Gustavo Roosen 23 de septiembre de 2021
@roosengustavo
Un
rasgo positivo del carácter venezolano es la curiosidad por lo que pasa más
allá de la propia frontera. Impelidos como nunca antes a ese contacto con otros
países, otras visiones, culturas, economías, estamos seguramente haciendo de
necesidad virtud y potenciando nuestra capacidad de sorprendernos, pero sobre
todo de aprender, de comprobar que hay formas diferentes de vivir y de hacer,
que el mundo ha seguido avanzando mientras dentro, en Venezuela, el retroceso
marca el presente.
La
necesidad o la positiva actitud de ver hacia el mundo ha ampliado nuestra
visión, la ha enriquecido. Hubo un tiempo en el que Venezuela podía mostrarse
como una ventana a la modernidad. Hoy tenemos que buscarla fuera, lejos o en el
propio vecindario, en países con tradición de crecimiento y en otros, más
cercanos a nosotros, República Dominicana por ejemplo, que se han decidido por
un camino de realismo, de seriedad, de racionalidad, y que vienen sumándose al
grupo de los ganadores.
El
doloroso fenómeno de la diáspora o la urgencia de abrirse hacia una perspectiva
internacional se han convertido en la oportunidad de aprender, de comparar, de
constatar que los cambios ocurren y que alguien los genera, que no avanzar es
condenarse al fracaso y al olvido. La postura positiva, la del optimismo
creador, no solo ayuda a superar los momentos de oscuridad sino a develar las
claves del progreso, a mostrar la viabilidad de sistemas fundados en la
libertad y orientados a generar crecimiento y bienestar.
La
experiencia de mirar hacia el mundo y de tratar de entenderlo nos enfrenta a
nuevas realidades y nuevos problemas, pero también nos da acceso a nuevas
claves. A los grandes temas de libertad e igualdad se suman o crecen en
perspectiva los de poder y representatividad, inclusión y derechos. La
sostenibilidad ha pasado de retórica a preocupación con contenido. La meta del
desarrollo sostenible ha superado la de satisfacer las necesidades del presente
para asumir el compromiso con las futuras generaciones y garantizar el
equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar
social. La dimensión global de la sostenibilidad ha dejado de ser tema de
ambientalistas para convertirse en preocupación de todos y para impulsar
políticas obligantes, bien pensadas, ambiciosas pero posibles, urgentes más que
simplemente necesarias.
El
contacto en países vecinos, tanto en el sector público como en el privado, con
profesionales con formación, estructura, disciplina de trabajo y capacidad de
respuesta a los problemas nos habla, por ejemplo, del acierto de atender la
educación como prioridad indiscutible y de afirmar el valor de un país sobre la
capacidad de su gente. Nunca será excesivo insistir en este tema. Nos habla
también de la necesidad de seguir el paso a los avances tecnológicos y de
atender tanto las oportunidades que se abren en todos los campos como las
exigencias que impone, todo ello para evitar el rezago y el olvido. Sin esa
atención no es posible ocuparse con eficacia de temas como el empleo, el
bienestar social, la seguridad, la competitividad de los mercados, el acceso a
la información.
Quienes
están en mejores condiciones para dar respuesta a las expectativas y
aspiraciones de las personas son aquellos que han asumido el discurso del
realismo, de los derechos ciudadanos, pero simultáneamente de sus obligaciones.
Funcionan en esquemas en los que cuenta la formulación de políticas acertadas
junto con la acción irrenunciable de la iniciativa privada y un clima de
confianza que aliente el diálogo y la cooperación. Responden a una visión
pragmática de la planificación, del buen hacer, de la efectividad.
La
internacionalización tiene su precio, pero también enormes recompensas, en
posibilidad, en oportunidades, en aprendizaje. Nos corresponde mirarnos en el
espejo de los demás, de los que están mejor, no necesariamente de los que
siempre estuvieron en primera línea, los grandes, sino también ahora los
pequeños, los que se han decidido por el camino del crecimiento sistemático.
Hay mucho que aprender. Mirar atentamente lo que pasa en el mundo es una forma
de hacerlo.
Gustavo
Roosen
@roosengustavo
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