Luís Ugalde, SJ 01 de noviembre de 2021
El
régimen destructivo puede lograr que la votación del 21 de Noviembre no tenga
la contundencia necesaria para reclamar un movimiento unido y masivo por el
cambio. Pero lo va a convertir en la oportunidad para un ¡basta ya!, indignado
con tanta destrucción y corrupción. Los venezolanos y los demócratas del mundo
tenemos que hacer escuchar el grito de rebeldía ante la decisión del régimen de
perpetuar la humillante ruina del país y también expresar nuestro repudio a
algunos dirigentes y candidatos opositores que olvidan la tragedia nacional
anteponiendo sus ilusas aspiraciones. Partidos y candidatos (con honrosas
excepciones) nos han defraudado con su mezquina pequeñez cuando más necesitamos
grandeza y visión. Pero el 22 la mayoría del pueblo se puede encontrar con que
sus diferencias se unen en la común indignación y rebeldía existencial que exige
un urgente cambio de salvación nacional. Por eso yo votaré.
Ruina y repudio.
Hace
un cuarto de siglo una mayoría venezolana, indignada por una dirigencia sorda
ante el grave malestar nacional, buscaba un cambio radical, que se hizo palabra
y emoción en el verbo de un militar mesiánico. Comprendemos esa opción, pero
ahora la catástrofe es tan estrepitosa y mortal (75% con ingresos de pobreza
extrema que lleva a Venezuela a disputar el primer puesto de miseria con Haití,
la producción nacional reducida al 25%, más de 5 millones de venezolanos en el
exilio, y el régimen en el podio mundial de la corrupción, burlándose con la
paga de Bs.7 mensuales para los pensionados. Todo esto con la olla de
corrupción y delincuencia destapada con los casos de Alex Saab, Hugo Carvajal,
Claudia Díaz... y el escándalo de la muerte en prisión del General Raúl Baduel.
Por eso y más es intolerable y perverso que el régimen amañe elecciones para
continuar despreciando el creciente sufrimiento multicolor de millones de venezolanos.
Un
régimen con 85 % de rechazo e incapaz de reconocer y de corregir el desastre
impuesto por él, debe seguir el ejemplo de Emparan y renunciar: Si no me
quieren, yo tampoco quiero mando. Entonces los cabildos se volvieron fuerza
local para exigir la independencia nacional frente a un régimen caduco, incapaz
y ajeno. Hoy serán millones, que votando en contra o absteniéndose, coinciden
en el ¡Basta ya! Indignado. Grito acallado de millones de gargantas distintas,
aunque los líderes parecen incapaces de recoger esa coincidencia.
La
dictadura comunal cocinada. El partido comunista cuando toma el Estado se
apropia de él dictatorialmente y dice que la población se libera hegelianamente
de su alienación al identificarse con ese Estado-Partido único donde los
proletarios encuentran su esencia liberada. Por ello la república comunal y la
república soviética se alimentan de la sumisión impuesta desde arriba por el
partido, que se gloria de ser “vanguardia lúcida”. El fracaso histórico de esta
propuesta es estrepitoso y evidente en todos los regímenes comunistas del
mundo; todos han implosionado, salvo Corea del Norte, Cuba y Venezuela.
El 21
saldrán derrotadas dos miopías: la del régimen que con solo el voto del 25 o
30% tratará de secuestrar el deseo de cambio del 75% y perpetuar la destrucción
nacional; y por otro, el modo trasnochado y egoísta de hacer política de la
oposición sin unir fuerzas para la reconstrucción nacional. Si el régimen es
tan irresponsable que no se va, hay que echarlo y para eso está el Referéndum
Revocatorio.
Renacer
político desde la sociedad civil.
La
derrota obligará a la sociedad civil, y a los brotes renovadores de los
partidos a resurgir con audaz novedad en el marco de los principios
constitucionales y Derechos Humanos básicos, hoy pateados a la salida con la
negociación indispensable.
Luego
de las rebeldías y frustraciones en torno al 21-11-21 y la cínica pretensión de
perpetuar la miseria dictatorial, desde la sociedad civil tendremos que caminar
aceleradamente hacia la democracia social-productiva y la reconstrucción
nacional. Tomará más fuerza la realidad denunciada por los Obispos venezolanos
hace un año (30-11-20): “Aún deben realizarse las elecciones presidenciales,
pues las de 2018 estuvieron signadas por condiciones ilegítimas que han dejado
al actual régimen, a los ojos de Venezuela y de muchas naciones, como un poder
de facto. La voluntad mayoritaria del pueblo venezolano es dilucidar su futuro
político a través de la vía electoral. Esto implica una convocatoria a unas
auténticas elecciones parlamentarias y elecciones presidenciales con
condiciones de libertad e igualdad para todos los participantes, y con
acompañamiento y seguimiento de organismos intencionales plurales”.
Surgirá
también con más fuerza la alternativa del Referéndum Revocatorio para la salida
de quien impide la vida y el bien común en el país.
El
régimen que domina y anula a Venezuela es un cáncer invasor que amenaza
extenderse por América, prometiendo vida y produciendo muerte. Es imposible que
salgamos de esta tragedia sin un decidido apoyo internacional que traiga una
reconstrucción económica con inversión productiva millonaria de miles de
empresarios y millones de trabajadores en el marco de una política basada en la
dignidad de cada persona, con un pacto social para un Estado que no es
dictadura sino una Constitución e instituciones que consagran dignidad,
solidaridad y fortalecimiento descentralizado de la creatividad de personas,
empresas e instituciones.
Es
necesario que a partir del 21-11-21 la sociedad que clama liberación escuche su
dolor y haga escuchar al mundo nuestro ¡Basta ya!, encendido por la
indignación.
Luís
Ugalde, SJ
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