Ismael Pérez Vigil 16 de abril de 2022
@Ismael_Perez
Aprovecho
el “asueto” de la Semana Santa para abordar el tema político reflexionando
sobre un tema conexo, propio de la fecha, “lo cristiano”; y que mejor que
hacerlo con base en la obra de Emmanuel Mounier, cuyo 72 aniversario de
fallecimiento se cumplió el 22 de marzo, hace apenas tres semanas.
Emmanuel Mounier, prematuramente fallecido en 1950, con apenas 44 años, es uno de los filósofos cristianos, al menos para mí, más notables del siglo 20. Poco conocido, salvo para algunos “iniciados” o para quienes circulan por los alrededores del social cristianismo. Por supuesto no me interesa destacar el aspecto confesional o religioso de su filosofía, sino su significado desde el punto de vista de las ideas políticas, especialmente sobre tres conceptos, entre muchos. que magistralmente desarrolló y conectó, los conceptos de “persona”, la comunicación y la comunidad y el “salir de sí”.
No es
posible referirse a Mounier separándolo de su enfoque sobre el “personalismo”,
su filosofía, que dio origen a un movimiento político de igual nombre,
obviamente basado en un concepto central: la persona, que frecuentemente se
confunde o equipara con el concepto de “individuo” o lo “individual”, términos
no equivalentes, que tienen también muchas implicaciones profundas, por lo que
no quiero desperdiciar la oportunidad de comentarlas.
Aclaro,
sin embargo, que no me gusta el término “individuo”; hasta la definición de
algunos diccionarios, resaltan precisamente lo que no me gusta: “Ser vivo,
animal o vegetal, perteneciente a una especie o género, considerado
independientemente de los demás” (el subrayado es mío). Sin embargo, en algunos
diccionarios aparece otra definición que se acerca algo más a lo que me
interesa resaltar del pensamiento de Mounier: “Persona considerada
independientemente de las demás” (nuevamente el subrayado es mío) y es
precisamente el concepto de “persona”, haciendo abstracción de su definición
“diccionaria” −valga el termino−, al que quiero llegar, para contraponerlo a
individuo, individualidad o individualismo.
Creo
que la sociedad está formada por personas, no por individuos −“El universo de
la persona es el universo del hombre—“, decía Mounier, pero “persona” en el
sentido del “personalismo” como filosofía que se deriva de Kant y muy
especialmente de filósofos cristianos como Soren Kierkegaard, Jacques Maritain,
Gabriel Marcel, etc. −y sobre todo, de Emmanuel Mounier−, que a principios del
siglo pasado desarrollaron el concepto, para diferenciarlo justamente del
individualismo y del colectivismo marxista, que se fortalecía tras la toma del
poder por los bolcheviques en Rusia.
De
todos los mencionados, me parece que el más interesante es precisamente
Mounier, cuyo libro o folleto: El Personalismo (1949), escrito poco antes de
morir, circuló mucho en Venezuela a finales de los años 60 y comienzos de los
70, especialmente la publicación en español de EUDEBA, en 1967 (no sé si se
consiga en alguna parte, pero en la Wikipedia −cuando no− he visto un resumen,
del “personalismo” y de Mounier).
El
concepto de “persona” en Mounier, es lo que diferencia al hombre del individuo,
como una “purificación” de éste y convierte al hombre en un ser relacional y
comunicativo, en una “existencia encarnada”, como él decía. Mounier desarrolla
su concepto a partir de colocar a la “persona” en el centro de conceptos como
“estado” y “economía”, ambas realidades o conceptos hechos para el hombre y no
el hombre para el estado y la economía. Por tanto, no creo que sea el concepto
de “individuo” quien defina al hombre, como sostienen algunas corrientes de
pensamiento.
A
efectos de muchas de las discusiones en ese sentido, el “repaso” de la
filosofía del “personalismo”, como la define Mounier, sería interesante,
especialmente en esta era de comunicaciones y redes sociales, sobre todo porque
para Mounier la experiencia fundamental del hombre es la comunicación:
“Contrariamente
a una difundida opinión, esta (la experiencia fundamental del hombre) no
consiste en la originalidad, la afirmación solitaria; no consiste en la
separación, sino en la comunicación” El Personalismo, EUDEBA, 1967.
(subrayado mío).
Para
Mounier hay una serie “actos originales” que definen a la “persona”, al hombre,
siendo el primero de ellos −el que en mi opinión más lo acerca a “lo cristiano”
– el “salir de sí. Ésta es una idea ética fundamental de su filosofía, del
sentido que su “personalismo” le da a la vida. En efecto, para Mounier: “Una
persona es una existencia capaz de separarse de sí misma, de desposeerse, de
descentrarse para llegar a ser disponible para otros.” (subrayado mío) Y ese es
para él una idea central de la tradición personalista cristiana, que marca su
rumbo y su objetivo, pues “… sólo libera a los otros o al mundo aquel que
primero se ha liberado a sí mismo”. Esa idea de una persona, que forma parte de
un género humano, que tiene una historia y un destino colectivo, es para
Mounier “…una idea maestra de los Padres de la Iglesia.”
Este
concepto, de la persona que es capaz de “salir de sí”, para estar con los
otros, nos lleva de la mano a una profunda caracterización de “lo cristiano”;
para Mounier el cristianismo retorna así a su significado original: “renunciar
al gobierno de la tierra y a las apariencias de su consagración, para realizar
la obra propia de la Iglesia, la comunidad de los cristianos en Cristo,
confundido con los demás hombres en la obra profana. Ni teocracia, ni
liberalismo, sino retorno al doble rigor de la trascendencia y de la
encarnación”
Esa
idea –“salir de sí”−, ese “acto original” que Mounier define como una esencia
de lo cristiano, junto con otra idea clave del “personalismo” de Mounier −la
afirmación de la unidad de la humanidad, hombres, creados
todos a la imagen de Dios y llamados todos a la salvación−, era a donde quería
llegar, como reflexión para Semana Santa.
Lo que
caracteriza a “lo cristiano” es, precisamente, para mí: “la muerte a sí mismo”;
la muerte al egoísmo y la decisión de “comunicarse”, sumergirse en los otros,
el “nos-otros”, del que alguna vez nos habló el Padre Luis Ugalde, SJ; esa es
la razón profunda que explica el gesto de amor que acepta la Crucifixión; es la
esencia y raíz de lo cristiano, su esencia moral, ética, de principios, más
allá de lo religioso, de lo católico o universal, de lo apostólico y de lo
romano, −El Vaticano− en cuanto significa de institucional.
Por lo
pronto esta es mi reflexión para un Sábado de Gloria, a la espera del Domingo,
de Resurrección, que es la promesa característica y diferenciadora del
cristianismo; habrá otro momento para elaborar sobre esto, por lo pronto
regresaremos a nuestros temas pendientes: visitas, reuniones y cartas.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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