Por Fernando Pereira
Mientras me disponía a
escribir estas líneas sobre el inicio del año escolar, escucho por la radio que
la Escuela Técnica Industrial “Simón Bolívar” de Acarigua no podrá comenzar las
clases presenciales, pues fue desmantelada.
“Carlos Sánchez,
director del referido plantel educativo, señaló que, tras haber sido blanco de
la delincuencia en diversas ocasiones, la instalación está muy deteriorada y
los equipos y maquinarias necesarios para impartir educación fueron sustraídos,
por lo que se hace imposible comenzar clases presenciales en el mes de
octubre”, reseña el diario Última Hora de Portuguesa.
El año pasado, por esta
misma época, calificaba como incierto el inicio de actividades escolares. Un
año después las interrogantes se siguen acumulando. Unicef Regional ha
recopilado en su web los “Protocolos y orientaciones para la reapertura de
escuelas en países de América Latina y el Caribe”, emanados de las respectivas
autoridades educativas. Ya no sorprende que el único país que no ha
suministrado información sea el nuestro.
La razón posiblemente
sea que el “Plan Victoria Bicentenaria: Inicio de clases seguro y progresivo
(2021-2022)” se difunde una semana antes del llamado a inicio de actividades
con los docentes y familias, el lunes 16 de septiembre. Un anuncio sobre la
fecha augura improvisación, imposibilidad de programar, tomar previsiones,
hacer los preparativos y reafirma que la educación no está entre las
prioridades.
En el plan se anuncian
10 vértices estratégicos, pero no hay un diagnóstico sobre la realidad de los
centros educativos y sus actores, no hay metas, indicadores, fechas. No sabemos
cuántos de los centros se encuentran en la misma situación de la ETI “Simón
Bolívar”.
El primer vértice
subraya la prioridad de garantizar un retorno seguro, protegido y de manera
progresiva a una matrícula de 8.763.066 estudiantes con pautas de bioseguridad
confiables. El director de la ETI Simón Bolívar hace un llamado reciente:
“Estamos pidiendo el apoyo de los padres en cuanto al suministro de cloro,
alcohol, tapabocas, entre otros insumos de bioseguridad para combatir el
Covid-19, ya que la institución no tiene recursos para comprar eso”. ¿Es solo
su caso?, ¿cuentan con servicio de agua? El plan oficial no señala de dónde
saldrán los recursos.
“Amor para mi Maestro(a)” es el segundo vértice que destaca la vacunación de 1.100.000 personas que laboran en el sector educativo. De ese 100% del personal no hay nada que nos indique qué porcentaje ha sido vacunado hasta la fecha. “La promoción de la actualización de la contratación colectiva frente a los embates de la guerra económica” es una promesa que se queda corta ante los desesperados llamados de los docentes que sobreviven con el valor de unos escasos dólares y se preguntan cómo pagarán el transporte o la tarifa telefónica.
“Mi Bella Escuela”
tiene que ver con la refacción y acondicionamiento de los centros educativos.
Mi preocupación crece al leer que del total de 29.103 instituciones educativas
señala que, a corto plazo, solo 500 serán alcanzadas por “Una Gota de Amor para
mi Escuela” de la Fundación de Edificaciones y Dotaciones Educativas (FEDE), y
952 con alianzas estratégicas con Gobernaciones, Alcaldías y otros Ministerios.
Esas gotas lucen insuficientes para planteles que han estado 18 meses cerrados.
Confieso que el plan me
llena de interrogantes. No hay duda de que las escuelas deben abrir en la
medida de las posibilidades. Todos sabemos de las limitaciones de la educación
a distancia en un país como el nuestro. Urge partir de la realidad y
posibilidades de cada centro. Habrá condiciones donde las familias, docentes y
comunidades organizadas trabajen, presionen, exijan y las creen.
Fe y Alegría, Avec,
Andiep, centros educativos privados (son de los que tengo conocimiento) tienen
meses pensando en las alternativas para el reinicio y los obstáculos con los
que se deben enfrentar. Hay que apoyar estas iniciativas para que puedan seguir
adelante a sabiendas de que no es fácil. Las autoridades deben apoyar y no
obstaculizar.
La principal
preocupación está en la red pública escolar que representa el 80% de los
centros. El reto es ir reabriendo progresivamente las aulas, exigiendo las
condiciones que lo hagan posible para salir de la inercia. La brecha educativa
seguirá creciendo si como sociedad no damos la cara por la educación.
16-09-21
https://efectococuyo.com/opinion/dando-la-cara-por-la-educacion/
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