Ismael Pérez Vigil 18 de septiembre de 2021
Me
sorprende −no sé cómo llamarlo− el nivel de ingenuidad, credulidad y en algunos
casos, oportunismo político, cuando leo comentarios y mensajes acerca de la
noticia de que el régimen estaría solicitando la incorporación de Alex Saab a
la mesa de negociación en México. Creo que vale la pena poner todos estos temas
−el preso de Cabo Verde, el prófugo de Madrid y las negociaciones de México− en
perspectiva. Vayamos por partes, de lo más simple e inmediato a los más
complejo y escabroso.
Primero,
con este señor retenido en cárcel de lujo en Cabo Verde, mientras se decide su
extradición a los EEUU, sus abogados han utilizado todo tipo de trucos y de
subterfugios legales para retrasar lo que luce inevitable; pero, ¿De verdad
alguien puede creer que este señor tiene la más mínima posibilidad de ser
incorporado a la mesa de negociación en México? ¿Qué el tribunal de Cabo Verde,
que le ha dado largas y que tiene al gobierno de los EEUU respirándole en la
nuca y mirando por sobre el hombro de los magistrados, va a ordenar que monten
a este señor en un avión y lo envíen a México? El primero que rechazaría
semejante barbaridad es él mismo preso de Cabo Verde, que no estaría dispuesto
a salir de su cómodo resort y ser capturado de manera aparatosa en cualquier
aeropuerto.
Segundo,
con respecto al Sr. Pollo; podemos dar por seguro que va a ocurrir, si no algo
igual, algo muy parecido a lo que pasó con el preso de Cabo Verde. Van a tratar
de alargar el proceso, retrasarlo, darle largas, el señor va a amenazar con
“descubrir” cualquier cosa, con denunciar a medio mundo –como ya lo está
haciendo– con revelar lo que sabe, etc. El Sr. Pollo y sus abogados, emplearán
todo tipo de argucias y artimañas para retrasar algo que lo afecta, sobre todo
personalmente, y hemos de suponer que cuenta con los medios económicos para
ello.
Tercero,
si extraditan finalmente a ambos a los EEUU, ¿Que creen Uds. que va a pasar? Yo
voy a disentir de muchos colegas, periodistas y analistas, pero: ¿Ustedes creen
que estos señores pueden tener alguna información útil, de procesos que ya se
deben haber desmantelado hace tiempo? ¿O que tienen alguna información que el
gobierno norteamericano ya no conozca, de sobra y con suficientes datos y
pruebas? ¿Alguien puede pensar que lo que estos señores conozcan −y revelen, si
es que lo hacen− va a representar alguna diferencia frente a los casos que ya
los EEUU deben tener suficientemente documentados? Más aún ¿Alguien cree que de
verdad estos señores van a decir algo diferente a lo que han dicho ya todos los
que están por allá −el señor aquel de la maleta con los dólares para Argentina,
el tuerto de los caballos y granjas; el “petrolero” escondido en la Ciudad
Eterna; la fiscal prófuga por el país vecino; y varios más que ya están
exilados o en cárceles de los EEUU y que supuestamente ya cantaron? O sea,
¿Realmente alguien cree que estos señores van a aportar algo diferente o van a
decir algo que de verdad ponga al régimen venezolano en “peligro”, o tan
siquiera en un “aprieto” mayor que el que ya tiene y que por lo visto no le
afecta mucho? Dejo como reflexión esas preguntas.
Cuarto,
es evidente que el régimen venezolano tiene que demostrar que protege a los
suyos; a todos los testaferros que todavía tiene por el mundo y a todos los que
hacen “negocios” con ellos. No les puede enviar el mensaje de que los va a
dejar desamparados ante cualquier “dificultad”; por el contrario, les tiene que
decir −y demostrar con hechos− que los van a defender, hasta la última
instancia que puedan. Y ese es el mensaje que está enviando con todas esas
movidas que le estamos viendo y que confunden a algunos.
