el que estamos metidos?.
Entonces Ramos Allup nos transmite la sabiduría de los padres fundadores. Esa
sabiduría es una fantasía... pero mueve.
-¿Qué es lo positivo de
estos 17 años desde el punto de vista político-gubernamental?.
-Se encuentra la fragua de
una nueva mentalidad venezolana y de los venezolanos, que va a terminar con la
mentalidad que ha predominado desde el siglo pasado. Nos estamos comportando en
la vida de manera distinta. Ahora tengo hábitos que no tenía, porque hay que hacer
de la necesidad una virtud. Ahora tengo que ahorrar, tengo que trabajar más que
antes, no dependo del patrón porque él también está tambaleándose
económicamente. Hay una relación con la realidad que no existía antes y ahora
el ambiente te la impone. Tú eras desprevenido; ahora eres prevenido, te debes
proteger tú mismo en la calle. Tienes una rutina distinta y una mirada del país
distinta... aunque sea a juro.
Dos trenes a punto de chocar
-Estamos metidos en los
escombros. ¿Cuándo se va a cerrar este capítulo, con crisis y todo? No hay luz,
no hay agua, no hay medicinas, no hay alimentos. ¿Cómo se va a escribir y a
titular este capítulo de la historia de Venezuela?.
-Ya que me agarras como
historiador, te doy una respuesta como historiador. Como describí someramente
el siglo XX veo un poco más atrás: Venezuela se funda en 1830 como un proyecto
liberal republicano. Ese proyecto implicaba la deliberación del Congreso y la
estricta división de los poderes, el alejamiento del Estado de la vida de los hombres
comunes y corrientes; lo que se llamó la libertad de contrato, el desarrollo de
un proyecto capitalista moderno. Eso pasó y funcionó de 15 a 20 años. Lo cortan
la guerra civil y los militares, pero permaneció como mensaje, como
conminación, como credo de los venezolanos, como artículo de fe en los
venezolanos. Nadie se ha atrevido a dudar de ese credo; ni siquiera el general
Gómez. Hay un elemento republicano en nuestros orígenes, al cual se le opone el
elemento antirrepublicano: es decir Monagas, es decir Crespo, es decir Pérez
Jiménez, es decir Chávez. En el fondo, por mandato de nuestros difuntos, de
nuestros ancestros, ese tren de la república y ese tren de la antirrepública
están corriendo en la misma carrera y ahora parece que se metieron en el mismo
riel y van a chocar. Este capítulo de nuestra historia se puede titular
"El Fin: de 1958 a...". No podemos colocar aún el año.
Hoy, añade, "tenemos la
posibilidad de que por fin seamos lo que prometimos ser el 5 de julio de 1811:
republicanos. Bolívar no era republicano, Guzmán no era republicano, Gómez no
era republicano. Eran gentes que tenían su entendimiento personal acerca de la
sociedad y la quisieron imponer. Pero resulta que la generación fundacional
toda fue republicana, y eso germinó y reapareció en 1945 con los adecos y
volvió por sus fueros en los años 58, 59 y 60. Luego entró en decadencia, se
rindió ante la antirrepública, pero fue una rendición parcial. Allí vuelve otra
vez, este muchachero. El mismo Henry Ramos es república, a su manera, frente a
esta república, a nuestra manera. Lo estamos viviendo, presenciando y
actuando".
-¿Cuál es la meta y cuáles
son los tiempos de esos trenes que vienen a toda velocidad?
-A esos trenes que vienen
desde atrás no le puedo poner hora de meta. La democracia se construye a través
del diálogo, y hoy tengo necesidad de decir esto, mañana puedo decir otra por
necesidad. Hoy quiero el referendo revocatorio, pero mañana puedo hacer como el
diputado del 4 de julio. Hay que mirar con benevolencia las vacilaciones de los
líderes, porque hay un bloque en la cúpula que no va a permitir el diálogo con
la república. La antirrepública persiste en su imposición. Nicolás Maduro
representa hoy la antirrepública y está negado al diálogo. ¿Cómo se le fija
plazo a un juego trancado?
-¿Qué es lo más grave que
puede suceder para que se cierre este capítulo?
-¿El detonante? La
precariedad material. Venezuela está viviendo situaciones que no vivieron
nuestros padres ni nuestros abuelos.
-¿Se recuerda históricamente
otra situación tan delicada como esta o similar a esta que vivimos?
- Peores y las hemos
superado, que es lo bueno. De peores hemos salido, como se dice popularmente.
