Por Piero Trepiccione
Negociaciones por todos
lados
La oposición venezolana
está inmersa en múltiples negociaciones actualmente. La más emblemática y
mediática en términos comunicacionales es la que se realiza en México.
Obviamente los focos internacionales están puestos allí pero no por ello, otros
temas de la agenda son menos importantes para redefinir el rumbo que ha de
tomar el país y es allí donde entran las decisiones en el marco del proceso de
elecciones de gobernadores y alcaldes pautado para noviembre próximo. La
oposición está entrampada en varios estados y municipios donde se han tenido
enormes dificultades para poder seleccionar opciones unitarias, que garanticen
una mayor coherencia en la estrategia de reconexión popular que se intenta
ahora. Y las encuestas comienzan a indicar victorias de los candidatos del Psuv
en muchos lugares, justamente, por la dispersión de candidaturas opositoras.
Ante ello, vale la pena revisar la forma en que se pactan los acuerdos de cara
a eventos electorales.
Estrategia o “boche
clavao”
En ese sentido, vale la
pena tomar como ejemplo dos tradicionales juegos conocidos ampliamente en
Venezuela, para describir la forma mediante la cual se procesan las diferencias
en materia candidatural. En el ajedrez, la clave es la estrategia, que es la
que al final, debe determinar el rumbo de los acontecimientos. En este
juego es fundamental desprenderse de ciertas piezas para alcanzar el
objetivo final. Usted puede sacrificar caballos, alfiles, torres, peones e
inclusive, la dama, con el fin de poder acercarse a un jaque mate victorioso.
Puede parecer en algún momento que se pierden cosas, pero al final se gana
mucho. En las bolas criollas se opera más bien con cierta picardía. Y aunque el
juego se basa en ir arrimando bolas lo más cercanas posibles al “mingo”, que es
el gran elector, al final, existe la figura del “boche clavao”, cuyo fin es
acabar con todo lo previamente jugado y dejar sin nada al contrario. Pero se
corre un gran riesgo de pegarle al mingo y acabar con todo. En este sentido, no
existe ningún tipo de desprendimiento, sino alcanzar el objetivo aun llevándose
por delante lo que sea y con el riesgo de acabar sin nada. Aunque el juego de
las bolas criollas es muy divertido y popular en muchos lugares de Venezuela,
en política es mucho más inteligente, práctico y útil jugar al ajedrez.
Definiendo candidaturas
Un daño enorme que se
le ha hecho a la política venezolana es la aplicación del llamado “cuotismo” en
la definición de candidaturas partidistas. El “cuotismo” se parece más a las
bolas criollas que al ajedrez, por ello sus resultados a lo largo de la
historia han sido nefastos. Este fenómeno consiste en poner candidatos a las
diferentes posiciones de elección popular que respondan más a las cuotas
internas del liderazgo partidista, que a la conexión popular necesaria para
alcanzar más victorias. Es una práctica macabra que se aferra más a preservar
el poder individual que a impulsar procesos de democratización y
fortalecimiento de la participación ciudadana. “Cuotismo” fue por ejemplo la
candidatura de Alfaro Ucero en 1998, que no tenía ninguna posibilidad de
victoria electoral pero que – según los gobernadores adecos de la época-
garantizaba seguir manteniendo el control del partido. Y pare usted de contar
historias tristes de esta naturaleza con el agravante que aun hoy en día se
siguen repitiendo, sino veamos lo que ocurre en Caracas, Miranda, Táchira,
Lara, entre otros lugares del país, donde el espíritu de las bolas criollas
puede más que la lógica del ajedrez. Y de esta manera, es difícil lograr el
necesario desprendimiento para alcanzar la victoria final.
19-09-21
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