Quinto,
si bien el mensaje es para su propia gente, para evitar desbandadas
inconvenientes, hacia nosotros −viniendo de quien viene, especialista en
manipulación y provocación− el mensaje es para irritarnos, para
desbalancearnos, para que nos peleemos entre nosotros, dados como somos de
crédulos de todo lo que ellos dicen, sobre todo de lo que puede afectar o
desacreditar a la oposición democrática, al G4 o al gobierno interino,
porque saben bien que esas estupideces sacan a algunos de sus casillas, los
desmoralizan y a otros les dan una excusa para golpear más a la Plataforma
Unitaria, para debilitar nuestra posición negociadora y estimular e inducir más
la abstención, cómo si eso hiciera falta. También sirve de pretexto para que
unos supuestos “radicales”, de esos que nunca van a la raíz, sino que siempre
se quedan en la superficie de la difamación, aprovechen para denigrar de la
oposición democrática, del G4, del gobierno interino, de los partidos y líderes
que han logrado sobrevivir.
Sexto,
¿Y la negociación?, se preguntarán algunos. A medida que transcurren las
semanas, desde el inicio del proceso de negociación en México y dados los
precedentes conocidos, está cada vez más claro que un interés del gobierno de
Nicolas Maduro siempre fue ganar “respetabilidad”, “reconocimiento” o
“legitimidad” ante la comunidad internacional y, por supuesto, lograr que le
quitaran algunas o todas las sanciones internacionales, aun cuando, en mi
opinión, ya ha aprendido a manejarse con ellas. Sin las sanciones y algo más de
recursos, no cabe duda, que el régimen pudiera continuar el populismo hacía sus
seguidores a nivel popular −y que algo “percole”, al resto de la población− y
puede, sobre todo, continuar con el “Festín de Baltasar”, con sus socios
internacionales e internos; porque con sus “enemigos”, que somos todos los
venezolanos que nos le oponemos, con la represión y el control policial y
militar es más que suficiente. Una vez que ocurra algo de eso −mayor
reconocimiento, levantamiento de sanciones− o que no ocurra, como pareciera que
va a ser la situación, el régimen pateará la mesa y se levantará de ella sin
contemplaciones, que pareciera ser el escenario que está preparando a toda
velocidad, toda vez que ha entendido que no se eliminaran las sanciones y que
la “legitimidad” internacional no es un objetivo tan apremiante. Para
levantarse de la mesa se servirá de cualquier excusa, el preso de lujo de Cabo
Verde, el prófugo de Madrid, o lo que sea.
Séptimo,
y sí esto ocurre, ¿Para nosotros, entonces, qué significado tuvieron la
negociación en México y el 21N?, pues para nosotros, si no se logran los
objetivos planteados en la negociación y en el Memorándum de Entendimiento,
esta negociación, lo que quiera que dure, habrá servido para ganar tiempo −que
somos quienes realmente lo necesitamos−, para unificar y solidificar más
nuestras estrategias, para calibrar mejor nuestros partidos y líderes, para
mantener el apoyo internacional, y −junto con la participación electoral del
21N− para ganar en organización y disminuir el caos interno que nos carcome. Si
esto es así, todo lo ocurrido habrá sido ganancia, siempre y cuando se cumpla
una condición fundamental: que no nos montemos falsas expectativas, que siempre
es el error que cometemos.
Cada
vez es más claro que el fin de este régimen de oprobio depende de la fuerza de
tenaza, de la presión interna e internacional, que logre romper el caparazón de
la logia en el poder, de ese bloque hegemónico sostenido por la fuerza militar,
que es lo único −y no es poca cosa− que mantiene al régimen. Para ello nos toca
fortalecer la presión interna, tarea con la que estamos en deuda. Resistir y
sobrevivir es importante, pero no es suficiente.
Por lo
pronto, de verdad me sorprende el nivel de ingenuidad de algunos análisis
viniendo de personas −periodistas algunos− que uno pudiera suponer que están
algo mejor informados. Seamos serios, la gravedad de lo que vivimos en el país
lo amerita.
Ismael
Pérez Vigil
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