César Batiz y Armando Altuve 04 de marzo de 2022
@CBatiz y Armando Altuve
El
periodista de investigación colombiano avizora que el panorama de Saab frente a
la justicia no es favorable. Cree que existe más posibilidad de que el
empresario colombiano, acusado de lavado de dinero en Estados Unidos tras
concretar negocios en Venezuela, se declare culpable y colabore con las
autoridades. Indica que Estados Unidos le interesa la información que tiene
Saab sobre las relaciones de Maduro con Rusia y Turquía
Hay
dos curiosidades en torno al último libro publicado por el periodista
colombiano Gerardo Reyes. La primera es que existe una versión corta de su
texto, que él cataloga de “pirata” y que circula paralelamente con el original;
y la segunda es que no estuvo en Venezuela para tejer la historia del principal
protagonista.
El
reconocido periodista de investigación perfiló en 260 páginas a uno de los
hombres más controvertidos de los últimos tiempos. Se trata del empresario
colombiano Alex Saab, actualmente detenido en Estados Unidos y acusado de ser
el presunto testaferro de Nicolás Maduro.
Con el apoyo de fuentes adecuadas, Reyes plasmó el devenir de Saab, un empresario que, desde joven, invirtió su tiempo para sacar adelante una fábrica textil y que, con el tiempo, se convirtió en un multimillonario al acercarse al gobierno chavista, apoyado principalmente por la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, conocida por su fraternal relación con el presidente fallecido Hugo Chávez.
Tras
ser extraditado desde Cabo Verde, Saab está cerca de enfrentar un juicio al ser
acusado de lavado de activos luego de hacer negocios con la administración de
Nicolás Maduro. Su caso dio un giro recientemente cuando se supo que en 2018
colaboró como informante clave de la DEA (Administración de Control de
Drogas).
En
conversación con César Batiz, director de El Pitazo, Reyes,
quien es coordinador de la Unidad de Investigación del canal Univisión, señaló
que Saab, tras esta revelación, no tiene el camino fácil ante la justicia
norteamericana. Avizora que el empresario tendrá que declararse culpable y
cooperar con las autoridades del país. Confesó además que Saab, incluso, maneja
la posibilidad de ser intercambiado por los ejecutivos norteamericanos de la
petrolera Citgo, filial de Pdvsa, que están encarcelados en Venezuela por
corrupción desde el año 2020.
En su
libro Alex Saab: la verdad sobre el empresario que se hizo
multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro, publicado en junio de 2021,
Reyes, con fuentes cercanas al entorno de Saab, narra los primeros
acercamientos del colombiano de origen libanés con el poder en Venezuela y cómo
Maduro se amparó en él para solucionar los problemas que su gestión enfrentaba
tras las sanciones de Estados Unidos.
—¿Por
qué el interés en el empresario colombiano actualmente detenido en Estados
Unidos?
—La
idea de hacer este libro surgió luego de escribir un perfil de Alex Saab y su
socio Álvaro Pulido, empresarios de muy bajo perfil que ya estaban escalando en
el poder de Venezuela. Pulido era un narcotraficante que había cambiado su
identidad y Saab enfrentó un problema en el pasado cuando le encontraron un
cargamento en su fábrica textil en Barranquilla, que le hizo perder la visa (de
EE. UU.), aunque nunca se le demostró vínculos con el narcotráfico. Ellos
consideraron que los difamé y presentaron una demanda por medio de un abogado
de Estados Unidos y empecé a prepararme para un eventual juicio contra
Univisión y contra mí porque el perfil se publicó en el sitio de internet del
canal de televisión. En ese momento, tuve un poco de suerte y conseguí
personajes de cada episodio de la vida de Saab y Pulido. Cuando el abogado
retiró la demanda por no tener argumentos, me di cuenta que tenía materia prima
para un libro.
—¿Quién
era Alex Saab antes de ser el multimillonario en el que se convirtió?