Uno ve el presente en términos absolutos: ¿Tu escasez es la peor? ¿Tienes
cuatro muchachos? Ah, yo tengo cinco. ¿Tú eres un idiota? ¿Tu eres el dueño de
la desgracia? Cada uno se regodea en su desgracia. Pues hay que decir que la
nuestra es una situación de verbena si se compara con la Independencia, que fue
una matazón que nos dejó muertos de hambre y muertos de todo. No había ni qué
comer en las casas de los pocos mantuanos que quedaban. Si no había en esas
casas de los mantuanos, imagínate en las de los pardos, sin trabajo sin empleo,
sin fábrica, sin comercio. Esa era Venezuela después de Carabobo, después de
1830. Un horror. Ese sí era el gran escombro, y era muy fácil de representar
ese escombro, porque había ocurrido el terremoto del Jueves Santo y las
ciudades estaban destruidas.
Elías Pino Iturrieta expone
que, "cuando Páez entrega el mando se paga la deuda, se reconoce el país
por el extranjero, reanudamos el comercio con EEUU e Inglaterra y comienza,
otra vez la actividad productiva. En 15 años Venezuela ya no es un papel de
mapa sino un país donde la gente puede vivir. En 15 o 20 años salimos del gran
hueco que fue la Independencia. El segundo momento terrible de nuestra historia
fue la Guerra Federal, eso sí fue un arrase; no te podías asomar a la ventana
del pánico, no era por los caudillos sino cualquiera que estuviera en la calle.
Pero hubo una concertación para volver a la convivencia, y el país
siguió".
-¿Ahora en 2016 habrá
concertación? ¿Hay posibilidades de lograrla?
-La pregunta es: si hubo en
un momento esa concertación, ¿por qué no puede suceder ahora? El problema es
que el régimen chavista se proclamó como revolución, los dogmas no lo permiten.
Los ciudadanos son los que pueden convertirse en el mayor motivo del diálogo
porque los aprieta la carestía; ese sería un detonante sorpresivo, eso sería la
obligación del diálogo.
-Pero la concertación pasa
por unos poderes, por una institucionalidad.
-¿La oposición es fuerte
como para imponer sus reglas? Esa es la pregunta. ¿La oposición tiene con qué?
La única evidencia de fortaleza de la oposición es la electoral, que no es
inducida por la oposición sino por la carestía y necesidades populares. Pero
hay otro: la desunión de la oposición; allí hay partidos políticos presos de
sus presos. Hay organizaciones viejas que quieren ser nuevas y hay partidos
recientes que se pelean entre sí, y hay que mirar ese problema, con el deseo de
que esto se arregle. Chúo Torrealba clama por la unidad, y de tonto no tiene un
pelo (bueno, no tiene cabellos en la cabeza). Yo pienso que el final de este
momento histórico está lejos, primero porque la institucionalidad es negada al
diálogo y está manejada por la Presidencia de la República y, especialmente,
por la falta de fortaleza de la oposición y del liderazgo. Un gobierno débil no
se burla de la voluntad popular; un gobierno débil no le da por las nalgas a la
AN todos los días como lo hace este. Estamos luchando con un gobierno que, pese
a sus errores, pese a la carestía, sigue siendo fuerte... eso es lo que dicen
las encuestas, eso es lo que dicen los cuarteles, lo que dice el Tribunal
Supremo... eso es lo que dice la institucionalidad, manejada por ellos, pero es
así... Entonces estamos metidos en un problema muy diablo.
El mayor desastre: la
educación y la cultura
Por más de 30 años Pino
Iturrieta fue profesor en la UCV. La educación de los venezolanos ha sido uno
de sus temas, que compite con su dedicación a la historia. Cuando fue
presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, el foco de
su gestión fueron los conversatorios y actividades dirigidas a la actualización
y adquisición de conocimientos para el público. "No aguanté más", es
la frase que suelta cuando le preguntamos: ¿Qué es para usted lo más duro que
ha ocurrido durante estos últimos años, en medio de estos escombros?".
-La pérdida de actualidad en
materia de adquisición y divulgación de conocimiento; nosotros, los
venezolanos, hemos retrocedido en 17 años y estamos a la zaga. En materia de
educación es trágico lo que está pasando. La posibilidad de crear conocimientos
se cerró, se mutiló porque no hay herramientas para hacerlo. En materia de
ciencias duras: física, matemáticas y naturales el vínculo con los adelantos
del extranjero esta casi desaparecido; en el caso humanístico no estamos al día
con la creación, con las bibliografías y eso es gravísimo.
-Hace rato mencionó que de
los liceos salía gente brillante, pero para nadie es un secreto que actualmente
la educación pública tiene deficiencias.
