Analítica 05 de marzo de 2022
@Analitica
Si
fuera posible retroceder el tiempo, es sencillo imaginar que Bolívar y todos
los próceres de la independencia no entenderían, y probablemente estarían
indignados, por la decisión de Nicolás Maduro de apoyar la invasión llevada a
cabo por el nuevo zar ruso, Putler, a una nación recienteme
emancipada del yugo sovietico o ruso, lo que hoy parece ser la misma cosa. Y
peor aún, se sorprenderían ante la posibilidad de enviar a los “forjadores de
libertades”, a combatir junto a los ejércitos de las dictaduras rusa y
bielorrusa, contra el heroico pueblo ucraniano.
En verdad no es para nada honroso ser parte de los únicos tres países del continente americano que apoyan una invasión que es violatoria de la carta de las Naciones Unidas, del derecho Internacional, pero sobre todo, de la sensatez política que debe reinar en el siglo XXI, en contraste con la insensatez de Hitler en el siglo XX.
La
Asamblea General de las Naciones Unidas, en su inmensa mayoría condenó la
invasión, lo mismo hizo el Consejo de Seguridad, con el solo voto en contra de
Rusia, que impidió el efecto por emitir su veto.
El
régimen nos ha colocado en el pequeño mundo de las dictaduras, de los
violadores del derecho internacional y de los derechos humanos. Pero la inmensa
mayoría de los venezolanos sentimos vergüenza por tan abominable conducta.
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