—Alex
Saab es descendiente de un inmigrante de origen libanés, que llegó con poco
dinero a empezar una nueva vida en Colombia, huyendo de la guerra en el Líbano,
y se enamoró de ése país. Con el tiempo estableció una fábrica textil en la que
trabajaban con todos sus hermanos. Saab se independizó y montó su propia
fábrica. Era un hombre que a las 9 de la noche estaba en pijamas y que su única
preocupación era tener fondos para pagar la nómina. Ese era el Alex Saab que
buscó hacerse millonario rápidamente a través de exportaciones ficticias,
invierte parte de su capital y, luego, fracasa. Lo perdió todo, incluso su
carro BMW, y le tocó irse de Barranquilla, endeudado, y tratando de recuperar
un dinero que había sido represado por el presidente Hugo Chávez en
Venezuela.
—Narras
escenas que ocurrieron en Venezuela en tu libro, como el primer encuentro entre
Saab y Nicolás Maduro. ¿Estuviste en el país para recoger esa información y, si
no lo lograste ingresar, cómo hiciste para tener los datos del personaje, su
entorno y su relación con el chavismo?
—El
periodismo no es solo cuestión de tiempo, sino también de suerte. De encontrar
a las personas adecuadas en el momento adecuado; y pude encontrar fuentes que
estuvieron presente en estos episodios y me dieron detalles particulares que le
dan credibilidad al relato.
—En el
libro la exsenadora Piedad Córdoba se presenta como desentendida de los hechos
que la involucran con Saab. Sin embargo, las autoridades colombianas la están
investigando. ¿Qué tan importante es la figura de Piedad Córdoba en esta
trama?
—Piedad
Córdoba fue la madrina política de Alex Saab en Venezuela para recuperar 30
millones de dólares que había invertido en exportaciones, en su mayoría
ficticias, según el Gobierno de Estados Unidos. Ella le fue abriendo caminos
para que llegara a la cima del poder, para que hablara con Maduro, y lograr que
el dinero represado por una disputa de momento entre Hugo Chávez y Alvaro Uribe
Vélez, lo recuperara. Pero no solo lo recuperó, sino que Saab fue tomando
impulso a través de Piedad Córdoba y se fue metiendo en otros asuntos hasta
convertirse en una especie de ministro de cartera plenipotenciario, que era
buscado por el régimen para solucionar los problemas ocasionados por las
sanciones económicas de Estados Unidos. Su posición, al principio, era que Saab
era un simple conocido; pero con las pruebas que le mostré, aceptó incluso que
pasó una noche en una mansión de Saab en París y que al día siguiente utilizó
la tarjeta de crédito de su esposa para hacer compras.
—Mencionas
también al asistente personal de Piedad Córdoba que para las autoridades
colombianas es una de las figuras clave en la investigación. ¿Qué nos puedes
contar de él?
—Andrés
Vásquez era muy apegado a Córdoba. Curiosamente, cuando los entrevisté a ambos,
Vásquez me dijo que ella era como una madre para él y ella dijo que él era un
hijo para ella. Eso refleja la cercanía, y la credibilidad de ella hacia
Vásquez, a quien envió a Caracas y lo hospedó en el Hotel Meliá Caracas, pagado
por el Gobierno de Venezuela, para encargarse de las actividades de Piedad
Córdoba en el país.
—¿Tareck
El Aissami, actual ministro de Petróleo, es uno de los personajes clave para
forjar la fortuna de Saab?
—Sí,
yo creo que El Aissami es una de las compuertas por las que pasa Alex Saab
después de haber recuperado ese dinero para luego ganar contratos en Venezuela.
William Amaro, el asistente personal de Maduro cuando era canciller, aparece en
escena porque a Saab lo atracan en Caracas, se preocupan por él y el Gobierno
le asigna a este señor (Amaro), quien aprovecha esa amistad para también
participar en esa intermediación entre empresarios colombianos que estaban
angustiados porque el Gobierno colombiano no les quería pagar.
—¿La
relación de Saab y El Aissami deviene de sus orígenes árabes?
—A
juzgar por ese primer encuentro, en el que empiezan hablando en español y luego
terminan hablando en árabe. No sé si era un dialecto árabe, porque la personas
que los oyó no lo determinó muy bien, pero ellos se llamaban “primos” por
compartir un apellido sin ser familiares.
—Alex
Saab, un hombre que vivía en un hotel cinco estrellas sin holgura con prácticamente
la misma camisa y el mismo pantalón, se convirtió en millonario. ¿Cómo ocurrió
esa transformación?