- Es así. A quienes están
entrando a las universidades, a los primeros semestres, hay que darles una
especie de reeducación para remendar el bachillerato. El bachillerato adecuado
que existía se lo tragó la tierra. Y hay una cosa que hay que decir: el
conocimiento y la creación necesitan la fuerza de la aristocracia. Es la única
aristocracia válida. Eres un poeta notable porque eres poeta notable, eres un
gran científico porque formas parte de una élite que tiene el conocimiento,
pero yo no puedo ser Savater, no puedo ser Humberto Eco, quien tiene un carrera
académica que lo convirtió en eso porque formaba parte de una aristocracia.
¿Que es muy importante que todos tengamos acceso a la educación? Claro que sí,
eso lo sabemos desde que Guzmán Blanco decretó la educación primaria, gratuita
y obligatoria, y que en sus buenos tiempos dio origen a esas élites que también
salieron de los liceos; entre ellos, José Ignacio Cabrujas, Manuel Caballero,
Isaac Chocrón y tantos otros buenos creadores.
-Este descalabro que hemos
tenido en lo educativo tiene que ver muy directamente con la cantidad de
jóvenes emigrantes que también han buscado una mejor formación en el exterior.
¿Cómo ve ese fenómeno de venezolanos emigrantes que ha ocurrido en estos
últimos 10 años?
-Negativo, negativísimo. Los
que se van son muchachos que se han formado en los liceos y las universidades
venezolanas, que ya tienen 20 o 25 años, cuando aún funcionaba la educación y
fueron a buscarse la vida porque no les quedaba otro remedio, porque aquí no
podían ganar un sueldo para tener un apartamento y casarse, o seguir
estudiando. Esto conduce a algo que va más allá de la educación: nos hace
perder una generación. Esa generación no tiene reemplazo. Entonces ¿cómo
hacemos? Un hueco. ¿Cómo hacemos si esos son los que necesitamos en la
escalera? Esos peldaños no existen y los necesitamos.
-Puede verse de otra
manera... por la otra cara de esa moneda: muchos de esos jóvenes se han
graduado en las universidades venezolanas y más allá de la crisis aquí, se
marcharon para foguearse profesionalmente. Aunque sea un porcentaje pequeño, un
buen número va a regresar. ¿Cómo lo ve usted?
- Yo creo que ya el gobierno
y el Estado les han decretado una medida de prohibición de regreso al país,
porque ¿qué van a hacer aquí? ¿De qué van a vivir? Son viajes sin retorno.
Salió un libro que recopiló Silda Cordoliani, precioso, titulado “Pasaje de
Ida”. Todos los que escriben en ese libro no van a regresar, no tienen cómo o
no quieren. Hicieron la vida en otra parte. Esa generación se fue y no tiene
pasaje de vuelta. Es como dice la canción: “En el tren de la ausencia me voy y
mi boleto no tiene regreso, lo que quieras de mí te lo doy, pero yo te devuelvo
tus besos”, de José Alfredo Jiménez. Un sabio... jajaja…
-Y ese pequeño porcentaje
que regresa, que está bien considerado por los mercados de trabajo de afuera,
calificados en sus oficios, ¿podría estar allí parte de nuestro proceso de
salvación y de cambios para bien?
-Todo es posible. La pérdida
de una generación para una sociedad es muy grave en términos de la evolución de
esa sociedad. Yo tengo tres nietos, pero en Miami, y prácticamente no existen
para mí, porque viven allá. Casi no hablan castellano y yo soy un extraño para
ellos. Eso les pasa a las sociedades, la sociedad deja de ser próxima para
convertirse en extraña. ¿Nietos? Sí, pero en términos de sentimientos, de
tocarlos, de hacer caballito con ellos no existe y ellos pierden esa
experiencia vital, pero también la pierdo yo a mi edad. Yo los necesito. Suma
todas esas faltas personales con lo colectivo y llega un momento en el que hay
un vacío de la nueva sangre, del nuevo talento.
-¿Quiénes se quedan?
-Los que no se pueden ir,
porque no tienen con qué. Quedan los impreparados porque saben que van a pelar
bolas afuera, porque no pueden competir con un joven europeo si no estás bien
preparado. Quedan también los que se quieren quedar. Hay quienes dicen: “Yo me
quedo y le echo bolas a Venezuela”, pero en términos estadísticos los números
de los que se fueron son abultados.
-¿Qué es lo más dramático
que ha ocurrido en el sector cultural, desde el punto de vista de la
responsabilidades del Estado con el país?
