Por Oscar Bastidas Delgado
El mutualismo como
valor poseído por personas que se reconocen como afectadas por problemas
comunes relacionados con la calidad de la vida en cuanto a salud, medicamentos,
accidentes y riesgos, previsión, retiro, vivienda y créditos hipotecarios,
servicios funerarios y otras actividades, personas que deciden superar con
recursos y esfuerzos propios esos problemas gracias a las mutuales como
organizaciones que no persiguen fines de lucro por lo que no deben pagar
impuestos sobre rentas, tiene origen antiquísimo.
Sus experiencias se
remontan a comunidades que necesitaron unir esfuerzos para enfrentar
catástrofes, sean éstas climáticas como las inundaciones del Nilo tres mil años
antes de Cristo; de protección de caravanas de los mercaderes de la antigua
Palestina; de ayudas en casos de indigencia o enfermedad como las “Hetairas”
griegas; y otras como las Guildas de la Edad Media en la antigua
Germania, los “montepíos” en España, las sociedades italianas de socorros
mutuos y muchas otras.
Hoy el mutualismo, movimiento sinérgico generado al integrar sus acciones, posee un cuerpo integrado de valores y principios que les conceden fisonomía propia diferenciándolas de las empresas de seguro capitalistas y públicas: sus principios son: adhesión voluntaria; organización democrática; neutralidad institucional: política, religiosa, racial y gremial; contribución acorde con los servicios a recibir; capitalización social de los excedentes; educación y capacitación social y mutual; integración para el desarrollo.
Posee también
dimensiones mundiales gracias a organismos propios de integración; solo en
Europa más de cien millones de personas pertenecen a él. En Bélgica no existe
un Instituto Belga de Seguridad Social sino un conjunto de mutuales que protege
su población desde 1864. En Francia cubren casi 40 millones de personas gracias
a sus más de 2.000 puntos de atención. En Canadá, USA, Argentina, Colombia,
Perú, Chile y algunos países africanos se promueve el mutualismo desde hace
decenios. La Unión Africana de la Mutualidad (UAM) representa 21 países de ese
continente.
En nuestra América
Latina esta figura realza su vigencia con la reciente sanción por el gobierno
colombiano de la Ley 2143 de 2021 que dota a las mutuales de identidad y
relativa autonomía en el ámbito de lo que en ese país hermano se denomina
Economía Solidaria.
Ese reconocimiento abre
compuertas para que ellas fortalezcan su imagen y sus procesos en cuanto a,
emprendimientos asociativos y promoción de los servicios de previsión y protección
social propios de estas organizaciones. En el marco de la nueva ley se
contemplan aspectos relativos a constitución, registro, derechos y deberes de
asociados, responsabilidades y prohibiciones, régimen económico, fondos
mutuales, procesos formativos gestión, control y relaciones del Estado. Por tal
motivo se declara el próximo día 5 de octubre como el Día Nacional de la
Mutualidad.
En Venezuela esta
importante y útil figura asociativa adquirió rango constitucional, junto al
término Economía Social, al ser impulsada en un conjunto de ocho artículos
propuestos a la Asamblea Constituyente Nacional de 1999 gracias a
movilizaciones de la Central Cooperativa Nacional de Venezuela (Ceconave) y de
las federaciones nacionales de transporte y de servicios: Fecotrave y
Fecoseven.
Con la figura de mutuales pudiesen reestructurarse debidamente los servicios médicos y farmacéuticos de los institutos de previsión del profesorado de las universidades autónomas, el Servicio de Protección Social de Ceconave que es el mayor servicio funerario del país y otras opciones de previsión que adquirirían fisonomía propia y operatividad.
Esa figura
redimensionaría el funcionamiento de actuales clínicas, farmacia, servicios
auto-administrados de seguro y salud y cooperativas de seguros al oxigenar con
participación y aportes dinerarios asociativos algunas deficiencias financieras
y acercar de mejor forma estas organizaciones a sus relacionados agregando el
sentido de propiedad al de pertenencia.
En nuestro país alguna
organización asociativa debe tirar la primera piedra y constituir una mutual.
Liberar esa figura del secuestro de las grandes empresas de seguro privadas y
públicas es tarea perentoria del cooperativismo venezolano, otros movimientos
sociales y ONGs ante la sindemia o sinergia de pandemias – coronavirus,
hiperinflación, pobreza y militarismo entre otras –, ese recate cobra mayor
importancia pues las mutuales apuntan justamente a la calidad de la vida y la
salud de quienes deben estar más interesados que los populistas del desgobierno
actual: los propios ciudadanos.
Oscar Bastidas es
cooperativista, consultor y facilitador en Emprendimiento Asociativo y
Microempresas.
24-09-21
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