Por Carolina Gómez-Ávila
En el momento en que Maduro se vaya, todos levantarán sus manos y dirán,
“Llévenme, soy el próximo presidente de Venezuela”. Serían más de cuarenta
personas las que creen ser el legítimo heredero de Maduro.
Mike Pompeo citado por John Hudson,
en The Washington Post.
Aspirante: Usted que
alzaría la mano ahora para proponerse como presidente ha sido señalado por el
Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, como imprudente. Su
ambición personal -esa tan natural en un político y que los ciudadanos
entendemos como lícita, legítima y generalmente buena para la sociedad- más que
inoportuna resulta un estorbo para que la Nación se libere del yugo opresor.
Además, ha olvidado o nunca apreció la moderación aristotélica que dice que
como es fácil desviarse y difícil alcanzar el justo medio, es raro lo que es
bueno; por eso usted resulta malo, indeseable y reprochable, cuando menos.
Sabemos que ciertos rasgos
sociopáticos en la personalidad pueden ser muy útiles para quienes abrazan la
vida política. Para ciertas decisiones puede ser provechoso que le falte
empatía por el otro y que no anteponga el bien común, lo malo no es que eso
incluya los sentimientos sino también los derechos. Como presumo que tiene
algunos de esos rasgos, sospecho que esta apelación a sus valores le parecerá
intrascendente.
Me cuesta recurrir al dolor
de mi pueblo para intentar mostrarle lo inicuo de su proceder, pero no creo que
haga falta decirle que, mientras privilegia sus ambiciones personales sobre la
libertad de todos, mis compatriotas mueren de mengua. Y no creo que haga falta
porque sé que con ellos también mueren sus parientes, pero eso no ha servido
para morigerar su avidez. Su ansia, pues, es morbosa.
Si ética o empatía no le
mueven un nervio, nada de lo dicho hasta aquí lo hará. Pero es prudente
advertirle que su incontinencia en esta hora es más que contraproducente para
que usted obtenga lo que anhela: el poder. Como este es un buen argumento para
sociópatas, debí comenzar por él, pero lo hice a la inversa para que se dé
cuenta de cuán lejos está de obtener el favor de la población
En aras del interés común,
quisiera mostrarle que esa precipitación suya y esa necesidad de ponerle la
piedra a sus colegas para que no se le adelanten en la carrera final, se ha
convertido en cuchillo para su garganta. Si no demuestra valores y sintonía con
la población -y le advierto que ya es muy fácil saber cuándo se fingen y cuándo
no- el pueblo le empujará de manera ascendente, sí, pero hasta el borde de un
risco para lanzarlo, a continuación, al precipicio.
Es posible que eso no le
importe siempre que los demás tampoco lleguen. Claro que la emergencia
humanitaria compleja sirve de discurso, pero no es suficiente para dar un paso
al lado y no me refiero a un paso atrás.
Parece ignorar que el
próximo presidente corre más riesgos que el usurpador. Su eventual ejercicio no
se pronostica estable. Si esto lo estimula antes que disuadirlo, es porque
tener el poder le atrae, pero no ha pensado en lograrlo en condiciones de
mantenerlo y eso le haría más interesante, o al menos inteligente.
Para más inri, Pompeo ha
dicho que hay 40 de ustedes. Está claro que esa no es una cifra real, pero no
dijo otro número para que el imaginario popular lo relacionara con los 40
ladrones del cuento de Alí Babá invitándonos a un “¡Ciérrate, sésamo!” que
supone dejarlos a todos fuera de la carrera. Yo preferiría no encerrarlos, sino
que supieran postergar la recompensa y contribuyeran con la causa de todos,
pero le advierto que en esto soy parte de la minoría.
El periodista John Hudson,
que es reportero de Seguridad Nacional especializado en el Departamento de
Estado y diplomacia de The Washington Post, complementó su reportaje con
consultas a un par de asesores gubernamentales que fueron respondidas de manera
tal, que creo que no hubo filtración alguna porque no la desmienten ni la
desestiman; al contrario, la refuerzan.
Esta podría haber sido una
jugada muy bien calculada del Departamento de Estado. Geoff Ramsey, experto
sobre Venezuela en la Oficina de Washington para América Latina, adobó lo dicho
por Pompeo: “La triste verdad es que muchos en la oposición están más
interesados en convertirse en la figura de Nelson Mandela que en encontrar un
camino pragmático” y si no quedó claro con quién es eso, agregó que María
Corina Machado, Henri Falcón y Leopoldo López compiten por un perfil de
liderazgo.
De los 40, ya tenemos 3.
Seguramente niegue o desdeñe
esto como si no importara, pero pretender el poder sin idoneidad para obtenerlo
lo tiene ahí, como lastimoso aspirante, y a nosotros aquí, necesitándolo y
repudiándolo a la vez. Tome en cuenta que esto puede inclinar la balanza de su
financista que seguro que decide bastante más que usted.
La dolorosa verdad es que
desde Pueblo Nuevo en Falcón hasta San Carlos de Río Negro en el Amazonas y
desde Yera en el Zulia hasta San José de Amacuro en Delta Amacuro, todos los
venezolanos pensamos lo mismo que “filtró” Pompeo para abochornarlo: “Nuestro
dilema, que es mantener a la oposición unida, ha resultado ser tremendamente
difícil”.
Sopese hacer un acto de
contrición y dar señales creíbles de enmienda, aunque le resulte incompatible
con sus rasgos de personalidad porque el que lo haga saldrá mejor parado que el
resto.
Me despido. Su aspiración
seguramente no tendrá éxito y persistir en ella daña la de libertad común. Ya
sé que eso no lo apena, pero, ya que ha sido descubierto, le convendría que su
principal aliado no lo humillara en público otra vez.
08-06-19
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