-La diferencia más
importante del control y manejo de la cultura durante los años de la democracia
representativa, y en los últimos 17 años es el siguiente: sin ser perfectos
antes, aquello mantuvo la orientación a la pluralidad. Ahora es todo lo
contrario: lo que era pluralismo se convirtió en algo unilateral, sectario,
impuesto, por un solo canal. El Inciba y el Conac impusieron lo heterogéneo y
estos lo volvieron homogéneo; aquello que fue multicolor, ahora estos lo
volvieron uniformado. Aquello permitía el libre juego de las opiniones y de la
creación y de las corrientes, ahora volvieron todo cultura popular, que también
se consideró antes, y se ha convertido en cartabón e índice para todo proceso
de creación cultural. El apoyo oficial se ha dirigido a un solo sector, cuando
antes se repartía equitativamente, con sentido de pluralidad... ahora tienen
que bailar tamunangue a juro para que les den un subsidio. Y lo más brutal:
convirtieron el Celarg y el Teresa Carreño en auditorios rojos rojitos...
nosotros al menos teníamos más pudor político.
-¿Cómo califica usted la
posición, la actitud de los artistas y creadores ante esa realidad que viven
respecto a la falta de apoyo del Estado para desarrollar sus proyectos?
-Hay algo muy importante,
que es signo de cambio de nueva conducta: los intelectuales se olvidaron de la
beca, los artistas se olvidaron de los subsidios y le están echando bolas y se
incorporan a la sociedad por su propio genio.
-La verdad, creo que siempre
trabajaron, unos más que otros, pero la creatividad es creatividad y el talento
es el talento con o sin un fajo de billetes...
-Lo que quiero decir es que
ahora han hecho su propio movimiento, se las arreglaron para continuar.
-Pero no se puede justificar
esa falta de apoyo del Estado a las artes y a la cultura, porque allí metemos
todo en un mismo saco. Se acabó con mucho: quedan poquísimas compañías de
ballet y danza contemporánea, por ejemplo, cuando teníamos uno de los
movimiento más importantes de América en estas artes; los museos están más
grises que nunca y no sabemos cómo se encuentran esos sótanos y las colecciones
que son patrimonio de los venezolanos... no sigamos hablando, mejor.
-Es que no hay que ir al
depósito del Museo solamente. Un caso que me importa más a mí es el de la
Biblioteca Nacional: voy y pregunto: "sácame un libro del General
Gómez". Me dicen: "no está"... el fondo iconográfico, tan
hermoso y completo que teníamos allí, está mutilado. ¿Qué pasó con las imágenes
de los daguerrotipos que estaban allí?... Es un problema que atenta contra el
patrimonio espiritual de los venezolanos... han hecho desastres a cambio del
cliché de la cultura popular.
La esperanza somos todos los
venezolanos
-¿Cuál es o cuáles son las
ideas o pensamientos que tiene en la cabeza todos los días cuando se despierta?
-Una interrogante:
"¿Regresaré a la casa?" Esa es una interrogante que me hago todos los
días. Y ya es automática: “Me voy, nos vemos en la tarde”, le digo yo a mi
esposa, pero vivo en la incertidumbre. Y esa es una incertidumbre a la que, a
lo mejor, le falta asidero. Yo vivo una vida de clase media normal, yo vivo en
una zona relativamente segura: voy al banco en una zona que me queda cerca, y
mi secretaria me dice: “Deje el reloj, doctor”. Salgo y dejo el reloj, la cartera,
el suiche del carro, el celular y llevo la cédula no más. Y eso se te mete en
todas partes. Te haces la pregunta de la vida: "¿Volveré, regresaré a mi
casa para leer, hablar con mi mujer, ver la televisión? ¿Volveré a mi trabajo,
a continuar lo que yo escribo?..Y eso ya no depende de mí. Y esa pregunta que
yo me hago todos los días se la tiene que hacer también cualquier venezolano
que esté acosado por la vida que vive.
"La otra pregunta no
tiene respuesta: ¿Qué pasará mañana? Eso no lo sabe nadie. Eso no lo sabe ni
Dios, que debe tener muchos enredos para decidir qué va a pasar con los
venezolanos… Mañana puede estallar esto... eso no lo sabemos", estima.
-¿Y la esperanza?
-Yo siempre tengo
esperanzas, pero razonables, porque por lo que he estudiado de historia sé que
los cambios y las mejorías son muy lentas, muy perezosas. Esto es poco a poco,
muy poco a poco. No me pregunto por el cambio porque eso no lo veo muy cerca y
porque no está en mis manos. Salvar mi vida, relativamente está en mis manos; cuidar
mis bienes, relativamente está en mis manos, pero cambiar la situación dura que
vivimos hoy en este país depende de poderes políticos y económicos que yo no
tengo. Depende de todos los venezolanos.
17-05-16
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