—Creo
que en este aspecto coincidieron circunstancias históricas y coyunturales. El
Gobierno de Venezuela necesitaba a alguien que le resolviera sus problemas y si
se necesitaba leche se buscaba a Saab, si necesitaban divisas lo llamaban. El
demuestra una audacia en los negocios que le gusta mucho a la primera dama
(Cilia Flores), y que es la que le pone el ojo para que se le dé más confianza.
En cada negocio que va haciendo con las viviendas, alimentos y oro, demuestra
que para él no hay límites, y se va haciendo millonario con esa posición
privilegiada, porque él no lo hace esto solo por la revolución.
—¿Qué
tan relevante fue para Alex Saab estar en el círculo más íntimo de Nicolás
Maduro y la primera dama Cilia Flores?
—Es
que estando en ese círculo no hay que hacer licitaciones ni cotizaciones, todo
se asigna a dedo. “Vamos a pedirle a Alex que nos ayude a llevar unos lingotes
de oro a Turquía”, él presta sus aviones, y se arriesga a hacerlo. Si hay que
hacer unos depósitos en un banco ruso venezolano, él está dispuesto a hacerlo.
Él conoce las necesidades del Gobierno, se aprovecha de ese protagonismo y, al
mismo tiempo, va cobrando su comisión en ese negocio.
—En el
capítulo 16 del libro relatas algunos hechos que se revelaron la semana pasada
en la Corte de Florida, muestras las conversaciones que hubo entre sus abogados
y con agente de la DEA. ¿Cuál fue el contexto en el que ocurrieron esos
diálogos?
—Un
día Alex Saab recibe una carta de un informante que le dice que él está en el
radar de DEA, que si está interesado en cooperar. Saab respondió que no y
contactó a Abelardo de la Espriella, un abogado muy conocido en Colombia. Este
abogado lo pone en contacto con otro colega en Estados Unidos, Rick Díaz, y se
da cuenta que sí, que es una persona al menos de interés de la DEA. Alex Saab
convence a sus abogados de que es inocente y ellos, envalentonados, se
arriesgan a presentarlo ante los fiscales para que den su versión. Eso no salió
bien porque Saab no contó toda la verdad y el fiscal se dio cuenta en una
reunión a la que extrañamente no asistieron ni de la Espriella ni Díaz. El
fiscal sale con la conclusión de que si no hay un cambio de actitud, él va
presentar una acusación. En ese momento, Saab separa del caso al abogado
norteamericano para que se encargue de la demanda en contra de Univisión y mi
persona; y entra una exfiscal, María Domínguez, quien considera que el caso no
es tan débil como pensaban los anteriores abogados y empiezan un proceso de
convencimiento para que Saab se entregue a la justicia, pero esa entrega
implicaba dinero y colaboración. Ese proceso empieza a partir de junio de 2018,
desde ese momento hubo reuniones en Italia, Bahamas y el famoso encuentro en
Bogotá, y ese proceso fracasa porque Alex Saab decide no entregarse,
aparentemente por temor a las represalias contra su familia.
—Parece
extraño que está información salga en esta etapa de juicio. ¿A quién le
conviene que esta revelación apareciera ahora?
—Creo
que esto fue una falla estratégica de la defensa. La defensa ha insistido en
que Saab no fue prófugo después de que se presentó la acusación. Ellos dicen
que no fue prófugo dado que el Gobierno de Venezuela lo había amenazado con un
proceso de traición a la Patria si llegaba a colaborar con el Gobierno de
Estados Unidos, considerando que él tenía información muy delicada, secretos de
Estados. Insistieron tanto en ese argumento, que esto subió a una corte de
apelaciones. Para que la corte pudiera determinar era un fugitivo o no, la
fiscalía se vio forzada, incluso poniendo en riesgo a su familia, a presentar
un documento en el que se deja constancia de que Saab negoció con la DEA, firmó
un acuerdo de fuente confidencial en junio de 2018 y, en mayo del siguiente
año, decidió no entregarse.
—Planteo
lo siguiente para entender por qué la defensa a Alex Saab de parte del
oficialismo, pese a la revelación que hiciste: los asistentes de Maduro no
leyeron tu libro. Lo leyeron pero no lo quisieron creer. Lo creyeron, pero
prefieren defenderlo hasta lograr su hipotética liberación, pese a la condición
de soplón. ¿Qué opinas al respecto?
