AFP 23 de septiembre de 2021
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Cientos
de migrantes con niños, la mayoría venezolanos, ingresaban este jueves a Chile
por pasos clandestinos en la frontera con Bolivia, a pesar de que el gobierno
chileno anunció que retomará las expulsiones de quienes entren al país de forma
irregular.
Los
migrantes, que buscan ayuda básica y refugio, ingresan de manera constante
durante todo el día por Colchane, una localidad rural de poco más de mil
habitantes en el altiplano.
Junto
a la migración clandestina en este sitio árido y de frío extremo, a más de
3.600 metros de altitud, ha crecido también el negocio de transporte ilegal, y
el precio de acercar a un migrante a las ciudades alcanza hasta 70 dólares por
persona, constataron periodistas de la AFP.
“Si
alguien me da agua, ya se me pasa todo. Esto es p ara volverse loco”, dijo
Xiomara R., de 30 años, arrastrando un coche con un bebé tapado de cobijas y
abrigos de adultos en una mañana a 2ºC bajo los picos nevados.
Al
entrar a Chile, Xiomara caminó hasta una comisaría de Carabineros para
“autodenunciarse”, como dicen las autoridades. Los nombres de quienes se
entregan son incluidos en un registro oficial y eso ayuda a mujeres y niños a
ser trasladados 250 km hasta Iquique, la ciudad portuaria del norte de Chile, a
más de 1.800 km al norte de Santiago.
“Pero
esto nos sobrepasa, somos más de 100 soldados destacados en este punto
fronterizo, y uno controla una parte y pasan otros cientos por otro lado. Este
mes ha sido súper fuerte, no paran de llegar”, dijo a la AFP un militar que
pidió no revelar su identidad, apostado cerca de un hito que separa Chile de
Bolivia.
Tres
carpas de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dispuestas
al lado de la comisaría están repletas de migrantes que duermen allí para evitar
el frío extremo de la noche y la mañana. También hay una iglesia que sirve como
refugio y organizaciones diversas que ofrecen comida.
–
Flujo incesante –
Por
ahora ninguna medida ha frenado el flujo diario de migrantes, mayoritariamente
venezolanos, aunque también hay muchos colombianos, sobre todo de Buenaventura,
del Valle del Cauca, y algunos dominicanos.
Se
echan a caminar desde el altiplano al desierto de Atacama, donde algunos, en
grupo, arman barricadas con piedras para pedir agua, dinero o que los acerquen
a Iquique, sobre todo a camiones que pasan por allí.
El
ministerio del Interior anunció el miércoles que retomará las expulsiones de
migrantes en situación irregular, como lo hizo a principios de año cuando esta
región recibió miles de migrantes sin papeles. En los primeros siete meses de
2021 han cruzado por el norte de Chile 23.673 migrantes, casi 7.000 más que en
todo el año pasado.
La
imagen de migrantes durmiendo en la calle se repite también en Antofagasta,
ciudad minera a 480 km al sur de Iquique, donde el terminal de autobuses está
repleto de migrantes esperando juntar los papeles o el dinero que les envían
familiares desde otras regiones de Chile para seguir a Santiago.
“¡Esto
sí que ha sido duro!”, exclamó Rosangela, que espera hace 28 horas juntar los
requisitos sanitarios y el dinero que le mandó su hermana para trasladarse a
Santiago desde Antofagasta. Hace un mes dejó en Venezuela a su esposo y a dos
hijos adolescentes para viajar a Chile y poder hallar un empleo que le permita
darles de comer.
“Nos
vinimos con 17 niños de brazos, habíamos 48 personas y de las 48 habían 17
niños, entonces una ayudaba a la otra, había una señora embarazada, mucha
cosa”, contó sobre su periplo desde Maracaibo, en otros tiempos la ciudad
petrolera reflejo de la modernidad y desarrollo de Venezuela.
AFP.
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