Por Gioconda Cunto de San Blas
In memoriam, Enrique
Planchart (1937-2021)
Punto único a tratar:
Universidad Nacional Experimental Simón Bolívar.
Con esa escueta línea,
el Ministro para la Educación Universitaria, por voz de la Secretaría
Permanente del Consejo Nacional de Universidades (CNU) convocaba a una sesión
extraordinaria virtual, a llevarse a cabo el jueves 16/09/2021. En pocas
palabras, el CNU desconocía el estatus de Universidad Autónoma, otorgado a la
Universidad Simón Bolívar (USB) en decreto presidencial 755 del 18/07/1995. Una
omisión nada inocente que apuntaba al blanco: ante el fallecimiento del rector
Enrique Planchart, nombramiento de nuevas autoridades de la USB por acto
unilateral del CNU, a cuenta de universidad experimental, y no por vía
electoral en el Claustro Universitario, como lo exige la ley para la
universidad autónoma.
No es mi intención
discurrir sobre los aspectos legales de esta movida, de los cuales poco sé.
Mejor remitirse a los jurisconsultos en esa búsqueda. Más bien escribir sobre
lo que la
USB y la Universidad (así, con mayúsculas, la de Planchart)
representan para la sociedad venezolana, escribir sobre la Universidad como un
sentimiento, como esa casa amorosa en donde aprendimos sobre libertad y
democracia, valores fundamentales de una sociedad que aspira al progreso.
Se atribuye al
Libertador, en oportunidad de aprobar los Estatutos Universitarios de 1827 con
el apoyo del Claustro de la Universidad de Caracas, el haber dicho que “el más
preciado instrumento para la conservación y defensa de la libertad es una
universidad capaz de formar hombres libres para dirigir la vida colectiva en
búsqueda del beneficio común», bajo el precepto autonómico universitario.
Desde ese año, cuando
la colonial Universidad de Caracas fue convertida en la republicana Universidad
Central de Venezuela, la autonomía universitaria en nuestro país ha sido manjar
apetitoso no solo en las fauces de gobiernos dictatoriales o autoritarios sino
también en gobiernos electos democráticamente que se han visto impulsados a
morderla. De manera que no es de extrañar ahora el acoso implacable del régimen
en los últimos 20 años para quebrar su espíritu autonómico y obstaculizar la
libre difusión y discusión de las ideas.
Tal vez porque resiente la distancia intelectual que lo separa de ellas, el régimen las ha condenado a presupuestos congelados en el tiempo, al margen de la brutal inflación que nos aplasta; sueldos ruinosos para los profesores universitarios; laboratorios carentes de recursos para investigación; bibliotecas desactualizadas; servicios al mínimo. Todos ello como parte del acoso administrativo, que no ha hecho sino agravarse en estos tiempos pandémicos.
El ataque a las
universidades y sus autonomías llega ahora a su zenit con el disfraz de
argumentos paralegales a efectos de hacerse con el control institucional, al
aniquilar de facto el Claustro Universitario y nombrar autoridades a través del
CNU, en abierto desafío a las normas.
Es una política
sistemática de violencia destinada a sojuzgar la Universidad, ejemplo más
reciente la USB, estimulada tristemente por personajes egresados de esas mismas
aulas, algunos de ellos incorporados a su cuerpo profesoral o ya en posición
cuestionable de directivos impuestos por el CNU, como es el caso de los tres
profesores nombrados el pasado 16/09/2021 en los cargos rectoral y
vice rectorales de la USB. Juramentos tomados minutos más tarde a los
designados que ¡casualidades de la vida! se encontraban por allí, en la sede
del CNU, en conocimiento anticipado del resultado, listos para la pantomima de
juramentación presencial en ceremonia express, tipo in articulo
mortis.
Como golosina para
ingenuos, si los hubiere, el día siguiente a estos nombramientos trajo para el
trío una promesa del ministerio de ciencia y tecnología de crear un «Polo
Científico-Tecnológico como instancia de articulación con el sector
universitario para la creación y la invención en las líneas de investigación
con las que el ministerio trabaja». Promesa que probablemente acabará como las
anteriores, en migajas para comprar voluntades de ocasión.
¿Qué hacer frente a la
imposición del régimen? Callar no es una respuesta. Como universitarios tenemos
la obligación de construir una expresión que agite la dignidad académica en
estos convulsionados tiempos, e invoque esa «nueva humanidad […], de conciencia
y verdad», plasmada en el himno de la USB. No vaya a ser que quedemos ante la
historia como los universitarios italianos que en masse, más por cobardía
que por convencimiento, juraron lealtad y devoción a la Italia fascista y a
Mussolini ante la presión del ministro Giovanni Gentile. Solo 12
dignos profesores en toda Italia se negaron. Que ellos sean nuestro
ejemplo a seguir.
Gioconda Cunto de San Blas
es Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y
Naturales. Investigadora Titular Emérita del IVIC.
23-09-21
https://talcualdigital.com/teatro-en-el-valle-de-sartenejas-por-gioconda-cunto-de-san-blas/
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