—Yo
espero que no se hayan leído la versión pirateada de mi libro (risas). Es un
enigma para mí, porque hay muchas contradicciones y señales un poco confusas.
Por ejemplo, mientras que los abogados de Saab en Nueva York estaban hablando
sobre la solidaridad del gobierno de Venezuela con Saab, su abogado en la corte
en Miami estaba reconociendo que sí se llegaba a revelar que era un sapo, su
familia corría peligro. Lo que viene del Gobierno de Venezuela es un
contradictorio, poco coherente en lo que están diciendo o manejando. Por lo que
veo la opción que han tomado es continuar con la solidaridad.
De lo
que sí me he enterado es que hay gente del Gobierno de Venezuela que piensa,
aunque no lo han dicho, que la inclusión en la lista de Ofac de la Primera Dama
y otros funcionarios por corrupción, ocurrió luego de que Saab pactara con la
DEA. Piensan que él colaboró para eso, aunque yo no tengo las pruebas. También,
por supuesto, es posible que otra agencia de gobierno federal haya elaborado
esta lista sin la ayuda de Saab; pero las sospechas van a poner en más peligro
a la familia de Saab.
—¿Qué
secretos tan valiosos tiene Saab como para que sí se cumple la tercera
hipótesis lo defienda a pesar de su condición de soplón?
—Hay
que decir primero que el gobierno de Estados Unidos tiene mucho tiempo
consultando a testigos que pueden dar información sobre los vínculos de
Venezuela con el narcotráfico, la corrupción. Pero creo que el aporte adicional
que trae Saab a la justicia, si se entrega para colaborar, es dar información
sobre las relaciones internacionales de Venezuela. Él estaba en un vínculo de
poder en el que se podía enterar como era el manejo de las relaciones con Irán,
el intercambio de petróleo, cuestiones militares, estrategias geopolíticas, que
le interesan a Estados Unidos. Creo que allí está el interés porque, incluso,
la CIA participa en estas reuniones. Saab, aparte de la corrupción, sabe cómo
se manejan esas coordenadas geopolíticas o esas relaciones de Venezuela con
Turquía y Rusia, que ahora adquieren mayor importancia.
—¿Existe
alguna posibilidad de que el madurismo logre la libertad de Saab? ¿Juega un
papel importante la figura de diplomático que se le asigna a Alex Saab en su
posible liberación?
—No
veo futuro a esos argumentos que ha presentado la fiscalía sobre la inmunidad
diplomática de Saab, no parecen convincentes, no creo que la corte de
apelaciones compre esos alegatos. Lo que me dicen es que Saab le apuesta a que
puede ser intercambiado por los norteamericanos, los llamados los cinco de
Citgo, que están presos en Venezuela. Él le apuesta a esto pensando en su familia
y los peligros que puede correr. Ya no puede negar que fue un sapo, sino que
estando arrestado, su propio abogado llevó el mensaje de que sí él llegaba a
Estados Unidos estaría dispuesto a colaborar. Eso le va cerrando el cerco a
Saab y va tener que negociar con el gobierno norteamericano.
—Eres
abogado, por eso te pregunto: ¿Qué sigue en el caso de Alex Saab?
—En
este momento están en una etapa que se conoce como discovery, en la
que la fiscalía está obligada a entregar las pruebas, no solo las que comprometen
al acusado, sino las que pueden significar un atenuante para su pena. Mi
pronóstico es que el gobierno ha recaudado tantas pruebas, tiene tantos
testigos de contexto y actividades en particulares de Saab, tiene el propio
testimonio de Saab, autoincriminarse con los encuentros con la DEA, que veo
difícil que el abogado le recomiende ir a juicio, porque la experiencia dice
que pelear con el gobierno federal no es un buen negocio. La posibilidad de ser
condenado es alta. Veo que esto se va acercar a la fecha de comienzo del juicio
y, en el último momento, puede haber una decisión en la que Saab decide
declararse culpable y colaborar con el Gobierno de Estados Unidos. Pero con
Saab nunca se sabe.
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