Julio Castillo Sagarzazu 10 de marzo de 2022
Una
información proveniente de Moscú da cuenta de la renuncia en masa de los
empleados de una cadena de televisión. En vivo y directo anunciaron que su
gesto era la respuesta a la invasión de Rusia a Ucrania. Inmediatamente, la
señal fue sacada del aire y en su lugar colocaron una versión del ballet «El
Lago de los Cisnes». El perspicaz corresponsal anota que fue lo mismo que
ocurrió cuando cayó el Muro de Berlín que dio inicio al derrumbe de la Unión
Soviética.
Eso tienen las guerras, desarticulan todas las estructuras de poder. En efecto, no hay ninguna duda de que fue la entrada en la primera guerra mundial lo que desarticulo al régimen zarista. La principal consigna de los bolchevique fue “Paz, Pan y Tierra”, conscientes como estaban de que el pueblo ruso estaba asqueado de la guerra. Fue la ocupación de Bonaparte a España lo que precipito nuestra independencia. Fue la guerra contra la invasión japonesa lo que hizo líder a Mao y lo llevó a encabezar una revolución.
La
miseria del pueblo francés fue también la consecuencia de las extravagantes
aventuras militares de la monarquía, causa importante de la Revolución Francesa
y que decir de la división y repartición del mundo luego de la segunda guerra
mundial que dejó servida la mesa para todos los desajustes que hoy presenciamos
en Europa, una de cuyas consecuencias es el actual conflicto en Ucrania.
Hoy,
los tanques rusos avanzan sobre Kiev y es muy probable que la inmensa
maquinaria militar de Putin logre tomar militarmente la ciudad. Sin embargo,
detrás de las líneas de su ejército va quedando una Ucrania insumisa y que,
simbólica y paradójicamente, ha preparado sus cocteles Molotov para repeler los
tanques y las tropas invasoras como ya hicieron cuando la Wehrmacht se aventuró
en su territorio con la operación Barabarroja en 1941. Ucrania es un país
inmenso y todo parece indicar que la resistencia ucraniana como la francesa y
la yugoslava, se prepararan para una guerra larga y costosa para Putin. Por
ahora, las columnas de blindados y artillería pesada se encuentra
inexplicablemente atascada a 50 kilómetros de la capital. Informes de la OTAN
revelan que existe baja moral en las tropas conscriptas; mal avituallamiento y
demasiados problemas logísticos y de comunicación para avanzar
consistentemente. No podía esperarse menos de un ejército en el que los
generales y mariscales tienen yates y mansiones regadas por toda Europa.
Definitivamente, la corrupción es una quinta columna ucraniana en el ejército
invasor.
Todas
estas son las dificultades que tendrá que encarar Putin a quien la economía se
le viene encima y que pronto tendrá que escoger entre alimentar a las tropas o
al pueblo ruso. Su decisión absurda de invadir a Ucrania (tan absurda como la
de Hitler de invadir a la URSS) ahora es que comenzará a pasarle factura.
Pero
esa no es la única contrariedad que deberá enfrentar el zar de todas las Rusias.
Es sabido que las desgracias nunca vienen solas. A Putin le ha salido un muerto
que no esperaba: Un comediante convertido en líder de una nación y símbolo de
las naciones libres del mundo.
Un
presidente que tomó una decisión que (aunque el termino se haya desprestigiado)
no vacilamos en calificar de histórica cuando le respondió a los Estados Unidos
ante su ofrecimiento de sacarlo de Ucrania junto con su familia, “No necesito
que me saquen de aquí, lo que necesito son armas y municiones para luchar contra
la invasión”.
En
efecto, si Zelensky hubiese escogido escapar, nada de lo que está ocurriendo
habría ocurrido. Muy probablemente, el mundo habría dado la espalda a Ucrania y
a esta hora la ONU debatiría sobre la vuelta de los refugiados y haría
exhortaciones a Putin para que el nuevo gobierno de ocupación fuera electo
“democráticamente”.
Es
justamente esta actitud del presidente Ucraniano otro de los datos
significativos del giro fundamental de los acontecimientos. Es la aparición de
un liderazgo que hacía tiempo no asomaba la cabeza. Hasta ahora, aparece como
una referencia esencial en el nuevo mundo que se está abriendo. Ha logrado
superar la miserable campaña alentada por medios rusos, sobre su origen de
comediante. Sus selfies, contrariamente a lo que Putin pensaba, presentándose
en uniforme de campaña, pasando revista a sus tropas y voluntarios, han
contrastado con las patéticas reuniones de Putin con sus colaboradores.
Por
otro lado, esa entereza demostrada hasta el momento, es lo que ha permitido
convocar la solidaridad de millones de personas en las principales ciudades del
mundo y la que ha hecho que los gobiernos democráticos no se hayan abandonado a
la fatalidad del “territorio vital” a la que se abandonaron con la anexión de
Austria y el regalo de Los Sudetes a Hitler, pensando que con eso calmarían al
dictador.
Unas
declaraciones claves sobre el efecto del heroísmo ucraniano, han sido las
inesperadamente vertidas por Mahmud Ahmadineyad, la reacción del gobierno turco
y la timidez china en su apoyo a Rusia. Todo esto habría sido impensable sin la
actitud de Zelensky y el pueblo ucraniano.
Ahora
Putin está obligado a ver como comienzan a crecer sus enanos del circo.
Mientras redactamos esta nota, la hija de su vocero oficial y la del más grande
oligarca ruso han irrumpido en las redes sociales con mensajes contra la
guerra. No está hoy en disposición (aunque de una mente desquiciada cualquier
cosa puede salir) de asesinar o envenenar a estos nuevos opositores que le
están saliendo. Si no termina rápido su campaña en Ucrania y propone un estatus
decente de lo conquistado, va a seguir descomponiendo sus frentes internos y
externos.
Si el
psicópata no se detiene, pronto se verá obligado a reponer el Lago de los
Cisnes en todas las estaciones de radio, de televisión y en todas las redes
sociales. Cisnes que para él, pueden ser cisnes negros, como su futuro.
Julio
Castillo Sagarzazu
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