Infobae 02 de marzo de 2022
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El
reconocido economista reconoció haber sobreestimado la capacidad económica y
militar de Moscú y de Vladimir Putin en sus análisis previos a la invasión
El Premio Nobel de Economía, Paul Krugman realizó una autocrítica en su última columna en The New York Times -donde escribe regularmente desde 2000- y señaló que no anticipó las dimensiones de la economía o de la capacidad militar de Rusia y explicó la dependencia que tiene Vladimir Putin no sólo del comercio global, sino también de los oligarcas que inundan con sus millones las ciudades más importantes de Europa y Estados Unidos. “Dos cosas han quedado claras. En primer lugar, Putin tiene delirios de grandeza. En segundo lugar, Rusia es aún más débil de lo que la mayoría de la gente, incluido yo mismo, parece haber creído”.
Krugman señaló
en su artículo que el dictador de Muscó pretendía revivir los
años zaristas y recrear la Rusia Grande que alguna vez fue.
Pero, de acuerdo a su análisis, algo salió mal en los cálculos del ex agente de
la KGB. “La resistencia ucraniana ha sido feroz; el ejército
ruso ha sido menos eficaz de lo anunciado. Me han llamado especialmente la
atención los informes de que los primeros días de la invasión se vieron
obstaculizados por graves problemas logísticos, es decir, que los invasores
tuvieron dificultades para suministrar a sus fuerzas los elementos esenciales de
la guerra moderna, sobre todo el combustible”, indicó.
“La
verdad es que fui generoso al describir a Rusia como una potencia incluso de
tamaño medio. Gran Bretaña y Francia son potencias medianas; el producto
interior bruto de Rusia es sólo un poco más de la mitad que el de ambas.
Parecía sorprendente que un Estado con tan poco peso económico pudiera sostener
un ejército de categoría mundial y muy sofisticado, y tal vez no fuera así”,
admitió Krugman.
Además,
para el Premio Nobel es posible que cuando todo termine quede al descubierto el
verdadero poderío del ejército de Putin. “No me sorprendería que las
autopsias de la guerra de Ucrania acaben mostrando que había mucha más
podredumbre en el corazón del ejército de Putin de lo que se pensaba.
Y Rusia está empezando a parecer aún más débil económicamente de lo que
era antes de ir a la guerra”.
La
economía rusa, incluso, es mucho más dependiente del comercio internacional y
de las finanzas globales que las del resto de los países que se animan a
desafiar a occidente violando derechos humanos y amenazando militarmente a
otros países. No es el caso de Rusia. “La Rusia de Putin no es
una tiranía hermética como Corea del Norte o, en su caso, la antigua Unión
Soviética. Su nivel de vida se sustenta en las grandes importaciones de
productos manufacturados, pagados en su mayor parte con las exportaciones de
petróleo y gas natural”, subrayó. “Esto hace que la economía rusa sea
muy vulnerable a las sanciones que puedan interrumpir este comercio, una
realidad que se refleja en el fuerte desplome del valor del rublo del lunes, a
pesar de un enorme aumento de los tipos de interés nacionales y de los intentos
draconianos de limitar la fuga de capitales”.
Krugman,
además, hizo referencia a la supuesta “fortaleza” que respaldaba las cuentas
del Kremlin: sus musculosas reservas. “Antes de la invasión era
común hablar de cómo Putin había creado una ‘fortaleza rusa’, una economía
inmune a las sanciones económicas, mediante la acumulación de un enorme cofre
de guerra de reservas de divisas. Ahora, sin embargo, esa afirmación parece
ingenua. ¿Qué son, después de todo, las reservas de divisas? No son bolsas
de dinero en efectivo. En su mayor parte consisten en depósitos en bancos
extranjeros y tenencias de deuda de otros gobiernos, es decir, activos que
pueden ser congelados si la mayor parte del mundo se une en la repulsa contra
la agresión militar de un gobierno canalla”.
¿Y el
oro, se pregunta el galardonado economista? “Es cierto que Rusia también
tiene una cantidad sustancial de oro físico en el país. Pero, ¿hasta qué punto
es útil este oro para pagar las cosas que necesita el régimen de Putin? ¿Se puede
realmente llevar a cabo un negocio moderno a gran escala con lingotes?”,
remarcó.
Por
último, Krugman se refirió a otro dolor de cabeza que enfrenta Putin desde
hace unos interminables días: las fortunas de sus cómplices multimillonarios
que ven cómo sus capitales se congelan a medida que pasan los minutos. “Los
oligarcas rusos han escondido la mayor parte de sus activos en el extranjero,
lo que los hace susceptibles de ser congelados o confiscados si los gobiernos
democráticos tienen la voluntad de hacerlo. Se podría decir que Rusia no
necesita esos activos, lo cual es cierto. Pero todo lo que ha hecho Putin en el
cargo sugiere que considera necesario comprar el apoyo de los oligarcas, por lo
que la vulnerabilidad de éstos es su vulnerabilidad”, explicó.
“Como
he dicho, Putin puede tomar Kiev. Pero incluso si lo hace, se habrá debilitado,
no fortalecido. Rusia se revela ahora como una superpotencia Potemkin, con
mucha menos fuerza real de la que parece”, concluyó Krugman.
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